Lejanos aquellos tiempos en que el discurso de la ex líder del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales, era infaltable en el protocolo de inauguración de un ciclo escolar.
Y es que por segundo año consecutivo, a su sucesor, Juan Díaz de la Torre, solo le ha correspondido callar.
Apostado en su asiento, aplaudiendo cada uno de los discursos simplones de los cuales estamos hasta el hartazgo, el líder magisterial solo se deja mirar totalmente abyecto, sometido, entregado y dispuesto a los designios del Gobierno Federal.
Si bien cuando la Maestra se hacía escuchar, era clara señal de su abultado señorío y ofensivo poder, lo que hoy tenemos no es más que una triste caricatura.
A toda luces aquí hay un exceso, porque recuperar la rectoría de la educación no significa que la organización que encabeza la defensa laboral del magisterio deba someterse y jurar obediencia fiel.
Tampoco la debida institucionalidad supone silencio sepulcral de quien está obligado a expresar la voz de los maestros.
Bajo esas premisas, es inadmisible el asalto sindical de éste Gobierno mezquino en aras de mantener el total control del magisterio a costa de lo que sea.