“Para dominar, el dominador no tiene otro camino sino negar a las masas populares la praxis verdadera. Negarles el derecho de decir su palabra, de pensar correctamente”. Paulo Freire
En 1994, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) designó el 5 de octubre como el Día Mundial de los Docentes. Esta fecha se estableció para honrar la labor incansable de las personas que, en todos los niveles educativos, se comprometen a educar y formar a las futuras generaciones.
Vivimos en una era globalizada, caracterizada a menudo por el consumismo, el individualismo y un declive en la solidaridad social. En este contexto, surge con más fuerza que nunca la necesidad de educadores que no solo transmitan información, sino que también formen individuos críticos, empáticos y conscientes de su entorno. La educación que recibimos moldea nuestro pensamiento y nuestra sociedad, evidenciando que nunca ha sido un proceso neutral.
Paulo Freire, ya nos alertaba sobre una educación que se limitara a ser meramente instrumental e irreflexiva. Los docentes deben trascender el rol de simples transmisores de datos y convertirse en verdaderos mediadores culturales, inspirando y fomentando la transformación social. Si bien el avance tecnológico ofrece una vasta cantidad de información, es la educación y el docente en particular, quien proporciona la ética y los valores para usarla con responsabilidad y propósito.
Para que los docentes puedan llevar a cabo esta crucial labor, es imperativo que cuenten con el apoyo necesario. Desde el ámbito gubernamental, esto significa brindar confianza, aligerar cargas administrativas, fortalecer la infraestructura educativa, ofrecer salarios dignos y garantizar la libertad académica. Además, la sociedad en su conjunto debe valorar y reconocer la complejidad y profundidad de la formación pedagógica, comprendiendo que enseñar va más allá de transmitir conocimientos; implica comprender y atender a la humanidad en toda su diversidad.
El hogar también juega un papel fundamental en este proceso. Es vital que las familias entiendan que la formación docente abarca no solo habilidades pedagógicas, ni solamente pararse frente a un grupo a repetir una lección, sino complejos conocimientos sociales, culturales y biológicos, adquiridos en años de estudio y experiencia para desarrollar estas competencias y que juntos determinan la mejor manera de guiar el aprendizaje.
La educación es un viaje continuo, presente en cada momento de nuestras vidas. A pesar de ello, es esencial reconocer que ser docente no es tarea para cualquiera. Requiere años de preparación especializada, experiencia y una profunda vocación.
Así que, en este Día Mundial de los Docentes, es imperativo reconocer y revalorar el papel central de nuestros docentes en la sociedad. Es una ocasión para reflexionar sobre su inmensa contribución al bienestar social y comunitario así como entender que los países cuyos sistemas educativos les han transformado en grandes potencias, lo han hecho bajo la piedra angular del reconocimiento social del docente. Porque la educación es el camino…