Entre las diversas y múltiples tipos de voto que observamos en el panorama electoral mexicano, y que van del “voto útil” al “voto masivo”, está el llamado “voto corporativo”, aunque todo hace pensar que va quedando en el pasado, al menos en el caso de los maestros, lo cual merece la enhorabuena.
A decir de los dirigentes de los telefonistas y electricistas, también entre ellos ha quedado atrás la coacción. En reunión efectuada el miércoles por varias agrupaciones sindicales para expresar, o reiterar, su apoyo a López Obrador, el líder del sindicato de los telefonistas, Francisco Hernández Juárez, afirmó que, a diferencia de los empresarios, los sindicatos no están obligando a sus agremiados a votar por determinado candidato, en este caso AMLO, y que sólo les dan “una orientación” sobre cómo participar en el proceso electoral.
El caso es que en el SNTE ya ni a orientación se llega, por la ausencia de liderazgo en todos los niveles. El consensuado apoyo mayoritario del magisterio al aspirante tabasqueño se percibe más bien como fruto de la conciencia gremial y producto de la reflexión.
Sin duda que ese respaldo hacia el indiscutible puntero en las encuestas se afianzó tras el tercero y último debate, en cuyo transcurso “El Bronco”, en uno de sus momentos de lucidez y acierto, propuso que de una vez se le imponga la banda presidencial a López Obrador. Entre broma y broma…
De las intervenciones de los candidatos ya nos ofreció atinadas síntesis en estas páginas el maestro José Antonio Martínez Gutiérrez, editor y administrador de Profelandia.
Sobre la mesa de este tercero y último debate estuvo uno de los temas que más atrajo el interés de los docentes, en general de los trabajadores de la educación, que fue precisamente el educativo.
Y Andrés Manuel fue contundente en el rechazo a la Reforma Educativa, desde el momento mismo en que fue reiterativo en referirse a ella como “mal llamada”.
Le dio el sí a evaluar, pero ante todo a mejorar la capacitación. Dijo sí a la evaluación, pero sin que se la utilice como instrumento de castigo y de exclusión laboral.
Aunque sin profundizar en su propuesta, planteó que habrá un nuevo proyecto educativo, que considere la opinión y participación de maestros y padres de familia.
En tanto Anaya, quien aprobó la Reforma pero ahora para quedar bien con los maestros afirma que “se instrumentó mal”, de todas maneras insistió en defenderla. Lo mismo que Meade y El Bronco, con sus matices y diferencias.
Consecuente con su apuesta ciega a la tecnología, Anaya propuso como solución al problema educativo el regalar tabletas y/o teléfonos celulares, una medida que hasta ahora suma más fracasos que éxitos, y no pocos casos de corrupción, donde se ha implementado. Y es que, para empezar, son incontables las escuelas que carecen de las condiciones mínimas necesarias no se diga ya para el trabajo escolar sino siquiera como espacios dignos de una persona.
Como era de esperarse, el candidato ciudadano Meade defendió la Reforma, y prometió “el oro y el moro” para el magisterio, en un equilibrio que se ve complicado de conseguir. De El Bronco no hay mucho qué decir al respecto.
En el fondo los tres están de acuerdo con la RE, de manera que aunque digan que se ubican del lado de los maestros, en los hechos su postura los coloca en la acera contraria, pues la mayoría del magisterio ha mostrado de diferentes formas su oposición a la que considera más bien una reforma laboral, en lo que coincide y ha insistido AMLO a pesar del cúmulo de acusaciones y señalamientos que ha recibido.
En consecuencia, un análisis aunque sea somero de las propuestas, y una breve consulta entre el gremio, conducen a la conclusión de que López Obrador en definitiva se echó a la bolsa a la casi totalidad de los maestros, así como prácticamente tiene ya en la bolsa el triunfo y su pase a Palacio Nacional.