El Secretario de Educación Pública Aurelio Nuño vive un éxtasis por encima de lo irreal, con su desmedido afán por convencer a la sociedad mexicana que él ha venido a ser el único y verdadero salvador de la educación en México.
Ha montado un tour político por toda la República, que lo ha convertido más que secretario de gobierno, en el precandidato oficialista del Presidente Peña, que pinta arcoíris de bienaventuranzas con la (mal llamada) reforma educativa.
Habla en todos los espacios posibles sobre las bondades de una reforma más laboral que educativa, la cual ha causado malestar en comunidad docente en general.
Dicha reforma sin sustancia pedagógica es el equivalente a una aspirina para el dolor de cabeza que causa un tumor purulento en el cerebro.
Y es que hace todo lo posible por convencer a la sociedad, sin embargo, la realidad cotidiana es otra, y contrasta con su ofensiva verborrea con que se ufana el “magnánimo” político capataz del sistema educativo
Penosamente aun hay compañeros y compañeras del medio docente hipnotizados y con una memoria reducida a la inmovilidad. Increíble después de ver y vivir las consecuencias de una reforma aborrecible del nefasto plan gubernamental. Nunca las intenciones de Peña y su capataz será lo mejor que nos podría estar sucediendo.
Nuño pues se la pasa ofreciendo “un sol y un cielo entero”. Y para imponer la reforma no dudará en “decir otra mentira”
Recordando la canción del memorable José Alfredo Jiménez, Nuño vive “un mundo raro”, un mundo donde no es posible aplicar, con sus constantes agresiones y amenazas, una reforma que violenta derechos del magisterio.
Existen pues dos mundos: el de los maestros y el del Secretario Aurelio Nuño Mayer.