Cuando se siembra en terrenos casi desérticos, allí donde las condiciones del sistema educativo son más duras para todos los involucrados, la mínima justicia que merece la cosecha es que todos reconozcamos y aprendamos del esfuerzo de aquellos que apuestan por sembrar futuros educando en condiciones adversas.
El 30 de octubre asistí a la entrega del Premio Iberoamericano de Educación en Derechos Humanos “Óscar Arnulfo Romero”, una iniciativa impulsada por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y la Fundación SM, con la participación de la SEP, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el INEE. La experiencia ganadora fue la telesecundaria Tetsijtsilin, palabra que en la variante dialectal náhuatl significa “El lugar en el que sueñan las piedras”. Se trata de una escuela impulsada por la Sociedad Agropecuaria del Centro de Estudios y Promoción Educativa para el Campo, una sociedad de solidaridad social en San Miguel Tzinacapan, Cuetzalan, en el estado de Puebla. Han desarrollado una experiencia educativa que los propios actores describen como “hacer comunalismo en la escuela”, que consiste en articular la propuesta curricular formal con los saberes comunitarios, promoviendo el fortalecimiento y valoración identitaria.
¿Por qué es muy importante que todos sepamos de la existencia de este caso? La experiencia constituye una buena práctica que presenta rasgos sobresalientes, entre los que destacan los siguientes:
Autogestión y participación social. La escuela fue solicitada, impulsada y ha sido sostenida por mucho tiempo gracias al trabajo y la corresponsabilidad de padres, alumnos y ex alumnos, tanto en los aspectos pedagógicos como financieros.
Educación culturalmente pertinente. La propuesta cumple con una de las características esenciales del derecho a la educación: la aceptabilidad, que implica ofrecer —tanto de forma como de fondo— una educación que sea aceptada por los sujetos de derecho a quienes está destinada, al punto de que hoy se desplazan desde la cabecera municipal los alumnos que antes preferían no hacerlo.
Innovación en los espacios con más dificultades dentro del Sistema Educativo. Tetsijtsilin ha logrado, entre muchas otras cosas, detonar procesos educativos con los materiales y métodos de la comunidad y de la propia telesecundaria, para dar incluso origen a productos nuevos, situados en su contexto.
Formación en y para el ejercicio en los derechos humanos. El modelo promueve lo que ellos llaman “el empoderamiento de la diferencia cultural” a partir de valorar positivamente su diversidad.
Tetsijtsilin es un llamado a la conciencia de que es posible, con la unidad de voluntades de la escuela y su comunidad, realizar acciones de mejora educativa que pueden calificarse hasta de heroicas, pero con grandes frutos. Garantizar el derecho a una educación de calidad implica necesariamente la educación en y para el ejercicio de los derechos, todos los derechos, incluido el de reconocer y valorar la propia identidad en medio de la diversidad. Una educación culturalmente pertinente, incluso en las peores condiciones, termina produciendo una educación de calidad.
Fue publicado en El Universal