Antes de 1921, la educación pública dependía principalmente de los municipios; después de 1921 su papel educativo se desvaneció. El municipio (o, en su caso, la alcaldía) es la entidad pública más próxima a la comunidad y a las escuelas, por lo mismo, es deseable que tenga un protagonismo más activo en educación.
Cualquier transformación del país (pienso en la 4T) debe comenzar desde abajo, en la célula social por excelencia que es el municipio. México necesita municipios —y ayuntamientos— fuertes, activos, que realicen un intenso trabajo a favor de los cambios que se proponen. En la política identificada como la Nueva Escuela Mexicana los municipios deben tener un protagonismo esencial.
De inicio, es deseable que los ayuntamientos se comprometan con la acción de los Consejos Municipales de Participación Social (CMPS). Estos organismos pueden actuar como estructuras transversales que comuniquen a distintas escuelas a través de programas y acciones compartidos como podrían ser competencias deportivas, organización de festejos, concursos, etc. El regidor de educación debe, en mi opinión, en todos los casos presidir esta organización.
Una tarea prioritaria dada la ola de violencia que azota al país es brindar seguridad a las escuelas, a los alumnos, maestros y padres de familia. Hay que prevenir la violencia y lograr que autoridades y comunidades escolares se pongan de acuerdo sobre las medidas pertinentes a tomar.
Otra actividad sustantiva es apoyar a las escuelas en lo material; sería deseable, por ejemplo, que los ayuntamientos (con el regidor de educación a la cabeza) vigilaran de continuo la infraestructura y el mantenimiento de los centros de estudio. El nuevo programa La Escuela es Nuestra es una acción de efecto temporal y desigual. El municipio debe asumir la responsabilidad primera en esta materia; es más, los municipios del país deben ostentar –en mi opinión—la propiedad de los inmuebles escolares.
La falta de recursos financieros no debe impedir la intervención en este campo. Hay subejercicios en muchos programas que se producen, en muchos casos, por la falta de iniciativa de las autoridades municipales. Pero en ese caso hay que buscar recursos donde se encuentren: en las empresas, las fundaciones, la ciudadanía, etc.
Sin embargo, el municipio debe asumir tareas educativas sustantivas. Hay que alfabetizar a los analfabetos y reducir el rezago educativo, en consecuencia, se necesita recurrir al INEA; hay que promover la educación inicial (de los pequeños de 0 a 3 años), lo cual obliga a organizar a las madres y padres de familia y construir comités que reciban capacitación adecuada de las agencias pertinentes (públicas y privadas), hay que buscar opciones de formación continua de trabajadores (SEP, Secretaría del Trabajo), etc.
La cultura del municipio debe ser promovida por el ayuntamiento. Clubes de lectura, representaciones teatrales, exposiciones, festivales, conferencias, conciertos, todas estas actividades deben pensarse dentro de un programa anual de trabajo. Lo que no es justificable es que las autoridades municipales no actúen en la esfera educativa o que vivan de espaldas a la educación.
Publicado en Crónica