En las últimas décadas, la educación básica en nuestro país ha transitado por reformas que han respondido a la ideología e intereses de los gobiernos en turno, y a los enfoques y objetivos de organismos y foros internacionales. Cada una de las propuestas curriculares de tales reformas responde a rasgos epistemológicos, teóricos, estructurales y metodológicos en los que pueden identificarse rupturas y continuidades; sin embargo, todas han coincidido en presentar modelos pedagógicos prescriptivos y homogeneizantes.
Un problema común en los programas de estudio ha sido la dificultad para dar cumplimiento a la totalidad de los contenidos curriculares que en ellos se expresan. Y aunque en las últimas dos reformas se intentó atender esta situación mediante reorganizaciones por asignaturas, áreas o campos formativos, y modificando los tiempos lectivos destinados a cada disciplina, la sobrecarga de elementos curriculares no varió significativamente.
La Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) considera necesaria la transformación curricular, ya que las propuestas efectuadas en este sentido durante las últimas tres décadas han derivado en barreras que obstaculizan el ejercicio del derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes (NNA).
En Mejoredu conceptualizamos el currículo de forma amplia, de modo que prepare a NNA para enfrentar los desafíos del mundo complejo, cambiante e incierto que vivimos; les permita desarrollar al máximo posible sus aptitudes y capacidades para una vida plena, con sentido humano; les forme para pensar, actuar y participar de manera comprometida y responsable en el cuidado de sí mismos, de los otros y del medio ambiente en el que viven, tanto local como global; y les apoye para vivir en sociedades cada vez más complejas y plurales.
Esta propuesta curricular se estructura con los siguientes cuatro elementos:
1. Integración curricular, que posibilita el trabajo interdisciplinario a partir de la problematización de la realidad y la elaboración de proyectos donde intervienen los contenidos considerados fundamentales, que se organizan en campos formativos y ejes articuladores. De esta manera, se promueve una formación integral que sitúa los procesos formativos en el contexto del que la escuela forma parte.
2. Autonomía profesional del magisterio, para tomar decisiones relativas a la contextualización de los contenidos de los programas de estudio, de acuerdo con la realidad social, territorial, cultural y educativa de las y los estudiantes.
3. La comunidad como núcleo integrador de los procesos de enseñanza y aprendizaje, y de las relaciones de la escuela con la sociedad, donde se construyen y comparten saberes, valores, normas, culturas y formas de convivencia.
4. El derecho humano a la educación de las y los estudiantes como prioridad del Sistema Educativo Nacional.
El nuevo currículo muestra un diseño sencillo y flexible que integra los contenidos indispensables para la formación integral de NNA y responde a la diversidad de sus características, necesidades, condiciones de vida y contextos socioculturales. Promueve una educación humanista que pone en el centro el derecho a la educación de todas y todos los mexicanos.
El presente número de Educación en Movimiento se inscribe en el debate que el currículo 2022 ha generado entre quienes nos interesamos por la educación de nuestro país. Esperamos que sea motivo de reflexión y aprendizaje.
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Editorial publicado en el boletín ‘Educación en Movimiento‘ número 20 (tercera época) de Mejoredu.