La educación es un tema que ocupa y preocupa a todas las familias mexicanas, y es una de las prioridades en las agendas sexenales de cada gobierno entrante. Aun así, en este momento hay aciertos y pendientes. La verdadera reforma educativa sigue estando lejos de la utopía.
Luego de leer que durante las siguientes semanas la agenda del legislativo tendrá muy activo el tema de la reforma educativa, me surgieron algunas cuestiones para compartir. ¿Fue tan inoperante la reforma de Peña como para que el ex Secretario Chong reconociera una mala implementación? ¿Es un complemento o una nueva reforma la que plantea la 4T? Concebida desde sus inicios por su carácter punitivo y draconiano, aquella modificación a los Art. 3° y 73° tuvo una percepción generalizada en el magisterio como la reforma que criminalizó a los maestros como culpables de los malos resultados de la educación. El difícil camino de su aprobación tuvo un encarnizado y mediático desprestigio de los docentes, que salieron a las calles a exigir la valorización de su profesión. Y al final de todo, se aprobó. Se implementó y el magisterio cedió. Pero había un problema: el maestro no era aliado de la reforma.
Con la creación del INEE como “garante” de la idoneidad, le aplicaron una “llave” al SNTE no solo para la defensa de sus agremiados, sino para el ejercicio de plazas de nuevo ingreso y promoción. La rectoría la tenía ya el Estado, pero el dominio para su implementación no.
Y después de todo, en el informe de resultado de la fiscalización superior de la Cuenta Pública 2016, la ASF concluyó que la mayoría de los estudiantes de nivel básico se encuentra en el nivel más bajo de logro educativo (56.7% en matemáticas y 48.1% en lectura). Únicamente se capacitó al 4.8% del total de figuras educativas del sistema. La otrora reforma educativa empleó 2,124 pesos de inversión en la evaluación de cada maestro, mientras que el gasto de capacitación en cada uno fue de 486 pesos. No solo eso, en 2017 se tuvo un subejercicio del 42 % en el programa para el desarrollo profesional docente; mismo año en que se sobreejerció el presupuesto por 2680% en gastos por publicidad y comunicación social.
¿Realmente se buscó la profesionalización del magisterio? ¿O el fondo fue quizá, y en efecto, un método de sometimiento?
Tengo que reconocer que hubo un planteamiento adecuado en la modificación constitucional, pero la praxis, los resultados, y quizá el verdadero objetivo desvirtuaron todas sus bondades.
Ahora, se permea al magisterio con otra reforma educativa, y se le llama así porque no implica una simple abrogación, va más allá de separar el proceso de evaluación docente del aspecto laboral de la permanencia.
El INEE será sustituido por otro instituto con orientación similar pero no con el componente de intervención en lo laboral. Generará propuestas de actualización y mejoramiento en la capacitación de los docentes. La iniciativa propone la creación de 100 universidades públicas, 300 mil becados, prioriza el fortalecimiento de las escuelas normales, la re incorporación del civismo en los planes de estudio y una visión regional que atienda la diversidad cultural y étnica.
Se espera que la reforma atienda las necesidades sustantivas de nuestro sistema educativo, principalmente el diseño de la propuesta pedagógica, el ejercicio adecuado para infraestructura en los planteles y la capacitación profesional docente. Veremos y diremos.
Twitter: @EdgarGarciaHz