Más que nunca nos encontramos desprotegidos, escondidos en la indefensión, vulnerables ante cualquier amenaza o peligro; nada existe que garantice nuestro regreso a casa. Solo queda vivir al día en medio de la discriminación, el abuso recurrente, el sarcasmo que empequeñece la autoestima, la ironía que golpea las puertas de la provocación.
En un ambiente contaminado por la corrupción social y la perdida de los valores humanos indispensables para la sana convivencia, el bullying explota como un volcán, y es un problema que siempre ha existido; solo que, lo que ayer fue un “catarrito” hoy se ha convertido en una pulmonía que ha puesto la escuela al borde del desahuciamiento; y mientras unos apuestan por la eutanasia contra otros que optan por más analgésicos, los salones de clases se manchan de sangre, semejante a los motines de los sistemas carcelarios.
Si bien es necesario y hace falta un atlas del Bullying en los centros escolares del país, no es suficiente, se requieren oficinas y centros de atención especializados en esta problemática. Repartir trípticos a los CONAPASE y rellenar formatos (informes mayormente falsos) no es suficiente.
Echar a andar “un programita” piloto a ver si resulta es descuido de persona así como omisión de responsabilidades ante un problema URGENTE; y por lo tanto no es suficiente.
Podríamos empezar por condicionar las dádivas del gobierno hacia gente, sancionando padres y madres irresponsables y negligentes en la administración y educación familiar.
Capacitar realmente a los docentes, directivos y personal de apoyo, en TODOS los centros educativos de cada nivel escolar (no esperar a que aparezca otro muertito); así como se ha hecho ante sismos, etcétera, porque en esta ocasión el riesgo es mayor…pues se trata de una amenaza humana.
Esperemos que se anuncie un protocolo de acción sobre este problema que más que grave es vergonzoso y degradante de la especie que domina el planeta. Y si viene acompañadito de un manual de sugerencias con medidas de atención y corrección para cada aula escolar, para cada docente; que le de opciones y la garantía de que conservará su trabajo y de paso su libertad, eso sería mejor, mucho mejor.