Llega el aplicador a la escuela con la caja contenedora de las hojas con las preguntas y respuestas del examen que en breve será aplicado a los alumnos de los maestros que de forma voluntaria están participando en el Programa de Carrera Magisterial y sus variantes estatales según el sindicato ajeno al SNTE, pertenezcan.
Con la tradición protocolaria de los pasados exámenes del Programa ENLACE que servían también para otorgarle una calificación al docente en el Programa mencionado en el párrafo anterior, el asombro fue enorme cuando el aplicador comenta que la duración del mismo será de una hora nada más; que en cada grupo se aplicarán pruebas de una sola hoja la cual contendrá una sola asignatura; el tiempo permitido está establecido pues la “facilidad” de la prueba radica en el número de preguntas por asignatura, ya que hay desde ocho reactivos hasta veintidós de ellos.
Entonces, en un salón de clases de tercero, cuarto, quinto o sexto grados los alumnos presentarán todas las asignaturas, sí, pero de forma individual y sólo una por cada sustentante en donde deberán movilizar sus competencias para contestar ocho o más preguntas, hasta llegar a veintidós y con ello dar una calificación al maestro de grupo.
Si la prueba fuese para evaluar la capacidad del docente en tal o cual asignatura, la preferencia del alumno por aquélla o ésta materia, la influencia de proceso de enseñanza y aprendizaje hacia tal o cual campo de formación, esta aplicación sería ideal. Pero ¿para otorgar un puntaje al maestro participante en el Programa de Carrera Magisterial? Creo que no.
Razones: Es cierto que los maestros enseñamos y creamos situaciones para que nuestros alumnos aprendan todas las asignaturas, pero es bien sabido que por las propias competencias, nuestros chicos tienen cierta preferencia hacia alguna en particular, entonces ¿si le toca alguna que no le guste mucho?; también es cierto que nuestros alumnos saben participar en estos exámenes pues los maestros hacen prácticas para correlacionar muy bien las preguntas, la respuesta correcta y el llenado del alveolo correspondiente, sin embargo ¿cómo reaccionan, el niño que tiene ocho preguntas y el niño que tiene más del doble? El azar juega un juego importante en esta aplicación cuya respuesta nacional pudiera ser la famosa mentira matemática amparada por la descripción cualitativa del teórico especialista en probabilidad y estadística que únicamente sea aprovechada para rellenar aún más la expresión mediática que responsabiliza al docente como el único causante de la debacle educativa en México. Pero falta algo más importante, la calificación que el maestro obtendrá con esta prueba.
Interrogantes: ¿Qué criterios empleará el programa para asignarle una calificación al docente? ¿Qué parámetros está calificando? ¿Cómo justifica las competencias que evalúa? ¿Cómo será la interpretación de los resultados? ¿Qué argumentos empleará el Programa para convencer al docente de lo justo de su calificación?
Aclaro, no estoy en contra de la evaluación al maestro, no. Pero me gustaría que ésta fuera más convincente, más cercana al verdadero trabajo en el aula y que considere las carencias, las zonas económicas, esas importantes cosas que sólo quien está frente a grupo durante el curso escolar llega a conocer muy bien para brindar educación de calidad a quienes tiene bajo su tutela. No lamento que Carrera Magisterial esté en su etapa agónica; si ha servido o no para la mejora económica del magisterio, para quienes estamos en alguna letra afirmamos la postura, sí sirve; para quienes después de tantos intentos lo ha dejado por decepción o frustración, ¡ánimo compañeros! Insistamos una vez más; para aquellos corruptos que han ingresado o promovido mediante el regalo, el chanchullo, la mordida, la compra venta de evaluaciones ¡disfrútenlo! Pero para la calidad educativa que tanto añoran nuestros funcionarios de traje fino ante los organismos internacionales, creo que no está dando los resultados programados ni con sus reformas injustas y frenadas parcialmente por la protesta del magisterio.
Concluyo argumentando que el maestro no requiere de reformas constitucionales o evaluaciones ambiguas para ser mejor cada día. Requiere de mejores escuelas, mejores espacios donde trabajar, más y mejor capacitación, más y mejores herramientas tecnológicas para despegar de este sistema educativo manejado por quienes ostentan un cargo rimbombante y de buena paga sin escuchar la verdadera voz de los que sabemos qué es educar con calidad.