Carta abierta a los familiares de los Normalistas de Ayotzinapa

Queridos/as padres, madres, esposas, hermanos/as y compañer@s de los 43 Normalistas desaparecidos. Acompañando su dolor, ahí estamos miles ...
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Queridos/as padres, madres, esposas, hermanos/as y compañer@s de los 43 Normalistas desaparecidos.

Acompañando su dolor, ahí estamos miles recordándoles que no están solos/as.

Reivindicando las voces de justicia que claman que sus hijos, hijos nuestros también, aparezcan con vida, estamos miles. Estoy YO, y conmigo muchas madres, padres, hermanas, hermanos, hijos, hijas, que sabemos que la justicia es uno de los derechos humanos más preciados.

Tener un hijo/a aguerrido clamando y exigiendo sus derechos y los derechos de sus pueblos, no es una falta, es un privilegio. Sus hijos, hijos míos también, tienen sueños que cumplir, metas que alcanzar; por eso, deben aparecer con vida.

Hoy quisiera decirles a ustedes –padres, madres, hermanos/as, esposas, tíos/as, madrinas, padrinos, compañeros/as- de estos nuestros hijos Normalistas que su dolor abrió una herida muy honda y profunda en miles de nosotros/as;  sólo sanará cuando haya justicia. Su dolor es nuestro; su esperanza es de todos/as. Sus lágrimas son compartidas, su indignación es motor de la resistencia.

Necesitamos alivio; nuestra desdicha necesita un aliciente para recobrar bríos. No tendremos reposo hasta que aparezcan con vida. Y sin embargo, aquí están mis palabras de aliento, consuelo lejano que cercano está al corazón de ustedes. Aquí está mi voz acompañando sus plegarias. Aquí está mi coraje encontrando digno cauce a la rabia contenida… aquí estamos muchos/as.

Vaya la presente para expresar mi gratitud, por estos hijos suyos que han tenido el valor de gritar lo que otros callamos.

Vaya la presente para expresar mi admiración por ustedes padres y madres, sus hijos son dignos representantes de los valores que no se aprenden en la escuela, se aprenden del testimonio visto en la casa.

Vaya la presente para reconocer que estos hijos suyos son semillas de una vigorosa juventud ansiosa de mitigar el sufrimiento de este lastimoso país.

Vaya mi solidaridad para acompañar su sufrimiento;

Vaya mi grito que junto al de muchos otros/as exige:

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

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