Por: Jennifer O’Donoghue*
Desde agosto, hemos observado los 21 foros sobre la educación llevados a cabo. Aunque cada uno tiene su toque particular, hemos ido conociendo su dinámica general: ponencias de tres minutos, algunas “representativas” y otras sorteadas por tómbola; la relatoría de las propuestas y la presentación de los resultados de una encuesta nacional; y las palabras del futuro secretario de Educación.
En el foro en Campeche, su afirmación final, “tenemos que ponernos de acuerdo sobre nuestro proyecto educativo, y para ello están estos foros”, me dejó reflexiva.
La educación es nuestro proyecto social más importante; necesitamos que cada vez más personas participen en las decisiones sobre ella. Pero, ¿los foros cumplen este propósito? ¿Es posible ponernos de acuerdo en un evento con 3 mil personas, sentadas, viendo hacia el pódium donde pasan a exponer unos 40? Puede ser que nos escuchamos, aunque se dificulta en medio de chiflas y aplausos.
Y no se puede subestimar la complejidad para cualquier persona de estar sentada, durante tres horas. Construir un acuerdo requiere oportunidades no sólo para escuchar al otro, sino también para ser escuchado, compartir perspectivas, experiencias y propuestas: para dialogar.
El diálogo nos brinda la oportunidad de cambiar nuestras ideas. Un acuerdo implica que llegamos a algo nuevo donde juntos construimos nuestro camino. No es fácil; nos reta ver más allá de intereses personales, reconsiderar supuestos y prejuicios, y cambiar nuestra manera de ver al mundo.
A todo esto, agregamos lo complejo de la política educativa. Aun cuando coincidimos en nuestras aspiraciones, hay múltiples maneras de buscarlas. En los foros se ha hablado de la necesidad de acompañar a cada docente con formación continua que le apoye desde su contexto y necesidades particulares.
Pero entender qué se ha hecho, qué ha funcionado y qué no, y cómo lograr que una formación efectiva supera por mucho lo que se puede expresar en tres minutos. Esto no quiere decir que los foros no son espacios valiosos.
En las últimas seis semanas, hemos atestiguado el esfuerzo e interés de decenas de miles de personas -principalmente maestros– de ser escuchados. Una maestra lamentó, después de la cancelación del foro en Guerrero, que ya perdió su oportunidad de ser considerada en lo que sigue. Y se entiende.
En México tenemos una tradición de “hacer foros”, momentos efímeros de “participación”, seguidos por años de “no se preocupen, nosotros nos encargamos de aquí en adelante” por parte de las autoridades.
Que esta vez sea distinta, dependerá de qué tan dispuestas están las autoridades a seguir abriendo espacios para la participación de la sociedad. Pero en gran medida dependerá de nosotros y de qué hacemos para acompañar la educación a largo plazo y no sólo una vez cada seis años.
*Es Directora General en Mexicanos Primero.
Twitter: @JENNODJOD