Un ciclo escolar cierra una vez más y, con ello, se abre la posibilidad de reflexión de varias cuestiones, en este escrito, nos tomaremos unas líneas para hablar acerca de la efectividad del calendario escolar en los centros escolares. No es cuestión menor, pues en el calendario escolar se plasman los días de trabajo efectivos de clase en las aulas. La situación es reflexionar acerca de qué tan efectivos son.
El pasado 25 de enero del 2016, el titular de la Secretaría de Educación Pública, Aurelio Nuño, presentó el plan La Escuela al Centro, el cual tiene como objetivo fundamental, mejorar la organización de las escuelas, a través de involucrar a los diferentes actores de los centros escolares en la toma de decisiones de la escuela. La finalidad es desarrollar la autonomía de gestión en cada uno de los planteles, de acuerdo a sus necesidades particulares. La máxima última es elevar la calidad educativa a partir de distintas acciones.
El plan La escuela al Centro, desarrolla seis líneas de acción para cumplir con el objetivo de mejorar la organización de los centros escolares, las cuales son: 1) una nueva organización de la escuela con menos burocracia; 2) más recursos para las escuelas; 3) fortalecimiento de los Consejos Técnicos Escolares; 4) la participación social activa; 5) las escuelas de verano y, 6) mejor uso del tiempo en la jornada escolar.
El punto que tiene que ver con el mejor uso del tiempo en la jornada escolar implica una reflexión que se puede presentar bajo dos aspectos:
a) El calendario escolar es como una acción administrativa, al parecer, con pocas implicaciones pedagógicas. A partir de la modificación al artículo 51 de la Ley General de Educación, la estructura del calendario escolar presentó dos opciones (para el ciclo escolar 2017-2018, serán tres): un calendario con 185 días y otro con 200 días. Cada una de las escuelas eligió de acuerdo a sus necesidades e intereses un calendario. Cuál es la cuestión, que la flexibilidad en la elección de un calendario u otro implicaba por parte de los actores de los centros escolares un plan estratégico y sistemático con miras al desarrollo de actividades de aprendizaje. La finalidad es y se expresa de manera literal en el artículo 51 de la Ley General de Educación: “reducir las cargas administrativas de los maestros, alcanzar más horas efectivas de clase y, en general, lograr la prestación del servicio educativo con mayor pertinencia, calidad y eficiencia…atender de manera prioritaria los fines pedagógicos”.
Es un acierto pensar que el calendario escolar tenga que cumplir, en un primer momento con “horas efectivas de clase” y que se priorice las actividades de aprendizaje. Sin duda, estamos de acuerdo. Más, cuando el propio titular de la SEP, refiere, que en México destinamos solo el 56% de tiempo efectivo en el desarrollo de actividades de aprendizaje, preocupante. Por ello, la meta es alcanzar el 85% de tiempo efectivo en el aula de clases. Cuando en el ámbito educativo, lo pedagógico está por encima de lo administrativo y lo político, hablamos que vamos por buen rumbo. La cuestión es que esto no es así, la realidad supera al discurso.
En las aulas de nuestros centros escolares, “las clases efectivas”, están en cuestión. Desde hace días, por lo menos, desde que inicia julio, podemos mirar que en el aula y en los centros escolares, se desarrollan distintas actividades que poco tienen como prioridad lo pedagógico. Puede ser por diversas cuestiones: 1) la carga administrativa que existe en los centros escolares, documentación que se tiene que entregar a los alumnos y que no está lista un día antes de la clausura; 2) la evaluación anticipada de los alumnos, es obvio que existe, las evaluaciones se capturan con tiempo, en lapsos específicos que a nivel administrativo lo demandan; 3) la inasistencia notable de los alumnos, ¿por qué no asisten? porque ya se sienten evaluados, porque ya no tienen clases formales; 4) porque ahora la preocupación está centrada en el aseo y en la atención al mobiliario, se tiene que dejar en las mejores condiciones para el ciclo escolar entrante.
Son algunos aspectos que se pueden referir, seguramente, hay más motivos. Si esto es así, ¿hay clases efectivas los 185 o 200 días que marca el calendario escolar? Una vez más, parece, que la reforma educativa empieza al revés, primero traza un calendario escolar que no converge con las condiciones en las que operan los centros escolares. Pensar un calendario escolar, solo en términos de aumentar el número de días o el número de horas en la jornada escolar, no es la solución. El problema de la educación es más complejo, necesita una mirada fina e integral. La elección del calendario escolar no puede remitirse a una elección administrativa y soslayar lo pedagógico.
b) México con un calendario escolar que supera el promedio de los países miembros de la OCDE. Los parámetros que utilizan los organismos internacionales para establecer ciertas acciones, sin duda, pueden ser un referente importante; sin embargo, muchos de los parámetros tiene una lectura tajante de los números. Las estadísticas se toman tal cual se representa en números. Lo anterior es peligroso y limitado. Los números se contextualizan y se humanizan. No son las mismas condiciones en las que opera un calendario escolar en Finlandia que en México. Parece sencillo de entender, la situación es que no se mira. Las acciones propuestas por nuestras autoridades parece que poco las miran y las oyen. Grave problema.
Una cuestión, ¿por qué insistir en un calendario escolar que está por encima de países miembros de la OCDE? No es una pregunta ingenua. Si el modelo a seguir puede ser Finlandia ¿por qué aumentar los días en el calendario escolar? porque seguramente, a mayor número de días u horas en los centros escolares mayor aprendizaje. Parece que no. No puede haber una reducción del ámbito a esta lógica de mercado. La educación atiende a otras condiciones y situaciones. Incluso, los resultados nos muestran que no es el camino a seguir en México. Sería importante conocer las condiciones reales en las que opera el calendario escolar en las escuelas en México, si no lo vemos, poco podemos observar en cambios. Seguiremos con un panorama desolador.
Sería importante reflexionar de manera seria y profunda sobre las condiciones en las que opera el calendario escolar en nuestro país. Hace unos días ya se anunció que para este ciclo escolar 2017-2018, habrá tres calendarios para elegir. Una vez más les decimos a nuestras autoridades educativas, antes de implementar una estrategia nueva, porque no evaluamos lo que pasó en este ciclo escolar con la propuesta de estos dos calendarios. Desgraciadamente, la política de evaluación en nuestro querido México no es una práctica común. Ahora tendremos tres opciones, mientras tanto, nuestros niños esperando con ilusión cerrar un ciclo escolar con clases efectivas.