Autor: Abelardo Carro Nava

  • El fantasma de Ayotzinapa y la matrícula en normales.

    El fantasma de Ayotzinapa y la matrícula en normales.

    Hace unos días, en una amena charla que sostuve con varios colegas de algunas escuelas normales del país, el tema de la escasa demanda de ingreso que se vive en estas instituciones formadoras de maestros y maestras – a últimas fechas –, salió a relucir. Entre otras cuestiones, hablamos de las grandes complejidades que el mismo subsistema encierra, así como también, de las grandes bondades que trae consigo la formación de docentes.

    El tema, polémico en sí, dio para varias horas de plática. Desde luego, la pregunta sobre qué han hecho las normales para posicionarse como instituciones de educación superior dio, para que los hablantes en esa cálida tarde, fijáramos una postura al respecto. Como parece obvio, muchos, hablamos desde nuestra experiencia y construcciones que hemos hecho a partir del trabajo que desarrollamos en estas escuelas, otros, tal parece que marcaron una distancia entre su labor y lo que el mismo medio ofrece dada su inserción a algún puesto directivo o a las tan cuestionadas organizaciones sindicales (SNTE o CNTE). Sin embargo, dentro de ese cúmulo de ideas, coincidimos en una parece que tal parece, ha marcado la pauta para que hoy, la escasa demanda de ingreso al medio normalista, sea una cruda realidad que viven poco más de 200 normales en mi querido país. Veamos.

    Las diversas políticas educativas internacionales que han surgido a partir de la década de los 90’s, han traído consigo, la transformación de los sistemas educativos en el mundo entero. Es obvio que ante los avances científicos y tecnológicos, así como también, de la constante evolución e involución de las sociedades, la educación debe y tiene que transformarse, y no es para menos. Ciertamente la sociedad y, de manera particular, los estados-gobierno, para lograr ese tan anhelado bienestar, progreso y desarrollo de sus habitantes, han fincado sus esperanzas, deseos y aspiraciones, en esa educación que se brinda en millones de escuelas. Así de simple y así de complejo.

    Y para ello, la principal política que se ha implementado para lograrlo, es la transformación de la curricula y del quehacer docente. Como si esto fuera lo único que debería transformarse pero bueno. En este tenor, como sabemos, la evaluación ha jugado un papel preponderante para que se “alcancen” los niveles de calidad que satisfagan los requerimientos internacionales y de los estados; sin embargo, su fracaso es un hecho ineludible e innegable. ¿Cómo asegurar eficientes procesos de evaluación cuando en los hechos la educación ha sido vista como el botín político de quienes ostentan el poder? El más claro ejemplo de ello lo tenemos en México donde, para acabar pronto, con base en las “visiones” políticas que han tenido los distintos gobiernos federales, han hecho y deshecho en el medio educativo, lo que se les ha venido en gana. Ahí está el “súper nuevo” modelo educativo y su entrada en vigor en 2018. Una “absurdez” en todos los sentidos. Esto, es la más clara evidencia de ese binomio del que no ha habido buenos resultados hasta la fecha: política y educación.

    Y en medio de todo este asunto, se encuentran las normales. Escuelas que, a pesar de los vaivenes de la política gubernamental, han formado a millones y millones de docentes en mi México querido. Algunas, como lo he referido en este y otros espacios, han “desaparecido”; otras, por el contrario, han sorteado la suerte y han impulsado un trabajo que les ha permitido gozar de ese prestigio, tan merecido pero pocas veces otorgado, como la Escuela Normal Veracruzana Enrique C. Rébsamen. Institución de la que su trabajo colegiado y académico, habla por sí solo.

    Por qué ya no hay demanda de ingreso a las normales, es una buena pregunta que tendríamos que pensarla y repensarla; sin embargo, para el caso mexicano, tendríamos que reconocer que del año 2000 a la fecha, los gobiernos panistas y priistas, las organizaciones civiles como “Mexicanos Primero”, las grandes televisoras nacionales, algunos medios de comunicación “chayoteros”, y buena parte de los funcionarios de cada una de las entidades de mi querida República Mexicana, han propiciado que a los maestros y futuros maestros, se les vea como aquellos profesionales que no han cumplido con su función: educar al pueblo; pero, todos ellos se equivocan. Y se equivocan porque quienes han tenido la oportunidad de adentrarse al maravilloso mundo del normalismo mexicano, han descubierto que tal afirmación es “simplista” y sin fundamento.

    Ciertamente, el medio normalista y las escuelas normales, adolecen de varias cuestiones, mismas que bien podríamos enmarcarlas en las áreas sustantivas que a partir de 1984 les fueron asignadas: docencia, investigación y difusión y extensión de la cultura; no obstante, su trabajo, nuestro trabajo, va más allá de dichas áreas. Y eso de sobra se sabe pero, aun con ello, se insiste hasta el hartazgo, que no están haciendo su trabajo.

    Del caso de la Normal Isidro Burgos en Ayotzinapa, poco se sabe, pero eso sí, muchos se han atrevido a juzgar a los padres que siguen en la búsqueda de sus hijos, de esos 43 que aún siguen “desparecidos”. Muchos se han dedicado a denostar el trabajo que en esta normal se hace, aún sin conocerlo. Muchos han generalizado la situación que se vive una escuela normal en particular, con lo que la mayoría experimenta. Muchos… si muchos han contribuido para que la profesión docente, haya dejado de ser atractiva para los miles de jóvenes que egresan del bachillerato.

    Y es que mire usted, las normales lamentablemente se hicieron visibles después del terrible suceso de Iguala en Guerrero y, quiérase o no, los medios de comunicación, la torpeza en las investigaciones por parte de las autoridades, y la paupérrima postura que asumió y ha sumido el gobierno federal y el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, en torno a estos hechos, ha sido uno de los factores que han influido en la percepción de los padres de familia y los jóvenes, en cuanto al deseo de ingresar a una escuela normal de mi amado México.

    En suma, no se trata de aplicar una curricula cuyo diseño y elaboración está en duda, tal y como lo hemos visto con el modelo educativo 2018; tampoco, de aplicar una reforma educativa que no ha hecho otra cosa más que afectar los derechos laborales del gremio, sin que verdaderamente se hable de una transformación de un trabajo docente. Considero pues, se trata de entender y comprender una profesión y el origen de ésta que, por más que se diga lo contrario, ha formado a millones de mexicanos, y para ello Sr. Aurelio Nuño, pregúntele a Alberto Arnaut, él sabe de ello.

  • ¡Hasta la victoria siempre! Las normales viven.

    ¡Hasta la victoria siempre! Las normales viven.

    Gritos, consignas, marchas, bloqueos, jóvenes, estudiantes, normalistas, ciudadanos, mexicanos. Son algunos de los conceptos que leímos y escuchamos en días pasados, cuando el conflicto entre las estudiantes de la Escuela Normal Rural “Justo Sierra” y autoridades del estado de Agusacalientes, pareció desbordarse.

    Muchos, fijamos una postura en torno a los hechos: reducción de la matrícula de 120 a 100  alumnas; cambio de modalidad a mixta cuando por años fue exclusivamente para mujeres; el establecimiento de un promedio mínimo de 8 para ingresar al plantel educativo. Éstos, parecieron ser los detonantes que llevaron a movilizarse a varios alumnos de diversas escuelas normales rurales del país, tanto en esa entidad, como en las diferentes que integran mi querida República Mexicana pero, ¿ésta fue la verdadera razón del conflicto o existe otra más que, aunque no fue visible, generó un cúmulo de inconformidades por parte de los normalistas y de buena parte de la población de Cañada Honda?

    Con detenimiento, seguí los distintos acontecimientos que en el transcurso de los días surgían al respecto. Los argumentos que ofrecían las autoridades educativas de Aguascalientes a las estudiantes y medios de comunicación, fueron, por así decirlo: absurdos. No hubo una lógica en ellos y, mucho menos, los elementos pedagógicos y didácticos para sostener, lo que desde su perspectiva, requería un cambio.

    Tal vez la agresión por parte de algunos “pseudo policías” a jóvenes de la Normal Rural de Tiripetio, les hizo recular en su planteamiento. Tal vez hubo una llamada de quién sabe quién para calmar los sucesos. Tal vez el fantasma de Ayotzinapa se asomó por Palacio de Gobierno y por ello, de la noche a la mañana, se “arregló” el conflicto. Sí, pudo haber sido cualquier cosa… no lo sé. Lo que sí sé, es que el sábado pasado, el Instituto de Educación de Aguascalientes, cejó en su intento de aplicar a raja tabla, una serie de “políticas” cuyo fundamento no fue suficiente para ello, pero ¿qué explica todo esto?, ¿cuál es la intención de plantear una serie de “reformas” a la educación normal que se brinda en esa y en otras entidades del país?

    Con seguridad, tiene que ver con la ideología que permea en estas instituciones formadoras de docentes. Fieles a sus principios, han mantenido una postura crítica en torno a las políticas educativas que los gobiernos federales han implementado desde que el Gral. Lázaro Cárdenas dejó la Presidencia de México.

    Se les crítica en exceso; se les juzga hasta el hartazgo; se les llama cuna de guerrilleros; pero muy pocos conocen los verdaderos hechos. Esos hechos que ocurren entre cuatro paredes cuando en el análisis de la práctica docente, nos damos cuenta que nuestro país, su país, el mío; padece los estragos de erradas políticas económicas que han traído miseria y desesperanza a más de 60 millones de mexicanos.

    Sus estudiantes, no provienen de clases cuyo poder adquisitivo sea el que muchos anhelamos alcanzar en algún momento de nuestra vida. El conocimiento de su realidad vestida de pobreza, les permite soñar con ser maestros. “Maestritos de pueblo”, afirmó en algún momento Abraham Rivera, destacado morelense, cuya sabiduría sigue estando presente en varias escuelas de México. Maestros cuya labor, así, sin necesitar de reflectores ni grandes reconocimientos, día a día la desarrollan por convicción y vocación. Esa vocación que solo puede entenderla quien verdaderamente ama su profesión.

    Ciertamente, el normalismo mexicano ha pasado por momentos difíciles. Basta con recordar lo que en años pasados la Normal Rural del Mexe en Hidalgo, vivió: su desaparición. O bien, lo que la Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero, hace un poco más de dos años, sufrió: una brutal y artera agresión. Pero de ello, nada se dice. Nada se habla. Los hechos ahí están y las autoridades estatales y federales, duermen – como lo ha sido por varias décadas – el sueño de los “injustos”.

    ¿Por qué son golpeados los normalistas?, ¿por qué las ofensas de ciertos funcionarios de gobierno?, ¿por qué las agresiones de los policías? Por qué, siempre un por qué… Y esto parece ser el común para muchas autoridades: ¡rómpanles la madre, bien se lo merecen! Como si con ello el problema acabara. Como si con ello, los grandes problemas que enfrenta mi querido México, se esfumaran. Como si con ello, aseguraran una continuidad en un efímero puesto.

    Nos enojamos por sus marchas, por sus consignas, por sus formas de expresar su inconformidad a través de la pinta de una barda; pero no nos molestamos cuando las paredes se pintan con ciertos colores de los partidos políticos que por más que se diga lo contrario ofenden al pueblo; o cuando en pro de un “bienestar” en el Sistema Educativo Mexicano (SEM), se gastan millones y millones de pesos en campañas publicitarias, solo por posicionar a un Secretario gris y falto de sensibilidad política y humana.

    De unos años para acá, he reconocido la labor que viene desarrollando el Dr. Mario Chávez Campos, Director General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE); hombre con visión que ha tenido un acercamiento con las escuelas normales del país. Alguien podría decirme, que es su trabajo y que tiene que hacerlo, y efectivamente, es cierto; sin embargo, en él he encontrado lo que en mis casi veinte años de servicio no lo había hecho; sensibilidad y apertura a la crítica, algo que reconozco y agradezco profundamente, porque si algo necesitamos en un país tan vapuleado como el nuestro, es precisamente de funcionarios que sean sensibles, que escuchen, que comprendan y que entiendan los problemas que aquejan al normalismo en México.

    Tengo claro que de la noche a la mañana no se van a solucionar los grandes problemas que enfrentan las escuelas normales, sean éstas rurales o no. No obstante, éstas se han hecho visibles, lamentablemente, por los trágicos sucesos de Ayotzinapa. De ahí que mi sentir y solidaridad sea con cada una de estas escuelas formadoras de maestros.

    En suma mi apreciable lector, los hechos y la respuesta que dio la autoridad educativa en Aguascalientes con el problema que refiero, se asume y ha asumido como una victoria por parte del normalismo, y me congratulo por ello, porque más allá de la ideología que da entrada a esta serie de ideas, considero que ganaron los y las futuras maestras de México pero, principalmente, los niños y niñas que más adelante serán formados por un maestro.

  • ¡Y la lucha sigue! Normal de Cañada Honda

    ¡Y la lucha sigue! Normal de Cañada Honda

    En días pasados, el Gobierno del Estado de Aguascalientes y el Instituto de Educación de esa misma entidad, dieron a conocer la convocatoria para el ingreso a las escuelas normales: Benemérita y Centenaria Normal de Aguascalientes, Centro Regional de Educación Normal de Aguascalientes, Escuela Normal de Rincón de Romos “Dr. Rafael Francisco Aguilar”, Escuela Normal Rural “Justo Sierra Méndez”, y Escuela Normal Superior Federal de Aguascalientes “Profr. José Santos Valdés”. Un proceso de “selección” de aspirantes a cursar algunas de las licenciaturas que ofrecen dichas escuela y que, de buenas a primeras, se antoja normal dado que esto ocurre en los distintos estados de mi querido país.

    No obstante lo anterior, a partir de su publicación, de manera particular, las estudiantes de la Escuela Normal Rural “Justo Sierra”, emprendieron una serie de manifestaciones para expresar su desacuerdo con la emisión de dicha convocatoria. ¿El o los motivos? La reducción de la matrícula; el establecimiento del promedio mínimo de 8 para obtener una ficha y, por obvias razones, su aceptación en dicha escuela; el cambio de modalidad (mixta) dado que, como se sabe, esta institución es única y exclusivamente para mujeres.

    Así las cosas, y después de algunas movilizaciones por parte de las estudiantes de la normal referida, algunas autoridades educativas fijaron un posicionamiento en torno a dicho movimiento; entre otras cosas, afirmaron que la emisión de esa convocatoria tiene como propósito: brindar una educación de calidad a los egresados del nivel medio superior de enseñanza, ofrecer licenciaturas bilingües para que la entidad se acerque a los nuevos requerimientos que plantea el modelo educativo, y atender de mejor forma la infraestructura y equipamiento de las escuelas formadoras de docentes.

    Y es precisamente este posicionamiento el que me hizo reflexionar al respecto y, como parece obvio, escribir algunas líneas porque la autoridad educativa se equivoca. Y se equivoca por una sencilla razón, el Sistema Educativo Mexicano (SEM) está pasando por el peor momento de su historia dado que los gobiernos estatales – y el federal –, no han formulado las políticas educativas que propicien que la educación, nuestra educación, salga del atolladero en el que se encuentra.

    Se dijo, y así lo ha afirmado el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, que la reforma educativa curaría todos los males, y no es cierto. Como sabemos, dicha reforma solo golpeado brutalmente a los maestros de México, sin que su “famoso” modelo educativo, haya hecho mella en ellos. Me explico.

    Reducir la matrícula de las escuelas normales, en absoluto asegura que contaremos con suficiencia de maestros en el SEM. Habría que revisar cuántas escuelas multigrado y unitarias existen en mi querido país, para darse cuenta que hacen falta docentes, y docentes que hayan sido preparados profesionalmente en estas instituciones que por años, han formado buenos maestros. De manera concreta, lo que “no hay” es presupuesto. ¿Y cómo podría haberlo si los políticos y los partidos políticos, absorben buena parte de ese recurso que bien podría destinarse al magisterio y, por ende, al SEM?

    Se equivocan las autoridades de esa entidad de mi querida República Mexicana, en el establecimiento de un promedio, porque mientras en otros estados éste no es fundamental para el ingreso a las normales, en Aguascalientes, pretenden hacer creer que mediante un número (obtenido durante el bachillerato) se asegurará de que en esas escuelas se formen a los mejores maestros. Es sabido, que para el ejercicio docente, además de los procesos cognitivos/cognoscitivos que debe desarrollar el alumno, también es fundamental la puesta en marcha de otras habilidades que no necesariamente se miden a través de un examen de conocimientos.

    En mi experiencia como docente en las escuelas normales, he comprobado que el futuro maestro, además de enriquecer sus conocimientos dentro de ésta, también, desarrolla esas habilidades que son necesarias para su práctica profesional. ¿Acaso no han entendido esas “flamantes” autoridades que un examen no determina el desempeño de un maestro? Ciertamente el examen es parte de un proceso evaluativo pero éste no es el único ni determinante como lo he dicho y como es sabido.

    Por lo que respecta al cambio de modalidad (mixta) que se pretende lograr, tengo mis serias dudas si tal cambio propiciará que las y los estudiantes se formen bajo procesos de enseñanza y aprendizaje que son necesarios para su futura labor. Me suena más bien, a una simple artimaña política que pretende, como sucedió con la normal del Mexe, en Hidalgo, desaparecer la escuela normal rural referida, más por un asunto presupuestal que por mera disposición educativa.

    Ahora bien, por lo que se refiere a los asuntos de infraestructura y equipamiento; que me disculpen nuevamente pero estas autoridades se equivocan. Una de las obligaciones que tiene el gobierno y toda autoridad educativa, es la de atender las múltiples necesidades y demandas que tienen las escuelas. Ahí se tiene el PACTEN (Programa de Fortalecimiento a la Educación Normal) y el pomposo programa denominado “Escuelas Al Cien” para que, a través de éste o éstos, se puedan subsanar los requerimientos institucionales y de la comunidad normalista.

    Ciertamente, el normalismo mexicano es un medio complejo y lleno de contrariedades; sin embargo, lo sé y me consta, que en muchas de las más de 200 normales públicas existentes en mi México querido, se viene trabajando arduamente para beneficio de los alumnos y de sus maestros.

    Sí, tengo claro que en el medio existe de todo, directivos, docentes y alumnos faltos de compromisos hacia su función y/o labor; no obstante, las demandas que el mundo y la sociedad actual reclama, son atendidas en los centros escolares una vez que los egresados forman parte de ese intricado SEM al que certeramente comparó Carlos Ornelas con un gran elefante reumático.

    Ojalá y la autoridad educativa entienda y atienda esta problemática. Argumentos le falta para sustentar sus dichos y acciones. Buena parte de los mexicanos no queremos otro trágico suceso como el de “Ayotzinapa” en Guerrero.

    Como usted sabrá mi estimado lector, he sido, soy y seré un defensor del normalismo mexicano, porque considero que éste ha sido, es y será, piedra angular de la educación de México. Y, como lo he dicho y afirmado, si el SEM está mal, no ha sido por las escuelas normales y los maestros, sino por los miopes gobiernos que han llevado al traste la educación que se brinda en un país tan vapuleado como el nuestro.

    Tiempo al tiempo, pero por lo pronto, Cañada Honda vive, y el normalismo vive con ustedes.

  • Los normalistas: ¡vamos por la conquista!

    Los normalistas: ¡vamos por la conquista!

    Después de 1984, año en que las escuelas normales, por acuerdo presidencial, formaron parte de las Instituciones de Educación Superior (IES), se les asignaron tres áreas sustantivas importantes: docencia, investigación y difusión y extensión de la cultura. Esto, con la finalidad de que estuvieran a la par de las Universidades y pudieran enfocar sus esfuerzos en el abordaje de las disciplinas y el estudio de la ciencia para la formación de los futuros profesores de México.

    Años han pasado y, pese a las diversas dificultades que ha enfrentado el Subsistema Normalista, las normales han avanzado progresivamente en una de esas áreas que refiero: la de la investigación. Y para muestra dos botones. En el pasado mes de marzo, la Dirección de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), convocó a docentes y alumnos normalistas, al Primer Congreso de Investigación sobre Educación Normal (CONISEN), al que acudieron poco más de 1000 participantes en la bella Mérida y, el segundo, el Primer Congreso de Investigación Educativa y Práctica Docente que convocó la Secretaría de Educación Pública del Estado de Tlaxcala, y en el que también, participaron poco más de 500 profesores y alumnos de diversas normales del país.

    De las ponencias que fueron expuestas, mucho se puede decir al respecto pero, por falta de espacio más que de ganas, me limitaré a decir que en su mayoría, abordaron diversas temáticas relacionadas con el proceso de formación de los profesores, así como también, del proceso de enseñanza y de aprendizaje que se hace manifiesto en las aulas en las que los jóvenes normalistas acuden a realizar sus prácticas profesionales.

    Si usted ha seguido algunas de las ideas que plasmo a través de estas columnas, sabrá que soy un crítico – más no criticón – de las políticas educativas que ha implementado el gobierno federal peñista y de lo que hasta la fecha ha propuesto el “flamante” Secretario de Educación, Aurelio Nuño. Sin embargo, esta iniciativa – que no surgió con estos personajes pero que ha impulsado el Dr. Mario Chávez y el Mtro. Abraham Sánchez, ambos de la DGESPE – me ha parecido de lo más correcta, dada la modificación que ha sufrido el Plan de Estudios de las Licenciaturas en Educación Preescolar y Primaria (2012), y que incluye la investigación, como un elemento fundamental para el estudio y resolución de los problemas educativos en contextos reales de trabajo docente.

    Pues bien, si mi memoria no me falla, a partir del 2008 en el PROMIN, luego en el PROFEN y, en el último año, mediante el PACTEN (lo escribo en sus siglas pero éstas refieren a Programas Fortalecimiento de la Educación Normal) las normales vienen haciéndose de recursos económicos – previa elaboración un proyecto –, para que desarrollen diversas acciones en beneficio de su comunidad normalista. Dichos proyectos incluyen, entre otras cosas, la posibilidad de fortalecer la capacidad académica de las escuelas contemplando cursos, talleres y diplomados para los formadores de formadores, relacionados con el tema de la investigación.

    A la fecha, en varias entidades del país, y en diversas normales, se ha trabajado con la idea de formar cuerpos académicos con líneas de investigación claramente definidas; sin embargo, no se ha logrado consolidar algún cuerpo académico. Esta situación, representa una dificultad importante para la generación de conocimientos en las escuelas normales. Razones para que se presente esto, se relacionan con la dificultad de publicar y difundir lo que los profesores y alumnos han investigado; la dificultad para obtener más recursos para participar en congresos nacionales e internacionales; la dificultad para ingresar al Sistema Nacional de Investigadores (SIN); la dificultad para cubrir el perfil del Programa para el Desarrollo Profesional Docente (PROFED) – anteriormente PROMEP –; en fin, para hacer investigación con la rigurosidad que se requiere.

    Ciertamente, repito, se ha avanzado en la formación de cuerpos académicos y en la profesionalización de docentes normalistas para que realicen investigación en sus respectivos ámbitos de competencia, pero aún queda mucho por hacer. Por ejemplo, que la Licenciatura en Educación Especial o bien, la de Educación Física, vean modificados sus planes de estudio para que se pongan a la par de las referidas, y a partir de ello, se avance hacia el propósito que la educación persigue en nuestros días: la formación de seres humanos en los distintos niveles educativos.

    Más allá de un “nuevo modelo educativo”, que de nuevo no tiene nada; las escuelas normales tienen que pensarse y repensarse en sus formas de organización y capacidad académica. Esto, con el propósito de que puedan atender las demandas que el mundo actual reclama y que la sociedad demanda. Sus tradiciones y experiencia, vaya su esencia, no tiene por qué perderse, por el contrario, éstos deben ser la base que las impulse a desarrollar formas de trabajo diferentes, que las lleve a cumplir con esa demanda que la misma ley y los mexicanos demandan.

    Tengo claro que la miopía del gobierno y de los gobernantes no les permite ver lo que en las normales se trabaja. De hecho, y si usted recuerda, los medios de comunicación han intentado desprestigiar la labor tan importante y fundamental de las escuelas normales; hecho que no ha pasado y, seguro estoy, no pasará, porque su vigencia es hoy, más que nunca, fundamental en la educación que se imparte en mi México querido.

    Sea éste pues, un justo reconocimiento a todos aquellos docentes y alumnos normalistas que le han apostado a la investigación como una forma de obtener y generar mayores conocimientos. Hace tiempo se dijo que cualquiera puede ser maestro, y no es cierto. Si se da cuenta, las normales llevan una ventaja considerable en cuanto a la docencia se refiere. Es cierto, en investigación falta mucho por hacer, pero se está avanzando.

    Vamos mis estimados maestros normalistas, vamos por la conquista del terreno educativo y de investigación. Seamos protagonistas de esa historia, una historia que hasta hace unos años, se pensaba que era exclusiva del ámbito universitario, y tampoco es cierto.

  • Las falsedades de la reforma educativa

    Las falsedades de la reforma educativa

    Llegado este momento, en que el Presidente Peña Nieto comienza a vislumbrar su salida de Palacio Nacional, vale la pena preguntarse qué es lo que ha pasado con la implementación de sus famosas “reformas estructurales” porque, a decir de muchos – y me incluyo –, ni se ha reformado lo prometido, ni ha habido una transformación sustantiva en varios de los frentes que, en su momento, pensó se transformarían; y lo que es peor, esas promesas que incluían grandes beneficios para los mexicanos, se han quedado en eso, en meras ilusiones veraniegas sin que en los hechos se haya percibido un cambio radical en los bolsillos de los ciudadanos o, en la educación que se brinda en mi México querido.

    Hechos para sustentar mi dicho son muchos y muy variados; sin embargo, me detendré a analizar los que están relacionados con el tema que nos ocupa, el educativo, sin que ello implique que éste esté separado del resto, que también son materia de análisis, pero que dejaré para otro momento.

    Pues bien mi querido lector, con la detención de la maestra Elba Esther, se pensó que la reforma educativa de la que tanto habló el Presidente en los primeros 100 días de su gobierno, las cosas serían miel sobre hojuelas. El Secretario en turno, Emilio Chuayffet, poco pudo hacer, y fue relevado del cargo tres años después. Sin embargo, el mal estaba hecho. El “Pacto por México” logró su cometido: reformar la Constitución Política Mexicana y las leyes que de ella emanaron. Todo, con el propósito de “mejorar” la educación en el territorio mexicano pero afectando los derechos de los trabajadores que se encuentran en este ramo.

    No, ante ello, no hubo una respuesta sindical como era de suponerse y esperarse, por el contrario, Juan Díaz de la Torre guardó silencio y el gremio magisterial fue brutalmente golpeado. Se dijo que las modificaciones a la carta magna tenían un sustento: recuperar la rectoría de la educación pero, ¿acaso los gobernantes la habían perdido cuando en los hechos ellos mismos la había cedido?

    Por su parte, por esas fechas el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) cobró presencia pero no autonomía. Claro, la amenaza era constante: te evalúas o te vas. Así de simple, así de complejo.

    Los argumentos de varios especialistas y asistentes que nos dimos cita en Chihuahua durante el XIII Congreso Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), no importaron. La reforma es la reforma y no admite punto de discusión ni debate – se dijo –.

    Los maestros, sin una representación, sin un liderazgo que los defendiera de las autoridades, fueron apabullados; aún y cuando las evidencias de la serie de injusticias por la implementación incorrecta de una ley (del servicio profesional docente) en cada una de las entidades federativas, se documentaron y denunciaron.

    Las evaluaciones de desempeño se aplicaron y los resultados demostraron que “el mal” no estaba en los maestros sino en el intricado Sistema Educativo Mexicano (SEM) y en las políticas educativas que hasta el momento se habían ejecutado. ¿Puede entender porque en nuestros días solo se evaluarán cerca de 170 mil maestros de los más de 1.2 millones que se tenían contemplados?

    Las pruebas internacionales se desestimaron, los recursos fueron insuficientes pero, también, la capacidad de las instituciones encargadas de evaluar el proceso de enseñanza y de aprendizaje, y surgió entonces un examen que mediría el conocimiento de los estudiantes que cursan alguno de los grados del nivel básico y medio superior del SEM: PLANEA (Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes). ¿Y los resultados?

    Así las cosas, el modelo educativo, solo tres años después se presentó. Se dijo que éste traería grandes propuestas pedagógicas y que ahora sí, los alumnos se formarían adecuadamente y por los mejores maestros, y nada de ello ha pasado. Claro, tendremos que esperar hasta el 2018.

    En esos días, dicho modelo fue duramente criticado – con el debido fundamento – y el Secretario Nuño tuvo que recular y repensar su estrategia de implementación. Para ello, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y su titular, Blanca Heredia, le entraron al quite y durante un tiempo considerable, recabaron las propuestas de la sociedad y de los maestros.

    Culminado este proceso, se “relanzó” el famoso modelo. Con bombos y platillos se presentó ante los medios de comunicación y los mexicanos; sin embargo como hemos visto, leído y conocido, en los documentos se hallan grandes errores, tanto de forma como de fondo, que generaron una nueva oleada de críticas y de argumentos que han propiciado una falta de legitimidad y de credibilidad, que ni el mismo Secretario ha podido contrarrestar.

    En estos días, la mira se encuentra en las elecciones que en próximas fechas tendrán lugar en algunas de las entidades del país, resultando trascendental la del Estado de México. Se dice, que de perder el Partido Revolucionario Institucional (PRI) las elecciones en este estado, y la Presidencia de la República en el 2018, se corre el riesgo de que la propuesta educativa se venga abajo. Con este argumento, se busca a toda costa asegurar la permanencia de un partido político en el poder, más no el bienestar de los mexicanos; se busca a toda costa “lucrar políticamente” con las necesidades de la gente, más no traer beneficios en su colectividad ni en su individualidad; se busca a toda cosa fomentar la ignorancia, más no educar al pueblo para que piense, analice y reflexione.

    Ese es el mensaje que el gobierno está mandando a los mexicanos. Ese es el propósito de los comerciales que se difunde la SEP por las grandes televisoras nacionales. Ese es el circo, maroma y teatro que quieren vendernos con la idea de conservar un puesto.

    En conclusión, las reformas estructurales no han traído el cambio tan prometido, y el sexenio comienza a irse en picada. ¿Y la educación? La educación está pasando por el peor momento en la historia de mi México querido. La reforma educativa, ha sido y es, la suma de falsedades que quiere vendernos el gobierno como verdades absolutas, y no es cierto.