Hoy todos recordamos el caso de la pasajera conocida como “Lady Uber” ocurrió el 23 de enero de 2025 en la Ciudad de México y se viralizó en redes sociales a principios de febrero. La mujer, identificada como Leydy G., amenazó al conductor Isaac Lozoya con acusarlo falsamente de acoso sexual si no aceleraba para llevarla rápidamente a su destino. La pasajera, visiblemente molesta, exigía al conductor que manejara más rápido y cambiara de carril. Ante la negativa del chofer, quien argumentó que no iba a poner en riesgo su seguridad, ella comenzó a gritarle y amenazarlo. En un momento, la mujer realizó una llamada, aparentemente al 911, afirmando que el conductor la estaba acosando con comentarios inapropiados. Incluso lo amenazó diciendo: “¿Avanzas o te avientas cinco años de cárcel?”. El conductor Isaac detuvo el vehículo y pidió a la pasajera que descendiera. Ella se negó bajo el argumento de estar en vía pública, afortunadamente para el conductor todo quedó videograbado en su cámara web, y la pregunta que todos los hombres nos hacemos ante este estado de vulnerabilidad, ¿Qué hubiera pasado si no hubiese dicha grabación?, quizá ya estuviera esperando su sentencia, incluida su privación a la libertad. Hoy desafortunadamente existen varios casos de maestros y alumnos así en México que han vivido este tipo de injusticias de acoso y violencia en los espacios escolares por algunas maestras, alumnas y madres de familia y que desafortunadamente su situación jurídica laboral es bastante delicada, son casos que no se documentan en una actuación diligente e igualitaria de protocolo de actuación y menos se registra en su defensa la posibilidad de ser grabados y salvados por una cámara de video como en el caso de conductor del Uber Isaac Lozoya, pues al fin y al cabo el ser hombre en este país es el “¡aguántese!, ¡no llore!” coartando su derecho de presunción de inocencia por la influencia mediática social global e incluso sororidades que se dan con cierto dolo.
Recalcar que este escenario de feminismo radical refleja un fenómeno claro de abuso de poder y violencia que puede analizarse desde una perspectiva más amplia, incluyendo su relación con varios sectores laborales como lo es el del magisterio. Que, aunque no hay una conexión directa entre este incidente y el entorno docente, se pueden establecer paralelismos en términos de dinámicas reales de acoso y abuso en contextos laborales y educativos. Y esto es una realidad en todo el largo y ancho de nuestro país, donde se han identificado patrones similares de acoso y abuso que afectan tanto a docentes como a jóvenes estudiantes.
De acuerdo con datos provenientes diversas investigaciones realizadas en México, refieren que entre un 24 % y un 46 % de los docentes y alumnos hombres han experimentado acoso laboral o “mobbing”. El Artículo de Blackboard Talk menciona que entre el 24 % y el 46 % de los maestros encuestados admitieron haber sido intimidados o acosados en algún punto de su carrera. Además, el 89 % de los docentes reportaron haber presenciado hostigamiento por parte del personal escolar, siendo el tipo más común el “top-down” (de superiores hacia subordinados). Así mismo, en un estudio de 150 docentes de educación básica por la UNAM del sector público donde se utilizó la “Escala Mexicana de Acoso en el Trabajo” (EMAT V2) concluyó, que existe una correlación significativa entre el acoso laboral y variables como las horas de trabajo diario, destacando la prevalencia del “mobbing” en este sector.
A continuación, se destacan cuatro puntos clave:
A) Acoso laboral en el magisterio:
1.-Según estudios, entre un 24 % y 46 % de los docentes han experimentado acoso laboral o “mobbing” en algún momento de su carrera por alguna madre de familia, maestra o autoridad escolar.
2.-Las formas más comunes incluyen amenazas, acoso, desvalorización del trabajo, sobrecarga laboral y exclusión social.
3.-Estas dinámicas son similares al abuso verbal o psicológico que puede observarse en casos como el del video mencionado, pero con variables de algunas madres de familia, hermanas de los alumnos, abuelas, maestras y autoridades educativas, etc.
B) Dinámicas jerárquicas:
1.-En el magisterio, el acoso suele ser “top-down”, es decir, desde superiores hacia subordinados. Sin embargo, también puede darse entre pares, como ocurre con los chismes o la formación de grupos de “camarillas” o “tribus” preferidos en las diferentes salas o reuniones de CTE.
2.-Este tipo de comportamientos refleja un uso indebido del poder, similar al abuso ejercido por la mujer en el caso del Uber.
C)Impacto psicológico:
1.-Tanto en casos como el del video como en el magisterio, las víctimas suelen experimentar bastante estrés, ansiedad y desgaste emocional que se traduce como depresión y desilusión para ir a trabajar.
2.-En el ámbito docente, estas consecuencias afectan no solo a los maestros, sino también el servicio educativo que brindan ya que se aíslan y no participan activamente en las actividades colegiadas.
D) Violencia normalizada:
En ambos contextos (el incidente del Uber y las escuelas), existe una tendencia a normalizar ciertos comportamientos abusivos debido a factores culturales o estructurales. Estos quedan invisibilizados por la comunidad escolar que posteriormente los lleva a una situación desgastante de denuncias.
El fenómeno del acoso laboral o “mobbing”, ya sea en un contexto laboral como el magisterio o en interacciones cotidianas como las mostradas en el video viral, evidencia la necesidad de fomentar una cultura de respeto y empatía entre todos. En el caso del magisterio, implica implementar protocolos efectivos de actuación en un fortalecimiento de supervisión institucional que facilite canales seguros para que los docentes reporten irregularidades o incumplimientos en los protocolos establecidos contra la violencia laboral en la que viven y a su vez promuevan ambientes educativos saludables que beneficien tanto a docentes como a jóvenes estudiantes donde se incluya formación sobre igualdad de género y diversidad para prevenir formas específicas de acoso, como el basado en género. De esta manera las leyes de igualdad en las escuelas deben actualizarse centrándose en garantizar un equilibrio justo entre hombres y mujeres, promoviendo el respeto mutuo, la equidad y la convivencia pacífica. Ante actos de feminismo radical o cualquier ideología extrema, es fundamental que las instituciones educativas adopten una postura neutral e inclusiva, priorizando la educación en valores como la empatía, el diálogo y la justicia. La implementación de protocolos claros, programas educativos en igualdad y capacitación docente permitirá prevenir conflictos y fomentar un entorno escolar donde todas las personas, independientemente de su género, puedan desarrollarse plenamente y sin discriminación. Solo a través de un enfoque equilibrado y consciente se podrá construir una comunidad educativa más justa y respetuosa.