Seguramente lector-lectora recuerda la portada comprada por el Presidente Enrique Peña Nieto en la revista TIME aderezada con la provocadora frase “Salvado a México”.
Dicha portada apareció en el mejor momento del Peñismo, con la escalada de reformas estructurales que transportaron al ejecutivo de la Nación a los cuernos de la luna.
Pues bien, tarde o temprano las cosas en su lugar.
Y es que el supuesto salvador del País era un espejismo, una mentira, una ofensa, un insulto a la inteligencia, vil faramalla…rastrera demagogia.
Porque el caso Iguala que crece cual bola de nieve, ya no se mira solamente desde la óptica de un Estado en crisis como Guerrero. Es un reflejo de la escena trágica de un País violento como el nuestro.
Lo debe tener muy claro el sujeto que despacha en los Pinos. El caso Iguala donde perecieron seis personas y mantiene desaparecidos a 43 estudiantes normalistas es escándalo Internacional, y que a la hora de señalar culpables, los dedos ya no solo apuntan al prófugo alcalde José Luis Abarca y al Gobernador Ángel Aguirre, sino a él mismo; por tardío, demagogo e incluso, por inútil.
Indignante sería lector-lectora que, en vez de que verdaderamente se ponga a “salvar a México” prefiera salvar su degradada imagen recurriendo (nuevamente ) al eficiente truco de la propaganda gubernamental infestando (aún más) los medios con el trillado y falso discurso de que, tras su arribo a la silla presidencial, el País se está “moviendo”.