El derecho a aprender no necesita caudillos que lo sometan, sino servidores que lo faciliten.

Estamos concluyendo este proceso de examen de las propuestas de los candidatos a la Presidencia de la República, y abriendo una nueva etapa de ...
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Estamos concluyendo este proceso de examen de las propuestas de los candidatos a la Presidencia de la República, y abriendo una nueva etapa de deliberación en la comunidad nacional. Antes, durante y después de la elección, lo que pasa con la educación en México merece la más alta prioridad.

Seguiremos insistiendo por todos los canales, en todos los tonos, para todas las audiencias, en todas las coyunturas: la educación de tus hijas e hijos es de la mayor importancia.

Nuestro país será tan sano, justo y esperanzador como lo sean sus aulas, sus escuelas, en ese encuentro entre la vitalidad de la nueva generación y la madurez sazonada de las familias y los maestros.

Se hace justicia en los tribunales -y no siempre- pero es en la escuela donde se modela la convivencia social que la hace posible.

Se hace cultura política en los mítines y las páginas editoriales, en las votaciones y en las asambleas, pero todo comienza en aprender a leer para entender y participar; en tomar acuerdos libres sobre lo que nos concierne y en honrar la palabra en las interacciones de nuestro grupo escolar.

Para los que formamos Mexicanos Primero, la función social de la educación está en la equidad y la democracia. Es la generación, la potenciación, la aceleración de las oportunidades vitales, no un asunto que se reduce a un mejor mercado o la competitividad.

La auténtica defensa de la escuela pública que puede ser retórica; tiene que implicar hechos, tiene que implicar riesgos y en su momento enfrentamiento. Nos se puede quedar bien con todos. La auténtica defensa de la escuela pública es imparcial; no puede ser facciosa; no puede ser superficial, ni pequeña, ni definitiva. Está tan en la encrucijada de lo que somos y podemos como país, que su defensa debe ser apasionada pero con evidencia, una defensa  grande y continua, y eventualmente arriesgada, porque no a todos los responsables les gusta que los encaren con su responsabilidad.

Estamos a menos de una semana de la elección, y para el tema educativo esa cita cívica es más un punto de partida que uno de llegada. Los mexicanos daremos un voto de confianza, no un voto de ceguera. Es un mandato que los ganadores reciben, no un regalo a repartir entre sus favoritos, sino un servicio renovado sobre el que deben rendir cuentas desde las primeras etapas.

El proyecto educativo es responsabilidad de todos. Es responsabilidad de todos los grupos, de cada familia, de cada ciudadano. Sostenemos que, gane quien gane, la transformación debe seguir. No depende de un candidato, sino de la sociedad.

Tras el conteo y la constancia de mayoría, sigue la entrega / recepción que estaremos monitoreando, para que los que se van no dejen un tiradero sin asegurar que sigue funcionando lo fundamental, ni se queden sin resolver problemas prevenibles en estos seis meses, que sorprendan a los que llegan.

Deberemos todos estar vigilantes, y nuestro equipo hará lo propio, para que los que llegan no sean engañados con datos falsos y con dificultades omitidas, pero también para que quede constancia de lo que reciben, y así no haya lugar a que culpen a los que los antecedieron, por si la impericia o negligencia de los nuevos pone en peligro lo logrado.

Estaremos atentos a los anuncios en la transición, y en los perfiles de los designados para las distintas responsabilidades de la administración federal de la educación. ¿Qué perfil debe tener el subsecretario de básica o el de planeación, el oficial mayor y el responsable del servicio profesional docente? Ni cuotas ni cuates. No pueden ser ignorantes, improvisados o representantes voraces de un reparto.

Los que no ganen deberán, a su vez, ser oposición responsable y autorizada, y sus colegas en las cámaras un contrapeso para tomar las mejores decisiones, para cumplir y hacer cumplir la ley.

Ya sea desde el gobierno o desde la oposición, debemos velar porque los representantes impulsen el derecho a aprender, para que aseguren la formación de los maestros, la participación de las familias, la transparencia y eficiencia en el gasto, la colaboración y el respeto a la autonomía del INEE y a la soberanía de las entidades federativas. Si son gobierno, un gobierno que rinda cuentas y sume actores; si son oposición, una oposición socialmente responsable.

El ejercicio Educa a tu Candidato nos confirmó que el cuestionamiento sí sirve, que el emplazamiento sí funciona, que las aclaraciones perfilan mejores planes. Quedó demostrado que sin demanda informada no hay propuesta más sólida.

Como expresión de sociedad civil, estamos por ampliar el diálogo, no por cerrarlo. Las ideas que se expresaron en la campaña se convierten ahora en patrimonio común. Aunque no gane López Obrador, sería miopía no retomar su propuesta de escuelas participativas. Aunque no gane Anaya, sería mezquindad no considerar la idea de se formen equipos itinerantes para el SATE, el servicio de asistencia técnica a la escuela, que llegue a cada plantel especialmente a los alejados. Aunque no gane Meade, es un proyecto digno de consideración una instancia vigorosa Pro Docente, como le llamó, una estructura institucional que se ocupe de forma sólida y continua de la formación de los maestros. Aunque no gane Rodríguez, hay que retomar su preocupación por mejorar las condiciones laborales de los maestros de inglés en las escuelas.

El acento que usamos en este ejercicio lo vamos aun a profundizar. Dígannos cómo. Cómo le va a hacer. Con quién. Con qué controles y verificaciones. En qué vamos a notar que de verdad les va mejor a los maestros. En qué vamos a ver que no perdemos rumbo, sino que las niñas y los niños ganaron en forma tangible.

Un paso adelante en los derechos humanos no es que se hagan más anuncios de que se respetarán, sino que efectivamente haya más instancias para su ejercicio libre. El derecho a aprender no necesita caudillos que lo sometan, sino servidores que lo faciliten. ¿En qué y cómo el secretario de educación federal mejorará lo que hicieron sus predecesores? ¿Será su trabajo uno de mera continuidad y mediocridad, o peor, uno de soberbia y cerrazón? O bien en contraste ¿será un periodo amplitud y efectividad? ¿Qué pifias y distorsiones va a evitar y corregir ella y su equipo? Llevamos siete secretarios en once años, y antes de llegar a doce años, tendremos a el o la octava ¿en qué veremos su mejor servicio?

La transformación educativa es celosa. No aguanta dilaciones y titubeos. Los improvisados la dañan, los autoritarios la ahogan, los tibios la retrasan. Es prioridad, siempre. Sobre todo, requiere de muchos; en sentido estricto, requiere de todos: familias involucradas, medios críticos, una sociedad civil que no se amilane ni se pliegue, que no busque ventaja y que cada vez más aporte ideas y proyectos.

Vemos con esperanza la renovación que seguirá a esta contienda; que lo debatido nos deje el reto de ajustar para mejorar, sin pretextos, sin coartadas. Les deseamos lo mejor a los candidatos, y les aseguramos nuestra colaboración sincera, nuestro examen basado en evidencia y nuestra crítica fundada.

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