La falsa monopolización de las Escuelas Normales

El Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño anunció el fin de la monopolización de las escuelas normales a partir de 2016. Dijo durante  la ...
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El Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño anunció el fin de la monopolización de las escuelas normales a partir de 2016.

Dijo durante  la presentación de la revista Pluralidad y Consenso, del Instituto Belisario Domínguez del Senado, que “cualquiera que tenga un título de licenciatura se puede presentar al examen para ser maestro (Excélsior 22-03-2016).

Y lacónico remató: «no es ya el monopolio de quienes estudian en una Normal”

Hay quienes celebran el arrebato de la supuesta monopolización de las Escuelas Normales respecto al ingreso al servicio docente.

Supuesta porque tal monopolización no existe. La docencia ha sido ejercida por otros profesionales no afines a la educación mucho antes de que se aprobara la reforma educativa.

No es ningún secreto.  Muchos profesionales no afines a la docencia ingresaron al servicio docente porque no pudieron ejercer la profesión para la cual invirtieron no solo dinero, sino tiempo y mucho esfuerzo.

¿Cómo le hicieron para ejercer la docencia?

La corrupción derivada del amasiato SEP-SNTE convalidó la venta y herencia de plazas, donde no sólo las compraban o heredaban los normalistas sino cualquier profesionista.

Aunado a lo anterior, México es un País donde no se valora el ejercicio docente. El corrupto sistema educativo configuró silenciosamente una percepción de que se puede ejercer la docencia como una alternativa para echarse un sueldo al bolsillo, y no como la elevada profesión que implique pasión, amor, identidad, pero sobre todo; amplio compromiso social.

Y es que actualmente son maestros muchos profesionales que en ningún momento sintieron afecto por la docencia y que la ejercen solo porque «no les quedó de otra».   Esos profesionales comúnmente se hicieron de su plaza docente por compadrazgo.  ¡Ni más ni menos!

Sin embargo comparto la idea de que las cosas no pueden seguir así.  No herencia ni venta de plazas es un eslabón para comenzar a dignificar la figura del maestro, pero más importante aún,  el aprecio por las instituciones que se encargan de formar maestros.

Urge desterrar estereotipos de que las Escuelas Normales son «semilleros de guerrilleros».

En ese sentido me manifiesto en contra de la lógica de los reformadores de la educación mexicana que, bajo la premisa de incentivar la competencia para ingresar al servicio docente,  abrieron la participación en los concursos de oposición  a otros profesionales no afines a la educación.

Lo que hicieron a mi juicio es un agravio por partida doble primero, porque se le resta valor y confianza a las escuelas formadoras de maestros y segundo, porque no veo a ningún normalista reclamando el ejercicio de una profesión para la cual no se ha preparado, como si lo hacen desde ya con el anuncio del Secretario Nuño, muchos profesionales no afines a la educación, como si por fin la reforma educativa les hiciera justicia.

A  mi juicio, la mala ley docente emanada de la reforma en la materia atenta contra históricas instituciones formadoras de docentes.   No las fortalece en absoluto, por el contrario; las aniquila.