A lo largo del sexenio pasado, se llevaron a cabo, de manera recurrente e intencionada por parte del gobierno federal, diversas acciones persecutorias, intimidantes e incluso con el apoyo de la policía para llevar a cabo la evaluación del magisterio, bajo el pretexto de que, sería la manera de mejorar la educación, situación para la que, incluso, se le complementó generando toda una compleja red de estructura administrativa de muchos niveles a la que en su momento denominé “Tecnoevaluocracia” (Educación Futura 18/abril/2017).
En este sentido, y como complemento para reafirmar lo que muchos señalábamos como algo fuera de la realidad por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto y su tristemente célebre Secretario de Educación Aurelio Nuño, en el sentido de la gravedad de sus afirmaciones y el peligro que entrañaba dejar todo el peso a la evaluación, dejando de lado la formación del magisterio para mejorar la educación nacional, contra las voces de quienes afirmábamos la necesidad de modificaciones de fondo en el tema.
De manera muy consistente con quienes señalábamos la necesidad de que la evaluación fuere acompañada de otro tipo de cuestiones que valoraran el desarrollo profesional del magisterio, recientemente se ha publicado un estudio por parte del Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (IIPE) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés) en el que se hace un análisis denominado “Tres décadas de evaluaciones del aprendizaje para la mejora de la educación en América Latina: Retos para estar a la altura de las promesas”.
En el mismo, se hace un análisis de lo realizado en evaluación en los últimos treinta años, en el que se hacen dos afirmaciones muy importantes. La primera establece que existe poca relación entre los procesos de evaluación y de mejora, que es consistente con lo mencionado líneas arriba y, la segunda, que afirma que el primer paso hacia la conexión de la evaluación con la mejora es reformular el papel de los datos procedentes de las evaluaciones del aprendizaje en relación con otras fuentes de información y dinámicas institucionales a través de todo el proceso de toma de decisiones.
Por lo anterior, celebro que el nuevo organismo para la mejora continua de la educación, establezca nuevas reglas para, entre otras cosas, el ingreso, la promoción y el incremento de horas en educación básica y media superior, se tome en cuenta la evaluación, pero con una ponderación mucho más realista, y, además se considere los estudios, el antecedente de quienes SÍ estudian una carrera en educación, la práctica en el servicio, el dominio de la lengua en el caso del inglés y pueblos indígenas, además del curso de habilidades docentes para la Nueva Escuela Mexicana y su correspondiente acreditación.
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