Por: Fernando Oziel Cruz Evangelista.*
Hace algunos días celebramos a las y los maestros de nuestro país, las personas encargadas por la sociedad para educar a las nuevas generaciones. Sin embargo, existen otras figuras institucionales que aportan su experiencia y coadyuvan a estructurar una visión compartida de los alcances de la educación: los directores escolares.
Hoy en día la función de dirección escolar se encuentra en una de las transiciones generacionales más importantes de la historia, aunado a una reforma que pretende iniciar el rumbo de la transformación de la educación pública. Por ello, me gustaría compartirles dos visitas a escuelas de educación básica en estados peninsulares, donde la observación in situ de los procesos educativos, me permitió aprender cómo se interrelacionan ciertos factores para generar cambios significativos en sus comunidades.
La primera, en una escuela primaria en el municipio de Muxupip, Yucatán. Su director ha logrado establecer un clima de trabajo colaborativo entre el personal a su cargo y las familias de la comunidad compartiendo la responsabilidad del aprendizaje y la formación de sus hijos.
Al paso de los meses, logró una serie de apoyos en infraestructura e impulsó una red de observación pedagógica: cada mes, se reúnen los directivos de su zona en una de las escuelas y, con una metodología de observación, se observa y apoya a los profesores en sus áreas de oportunidad y se reconocen buenas prácticas; las cuales, de regreso en sus instituciones, los directores las dan a conocer y contextualizan entre su colectivo docente.
El segundo caso ocurre en Chancah Veracruz, municipio de Felipe Carrillo Puerto, en Quintana Roo. El director de la telesecundaria se ha propuesto crear espacios para que los estudiantes y la comunidad en general se informen y aprendan utilizando la tecnología. Incansable en su narrativa, conversa apasionadamente sobre sus estudiantes. Al paso del tiempo, ha logrado que la escuela se convierta en un centro de acceso a internet para toda la comunidad de origen maya. Fue sorprendente observar como los estudiantes investigan en la red, preguntan a sus compañeros, se acercan al profesor… Todo en un ambiente de búsquedas y encuentros ¡con el mundo! “Siento que una de mis principales responsabilidades es traerles el futuro a los estudiantes”, reflexiona el director.
¿Qué podemos aprender de estas dos prácticas de liderazgo escolar?
• Primero, coloca en el centro del discurso y de sus acciones a los estudiantes. Lo que motiva a seguir adelante a un líder escolar es su convicción por mostrar nuevos horizontes a los estudiantes y sus profesores.
• Segundo, una visión a mediano y largo plazo de qué y cómo desean transformar su escuela, es decir, un líder escolar sabe hacia dónde se dirige como institución, reconoce sus límites contextuales y a partir de ahí, facilita la construcción de un proyecto en el que todos participan.
• Un líder escolar deja a un lado su interés personal; comparten y priorizan en colectivo las necesidades de la comunidad para que la escuela se convierta en una herramienta de transformación social.
• Así también, un director necesita espacios de retroalimentación para compartir y aprender desde la experiencia de otros líderes escolares.
• Por último, un líder escolar aprende con sus maestros y reconoce la entrega y entusiasmo de los mismos, además del acompañamiento sistemático en el desarrollo profesional de ambos.
Por ello, no dejemos de felicitar y agradecer también a las y los directores que se encuentran en las escuelas de nuestro país compartiendo su experiencia y aprendiendo con las nuevas generaciones. Desde la sociedad civil reconocemos su labor como los principales defensores y promotores del derecho a aprender de las niñas, niños y jóvenes de nuestro país.
* Coordinador de Liderazgo Educativo en Mexicanos Primero.
Twitter:@FhernandOziel