Después de tantos días de cuarentena, sin saber con exactitud qué día regresaremos a clases, a los estudiantes también nos duele; los que somos futuros formadores, los que somos estudiantes de una escuela formadora de formadores; sí, también nos duele.
Y es que, si bien es cierto que aún no somos docentes, también es cierto que estamos en proceso de serlo; de hecho, durante nuestra formación en los distintos semestres, hemos ido a prácticas que nos han servido para darnos cuenta del arduo trabajo que significa ser docente, pero también, para preocuparnos por quienes han sido nuestros alumnos en esas jornadas de práctica. Es imposible no pensar en todos aquellos niños que viven en un núcleo familiar violento. Imposible es no pensar en que la escuela es su único refugio. Imposible es no pensar en que el aula es el lugar donde pasan un buen rato; sí, el lugar en que olvidan un poco sus penas.
Es por eso que lo hoy me hace reflexionar sobre esta situación, es que el aprendizaje requiere constancia y mucha práctica; sí, un ejercicio que, poco a poco, se va logrando gracias a los docentes que, desde el primer día de clases en la escuela normal, no paran de trabajar y, mucho menos, lo han hecho durante este confinamiento; no paran de buscar maneras para seguir estando a nuestro lado, enseñándonos; porque si bien se ha dicho, a través de los distintos medios de comunicación, que la educación no está en cuarentena, las clases virtuales que nos han dado en estos días, han reflejado lo que se vive en las aulas: docentes que preparan su clase, con ejemplos divertidos e innovadores, que nos incentivan a aprender y a buscar todos los recursos para el logro de nuestro aprendizaje. No obstante lo anterior, estos espacios de convivencia “virtual” también han develado lo que muchos alumnos vivimos cotidianamente, un concierto de “sinsabores” pero que dejan entrever a los compañeros que si nos interesa nuestra carrera, los que cursamos y aprovechamos hasta el más pequeño de los conocimientos que nos brindan nuestros profesores, aun cuando no asistamos a la escuela; siempre buscamos la forma de adecuarnos a la situación, pues ello es, y será, la base de nuestra carrera: adecuar las formas a las necesidades de nuestros alumnos o bien, a las diversas situaciones que surjan del proceso de enseñanza y de aprendizaje.
Ahora bien, por ser una futura formadora y teniendo pequeños en casa, mi labor durante esta cuarentena ha sido no abandonarlos; ellos se han convertido en mis alumnos y yo en su “maestra”. Al respecto, sé que buena parte de mis compañeros han (y hemos) estado haciendo un gran esfuerzo ayudando a estos chiquitos con las tareas que les han dejado sus maestros, ya sea explicando los temas que, por su propia naturaleza, se les dificultan o no entienden, o simplemente jugando con ellos. Curiosamente, no sólo atendemos un grado, sino varios grados a la vez, es como tener en casa una pequeña escuela multigrado. Desde mi perspectiva, esto hace que la cuarentena de los niños sea más llevadera, más ligera; convierte sus tareas y trabajos en algo divertido, y nosotros, ponemos en práctica las diversas estrategias didácticas que nos han enseñado nuestros maestros en la normal. Es hoy, en esta cuarentena, el momento de aportar algo a nuestra sociedad, a nuestra familia, a los nuestros.
Ante todo, frente a esta contingencia, los futuros formadores estamos conscientes de la gran responsabilidad y compromiso que tenemos con nuestra familia, con los niños que tenemos en casa, con nuestra sociedad y, en medida de lo posible, atendemos las indicaciones de nuestras autoridades educativas, pero jamás olvidando el amor que tenemos por nuestra carrera, ni las razones por las que decidimos estudiar en una escuela de formadora de maestros.
Por eso hoy quiero decirles a ustedes, a mis alumnos, a mis compañeros futuros docentes, a mis maestros, a toda la sociedad, que mantengamos firme la esperanza y que valoremos el trabajo y esfuerzo que todos están haciendo ante esta pandemia; que seamos más responsables con nuestro aprendizaje y el de los nuestros; que unamos fuerzas y ampliemos nuestra inteligencia; saldremos adelante, estoy segura de ello.
Sí, volveremos a encontrarnos en las aulas para compartir nuestros saberes… Sí, ya nos abrazaremos.