En este tiempo de pandemia, ser docente de educación básica es un arte. El arte de entregarse a los más pequeños conjuntando exigencias, desigualdades, historias, programas, habilidades y carencias propias para lograr algo: aprendizaje.
También es cierto, que hoy más que nunca necesitamos aprender y enseñar habilidades socioemocionales pues tienen un “papel central en el aprendizaje de los niños, así como en la capacidad de las personas para relacionarse y desarrollarse como seres sanos, creativos y productivos” (SEP, 2016, p.173). Seguro que lo queremos, pero ¿lo estamos logrando?
Por otro lado, es necesario pensar que a veces enseñamos algo que no sabemos que enseñamos, esto puede ser parte del currículum oculto.
El concepto de currículum oculto engloba los significados y efectos no previstos de manera oficial en el programa, que se van aprendiendo en el contexto de educación formal (Torres, 1991). Estos aprendizajes no explícitos, pueden ser clasificados como negativos o positivos para los estudiantes.
Hablando de manera negativa, es posible que por falta de tiempo prioricemos los aprendizajes/asignaturas conceptuales porque son los que vienen en el examen trimestral y urge avanzar en contenidos, depositar los más posibles en la mente del alumno para así tener elementos que desde mi autoridad me permitan asignar una calificación.
Derivado de lo anterior, las habilidades socioemocionales las hacemos esperar, pues al no ser sujetas de una evaluación numérica en boleta, ni presentarse en el examen trimestral, las enseñamos cuando hay más tiempo ¿Pueden esperar para cuando haya tiempo? Hoy, sabemos que no.
Nos falta tiempo, y la realidad es compleja, eso es un hecho.
Si bien es cierto que identificar las emociones de los alumnos y ser empáticos ante sus situaciones de vida son los primeros pasos para el trabajo socioemocional; no podemos negar que la salud mental requiere tiempo y práctica constante; por ello, necesitamos concretar situaciones de aprendizaje de autoconocimiento, autonomía, autoestima y regulación emocional, todos los días, aún a distancia.
Por eso, hagamos uso de lo positivo del currículum oculto. Hagámonos conscientes de lo que no sabemos que enseñamos, eliminando lo negativo y buscando lo positivo.
En educación socioemocional, no dejemos de intentarlo. Preguntémonos, conozcámonos, vayamos más allá de lo que nos dicen que hagamos. No nos conformemos con solo cumplir lo que nos toca.
Utilicemos los materiales como los ficheros del Programa Nacional de Convivencia Escolar, las Herramientas para el soporte emocional para la educación en contextos de emergencia, o la misma programación de Aprende en casa II; démosle creatividad y persistencia. No para un Plan Escolar de Mejora Continua, o para mi producto del Consejo Técnico Escolar, sino realmente como mi parte de mi estrategia pedagógica.
Busquemos actividades permanentes, donde el alumno continúe siete días a la semana reflexionando, practicando, compartiendo algo de lo aprendido. Frases inspiradoras pegadas en la pared de la casa, dibujos todos los días, un diario emocional, un club virtual solo para convivir, historias motivantes, poemas que los hagan conscientes de sus sentimientos, utilicemos los videojuegos y los youtubers como aliados; la ropa, la cocina, y las mascotas. Pero pensemos, también, en las habilidades específicas a desarrollar: autoconocimiento, autonomía, autoestima y regulación emocional; todos los días y a todas horas.
Sigamos compartiendo entre docentes, creando situaciones que valoren el aprendizaje informal, motivando intrínsecamente al estudiante, modelemos el aprendizaje, centrémonos en el alumno.
Tal vez ahora todo es más lento, pero por favor, no dejemos de intentarlo.
Referencias:
Secretaría de Educación Pública. (2016). Propuesta Curricular para la Educación Obligatoria. SEP.
Torres, J. (1991). El currículum oculto. Ediciones Morata