Tiempos difíciles solo por herir, solo por golpear, tiempos de angustia para unos y de indiferencia para otros; muchos señalamientos con doble intención, que se ríen detrás de los ventanales, que complacen mentes inconscientes del daño causado.
Tiempos de renovación falsa, mentirosa, insaciable…argucias de cambio ríspido, un ensueño superficial de perversión política.
Maestro frente a grupo que cuidas tu trabajo, que dependes de él, que has llegado a quererlo por la gratitud que ha nacido de tu corazón, hoy vives bajo amenaza… es más, no vives, solo sobrevives.
Bajo amenaza porque hay muchas leyes que solo te intimidan, te observan, te fiscalizan, te auditan, te acosan, te asedian al amparo de la prepotencia; todo bajo la complacencia de un ser autoritario y sobre explotador.
Leyes mordaces que se transfiguran en directores(as), supervisores(as), y jefes(as) de sector sin memoria, sin recuerdos, sin el pasado donde fueron humanos; autómatas de una jerarquía obsoleta y obsequiosa que solo se reviste de arrogancia y pedantería ante las necesidades escolares.
Seres amnésicos y distantes de sus subordinados, que no tienen popularidad porque se han alejado de los principios verdaderos de un buen educador, personajes que por quedar bien con el “sistema” sacrifican sus buenos inicios y el gesto de un saludo sincero de quienes un día los apreciaron verdaderamente.
¿Trabajas contento sintiendo que puedes quedarte desempleado cualquier día de estos?
¿Y es justo sentirte señalado por alguien que no sabe cómo trabajas, que desconoce tu trayectoria, y aun así te juzga con arrogancia?
El sentido común te dice responder que NO. Porque tienes razón, porque eres una de las personas que trabaja (algo que algunos pseudo maestros desconocen), que merece respeto y sobretodo… trabajar a gusto, contagiando felicidad no solo preocupación.
La amenaza es un delito consistente en intimidar a alguien con el anuncio de la provocación de un mal grave para él o su familia, y eso hoy está sucediendo en el magisterio. Hoy está pasando sin tener argumentos para defenderse, pero hoy habemos unos, muchos, cientos y miles que sabemos defendernos. ¡Y no callaremos!