Si el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, en verdad quiere hacer una contribución valiosa al sector, tendrá que imaginar y proponer la reforma necesaria — no la posible— de los centros y de las estrategias de formación y actualización docente.
Para realizar esta tarea, no basta con tener el respaldo del presidente de la República; aquí se requieren capacidades internas para poder enfrentar a la tradición, a poderosos grupos sindicales, intereses económicos y a la sobreideologización tan presente en algunas escuelas normales, académicos y comentócratas.
El camino no es fácil; dependerá de cómo el secretario reconozca y aproveche los esquemas de cooperación que ofrece nuestro marco federalista, plural y democrático. ¿O pensará que puede hacerlo todo desde el centro y con su visión propia?
Con el propósito de colocar en la “opinión pública la tesis de la importancia estratégica de la formación docente en la reforma educativa”, la organización Mexicanos Primero (M1) dio a conocer su reporte: Prof. Recomendaciones sobre formación y continua de los maestros en México, cuya autoría corresponde a David Calderón, su director general.
El documento consta de tres partes principales. En la primera, se hacen algunas clarificaciones conceptuales. Los autores desean separarse de la noción de “capacitación docente” para hablar mejor de “aprendizaje profesional docente”, el cual se refiere a un “proceso interno en el que los maestros crean conocimientos y desarrollan habilidades y actitudes profesionales”.
La segunda parte presenta el diagnóstico de la política de formación y actualización docente en México y corrobora hallazgos de estudios previos. “Existe una gran heterogenidad en los criterios y procedimientos de admisión de los estudiantes” en las normales (Latapí, 2004). M1 constata que mientras la SEP fija un promedio mínimo de ocho en el bachillerato; Querétaro, por ejemplo, relaja esa puntación hasta seis en el nivel de secundaria y educación especial.
¿Qué explica esta situación? ¿Sentimientos genuinos de justicia a favor del prof.? Podría ser, pero también hay que darle cabida a otro tipo de explicaciones. Junto a otros analistas de política e incluso a ex secretarios de Educación Pública como Fernando Solana, quien aseguró que las deficiencias del magisterio se explicaban en parte por la “contaminación de intereses políticos que se sobreponen a los verdaderos intereses de la educación”, M1 constata que los “arreglos del sistema de educación normal en los estados responde más a la historia política que a un proceso de génesis educativa”.
¿Se antepondrán los intereses políticos al derecho a aprender en condiciones idóneas? ¿Querrán el PRI y la cúpula del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en verdad empujar la reforma de las escuelas normales cuando las han utilizado de manera histórica y clientelar? Vamos a esperar la respuesta del secretario Nuño para saber si la reforma educativa en este tema en verdad va o si solo fue una llamarada de petate. La reforma educativa ciertamente es política y tendrá que combatir a la nomenklatura.
Otro elemento clave de la profesionalización docente es la actualización, la cual ha demostrado ser poco efectiva, según la evidencia recabada. El documento de M1 reitera que aunque ha habido un creciente número de maestras y maestros tomando cursos y más recursos, la confianza y seguridad del mentor en su labor son bajas y además, el aprovechamiento escolar de los estudiantes muestra una tendencia negativa. Esto ciertamente apunta a una inercia, que en palabras de Mexicanos Primero, es costosa en términos sociales y económicos.
Con su carácter pragmático que los caracteriza —y que en ocasiones irrita a los investigadores—, Mexicanos Primero trata de hacer recomendaciones en dos planos. En el primero, habla de “transformaciones de carácter cultural, para arraigar una visión socialmente compartida sobre el ser y el quehacer de los maestros” mientras que en el segundo, se sugieren temas “puntuales de política pública”. Entre las primeras destacaría que Mexicanos Primero dice querer trabajar para que “los comunicadores en los medios de mayor difusión masiva asuman un discurso más justo y ponderado”. Ojalá que a la gente de Televisa como Carlos Loret de Mola, quien dirigió el documental De Panzazo, le llegue tal recomendación y actúe en consecuencia.
Entre las segundas recomendaciones considero que hay tres que destacan por su importancia y factibilidad. Primero, la necesidad de que se utilice inteligentemente la información que arrojan las evaluaciones docentes para reforzar las capacidades de los maestros y nos alejemos de lógica del premio y del castigo. Un dictamen puntual y personalizado de cada profesor podría ser de mucho valor para desarrollar una política de actualización docente de “segunda generación”.
Segundo, coincido con M1 en la necesidad de articular mejor las áreas de evaluación, formación y desarrollo docente y esto parece factible a la luz de los cambios organizacionales que quiere impulsar el secretario Nuño al interior de la SEP. Tercero y último, revisar críticamente el papel desempeñado por las universidades públicas en la formación docente y pensar en cómo “atraer lo mejor del talento universitario en apoyo de los maestros de educación básica”. ¿O será que a los centros universitarios y de investigación no nos interesa asumir esta responsabilidad social?
Al leer el reporte de M1, es evidente que compartimos una misma problemática con los profes de básica: la evaluación y el control burocrático se volvieron fines en si mismos y no es nada claro que esto contribuya al aprovechamiento académico y a la expansión de capacidades de los estudiantes.