La Sección XVIII de la CNTE en Michoacán se consolidó hacia finales de los años ochenta; desde sus orígenes, las y los maestros de la resistencia histórica, plantearon trascender la naturaleza gremial del movimiento sindical y las demandas meramente economicistas; es decir, se reconocieron como un movimiento político y popular, cuyos horizontes prevalecen hasta la actualidad.
El Proyecto Político Sindical (PPS) ha sido el instrumento de orientación que define las tareas vertebrales del movimiento magisterial para las transformaciones democráticas de la sociedad, del sindicato y de la educación: 1) Restituir el poder a las bases; 2) Integrarse a los esfuerzos nacionales para resolver los grandes problemas del país, al lado del pueblo; 3) Construir un proyecto alternativo de educación; 4) Arrancar las reivindicaciones de las bases; 5) Realizar una gestoría democrática; 6) Unificar a los trabajadores de la educación.
Estas seis tareas, son la estrategia de largo aliento de la disidencia magisterial; para llevarlas a cabo, fue necesario transgredir el orden estatutario del SNTE que fue diseñado para el ejercicio de un sindicalismo de contención gremialista de la lucha de clases. En su lugar, se constituyó una estructura orgánica en tres dimensiones: Gestión Sindical, Gestión Popular y Gestión Educativa.
El rompimiento con el estatuto institucional, redimensionó también las estructuras del gobierno sindical, el Comité Ejecutivo Seccional dejó de ser la figura que había suplantado a las bases magisteriales. El Congreso de Bases, el Pleno Seccional, la Asamblea Estatal y la Asamblea Masiva Regional pasaron a tener un papel protagónico en la toma de decisiones del movimiento. La legalidad y el reconocimiento estatutario del SNTE estuvieron en segundo plano, la legitimidad emanó de las bases magisteriales y la representación democrática se hizo valer por medio de la correlación de fuerzas.
Con el PPS como bitácora de la lucha popular, los maestros de la Sección XVIII han mantenido la fuerza de la CNTE, viva y orgánica; por un lado, superando fracturas de grupos que ponían en riesgo los principios de la Coordinadora, infiltraciones de grupos paramilitares e intentos fallidos por corporativizar el gremio a los partidos electorales; por otro, como núcleo organizacional de los principales movimientos sociales y sindicatos en Michoacán que se han aglutinado en diversos referentes a lo largo de su historia, actualmente conformados en el Frente Cívico Social.
Los tiempos para la lucha pedagógica de la Sección XVIII no se hicieron esperar, la primera reforma curricular del neoliberalismo en 1992-1993 que preparó al sistema educativo nacional para atender las necesidades del capital con la apertura del Tratado de Libre Comercio, aceleró la construcción de propuestas alternativas y contra hegemónicas: el Congreso Estatal Popular de Educación y Cultura como espacio de disertación, diálogo y toma de decisiones del pueblo michoacano para influir en la política educativa del Estado y orientar la vida del movimiento pedagógico magisterial.
En los albores del tercer milenio, la Sección XVIII pasó de la protesta en las calles a la propuesta en la escuela, de la ocupación de las plazas públicas a la ocupación pedagógica alternativa de los centros escolares y los espacios de formación de los docentes. Inspirados por la educación socialista, las pedagogías de los movimientos sociales latinoamericanos, las educaciones populares y las teorías críticas, le dieron cuerpo a las Escuelas Integrales de Educación Básica; a los Centros de Desarrollo para la Creatividad, el Arte, la Cultura y el Deporte; el programa de Alfabetización Popular; los programas de Desarrollo Neuronal y Desarrollo Lingüístico Integral; el Taller Estatal del Educador Popular, el Centro Sindical de Investigación e Innovación Educativa y los Libros de Texto Alternativos.
En conjunto se proponen modelar una subjetividad libre pensante, el desarrollo de la integralidad humana, la formación critica de los educadores, las ideas filosóficas de la racionalidad revolucionaria, la escuela para la emancipación social y la autonomía comunitaria, sin perder el horizonte nacional y el urgente cambio de rumbo del proyecto civilizatorio de la modernidad capitalista.
La pandemia no inmovilizó a la Sección XVIII, en ella encontró las posibilidades para hacer de las herramientas digitales y de la virtualidad un nuevo campo de disputa para la izquierda pedagógica, para cimbrar las bases de su propia lógica y de sus trayectorias educativas recorridas antes de la crisis sanitaria mundial, de tal suerte que reinventó sus propuestas para empezar a producir materiales de acompañamiento a la formación en casa, pero poniendo en el centro los aprendizajes inesperados, lo urgente y lo importante para entender la pandemia, el contexto en el que se desarrolla y cómo enfrentar el aislamiento social, así como las precariedades que se dejaron al descubierto cuando se dieron cuenta que la solidaridad y la vida era la prioridad para atender a los más desprotegidos.
A 41 años de la CNTE, la Sección XVIII sigue siendo uno de los pilares más importantes del único referente de lucha de los docentes que logró vencer y sobrevivir al vendaval neoliberal, que tenía entre sus objetivos declarados: desmantelar la educación pública y al sindicalismo de izquierda.