Por: Gabriela Anzo*.
Tras la publicación de la Estrategia Nacional de Mejora de las Escuelas Normales (ENMEN), en noviembre pasado, esperábamos que iniciara el trabajo de fortalecimiento de las instituciones públicas de formación docente para cumplir con el mandato del tercero constitucional.
Sin embargo, como la estrategia carece de ruta de implementación, fases de ejecución y resultados esperados en cada una de ellas, aún no sabemos cómo, cuándo, en dónde, quién ni con qué recursos comenzará a dar marcha a esta estrategia.
Reconocer al docente como actor principal del quehacer educativo es indispensable para el desarrollo integral de nuestras niñas, niños y jóvenes; cuestión que el extinto INEE también planteaba en las directrices para mejorar la formación inicial de los docentes de educación básica, pero de las cuales no fueron vinculantes.
En la ENMEN no queda claro cómo las líneas de acción de cada uno de los cinco ejes rectores –formación de docentes para transformar al país; la Escuela Normal (EN) y su planeación para el futuro; desarrollo profesional de los formadores de docentes; autogestión de las EN y planteamiento de la ruta curricular– ayudará a cumplir el objetivo de “desarrollar una política nacional que fortalezca a las EN, a partir de la formación de maestros con los conocimientos, aptitudes y experiencia necesarios para el aprendizaje y el desarrollo integral de los educandos”. Por ejemplo, en el eje relativo a la formación de docentes, se plantea una única campaña a 2024 para “fortalecer y reivindicar la imagen del normalismo difundiendo las buenas prácticas y las historias de éxito”; con lo cual hacen un salto cuántico y difícilmente se subsanará el problema de la desvalorización del magisterio que plantean.
El diagnóstico del que parte la ENMEN resulta insuficiente para conocer el estado actual de las EN, definir con precisión los principales problemas públicos a atender, y dar sustento al objetivo de la ENMEN.
En él se establece que el bajo presupuesto destinado a infraestructura, programas de desarrollo académico, intercambios e investigación ocasionó la reducción de la matrícula (de 133 mil 286 inscritos en el ciclo 2008–2009 a 90 mil 333 en 2018–2019); pero no presentan información que ayude a dilucidar dicha relación o si existen otros factores que también incidan en el desinterés de los jóvenes por la carrera docente. Si esta relación es correcta, difícilmente podremos resolver el problema si no se destinan los recursos suficientes. En el presupuesto de 2020 se destinaron 440.7 mdp dentro del Programa de Fortalecimiento de la Excelencia Educativa, cifra menor que la de 2018 (576.6 mdp).
Es necesario que las autoridades construyan un diagnóstico integral de la situación que enfrentan las EN que permita priorizar los problemas a nivel estatal, y que señalen con precisión cuáles serán los programas presupuestarios con los que la ENMEN podrá cumplir sus objetivos. Sólo así será posible establecer lo que esperamos lograr a 2024 y las fases para avanzar progresivamente hacia el fortalecimiento de la formación inicial docente.
*Es investigadora en Mexicanos Primero.