Los corridos tumbados, los corridos bélicos, el trap latino y las cumbias sonideras ya están en la escuela. Lo vimos el Día del Niño, el Día de la Madre y hasta el Día del Maestro. En realidad, lo vemos todos los días; de una forma o de otra; en canciones, en referencias, en deseos y en ejemplos.
Por eso es necesario preguntarnos: ¿Y ahora qué hacemos con todas esas rolas que hacen apología del patriarcado, el machismo más burdo, la celebración de la droga, el éxito rápido del trasiego, el camino blanco a la felicidad, el rojo-sangre de las armas y la muerte, la aspiración de los Nike y las prendas Luis Vuitton, los Mercedes y el arsenal de los Kalasknikov , los Minimi y las bazucas ?
¿Qué hacemos?
Una primera estrategia es dejarlo pasar; total, es algo fugaz, se acabará, como otras modas que no resisten el tiempo. ¿Alguien se acuerda de Chico Che o Rigo Tovar? También tenían canciones sexistas y machistas, ahora nadie los recuerda. Los corridos tumbados y los corridos bélicos pasarán, lo mejor es no hacer nada, ignorarlos, para qué darles más importancia de la que tienen. Reírse, dejar que los niños y niñas hagan lo que quieran en su día y ya. Todo pasa, nada queda. (Solo el sexismo y la narco-cultura, diríamos nosotrxs).
Una segunda estrategia es la prohibición. Ante el escándalo de las canciones de Peso Pluma, Eslabón Armado, Natanael Cano, Luis R. Conríquez, Gabito Ballesteros, Grupo Frontera y Bad Bunny, otra posibilidad es vetarlas. Eso ha propuesto la sección XX del SNTE en Nayarit. La secretaria general, Guillermina García, afirmó que “este tipo de música graba en situaciones “que no son formativas” como las drogas, el sexo y la violencia en general…el gobierno debe emitir una circular para prohibir este tipo de música”.[1]
Hemos buscado en otras secciones y otros estados, pero fuera de comentarios en las redes sociales, no hemos encontrado otras propuestas similares.
A juzgar por los hechos, todo indica que se aplicará el dejar hacer, dejar pasar en las escuelas. Que sean los padres de familia quienes se encarguen -si acaso- del tema, porque la educación empieza en casa. Más o menos así va la cosa.
No se crea que Peso Pluma o Natanael Cano prestan oídos sordos a la situación. Peso Pluma ha dicho “Yo sé que a veces no es bueno que los niños vean esto o que escuchen esto, pero es una realidad. O sea se tiene que mostrar, se tiene que ver”.[2] Y aclara: “Son corridos de encargo. No es como que nosotros digamos ‘vamos a hacer un homenaje o vamos a hacer una alusión a él y que la gente lo venere’”.[3] Es solo un trabajo.
Natanael es mucho más reflexivo. Más contundente. No le da vueltas al tema y no lo esconde; por el contrario, lo engarza en una crítica radical: “Dejen de educar a sus hijos para un mundo que no existe ya, dejen de educar a sus hijos para ser empleados. Yo me cansé del sistema tan viejo y tan perdido en el que estaba estudiando, y me puse a estudiarme a mí mismo, y aquí sigo. La escuela de la vida no falla ni termina”.[4]
Lo dice un chavo de 22 años, legendario ya, que dejó la preparatoria en Hermosillo y se fue a los Estados Unidos a triunfar. Un self-made man, millonario, un innovador que canta rolas sexistas, apologéticas de los negocios ilícitos y señeras del camino veloz, la vida rápida, el éxito con Silver LV y Mercedez Benz, aderezados de introspecciones, recomendaciones y cariño filial.[5]
Quien suponga que estos canta-autores son una caricatura y sus temas los gustos de ignorantes, está muy equivocado. Se trata de algo más: de un paradigma. Un modelo de vida. Un camino, una verdad, unos valores y muchas enseñanzas técnicas, tácticas y estratégicas, por eso son corridos bélicos, por eso son corridos tumbados: son la pedagogía del éxito neo-liberal, desde abajo.
No hay mejor marketing noliberal que ese, y todavía mejor: viene desde abajo, desde mero abajo, los cantan los plebitos, las adolescentes, los jóvenes que han triunfado con ellos o quieren llegar a ser ellos. En realidad, son los trovadores del neo-liberalismo popular, el que no se detiene en las reglas, el que se muestra tal como es, desbordado, sin límites, desandando lo legal y aprendiendo que solo la trasgresión de la ley es la vía para el éxito. Los otros caminos están cercados por los de arriba.
El sendero de la ley está hecho a imagen y semejanza de los poderosos, porque ¡ellos la hicieron!; y siguen torciéndola, usándola, burlándola, administrándola, en conjunción con los políticos de todo tipo.
Los de arriba son la imagen del triunfo en la vida, pero los corridos bélicos celebran el éxito de los de abajo, de unos de los de abajo, de los que lo consiguen como sea, porque en esencia no hay distinción entre el pseudo camino legal de los de arriba y el verdadero camino ilegal de los de abajo, unos y otros aspiran al mando y al poder sobre los otros, sobre las otras; es ahí donde hay que llegar, por eso la reverencia exagerada de los cantantes bélicos a las marcas, las joyas y los símbolos del lujo.
Ellos saben muy bien, como lo dice Natanael tan certeramente, que el mundo cambió, para qué estudiar en las fábricas de empleados, mejor vivir pronto, de prisa, con los objetivos claros y los caminos sabidos, sin vergüenza, para llegar al mismo lugar de los que obtuvieron eso mismo a través de la herencia y la corrupción política; pero con mayor elegancia, como la de Francia, dice Ángel Higuera y repite Natanael en une entrevista imperdible.[6]
Los corridos bélicos son odas a la necro-acumulación del capital, los necro-valores y los necro-negocios que se ensamblan con el capital financiero y mercantil legal, a través de los patrones de consumo y de la fama. Son el epítome de los valores neo-liberales, pero celebrados desde abajo.
Eso es lo que llega a la escuela, eso es lo que se canta en la escuela: lo queramos o no.
Desde aquí empieza el verdadero asunto de Peso Pluma y el Día del Niño. No se trata de gustos chafas o de música banal, al contrario, es la música de los gustos y valores sofisticados de las industrias criminales. Se trata de una didáctica del exitismo, un aprendizaje de habilidades, destrezas, propuestas y propósitos del lado ilícito de la vida en la polis, dentro de las escuelas públicas, por acción u omisión, incluso por celebración.
En esta perspectiva, dejar pasar esto es un tiro en el pie de las comunidades escolares. ¿Para qué la Nueva Escuela Mexicana; para qué los valores de la comunidad; para qué la ciudadanía y las pedaGogías situadas, si son incapaces de enfrentar inmediatamente simples canciones que tienen más sentido, más valor, más significado que decenas de proyectos comunitarios?
Tampoco la opción censora tiene sentido. No solo, como dicen muchos, porque será un incentivo adicional, sino porque eso lo escucharán los niños y niñas todos los días, en otros lados, en otras partes y con otros valores, y la escuela no proporciona elementos para analizarlos, para entenderlos, para darles significado y sentido.
Ni dejar pasar, ni prohibir: ¿entonces? La respuesta no podría ser más sencilla, y más difícil: volver las canciones un caso de estudio, aprovecharlas, diseccionarlas, cogerlas por los cuernos, no dar la vuelta, desbaratarlas y discutir sus mensajes y sus decires; sí, con los mismos niños que las cantan, con las mismas niñas que las celebran, para decodificar el machismo, la ilegalidad, los valores trucados, todo lo que promueven, alguna vez sabiéndolo, otras nomás repitiendo.
¿Difícil? No más que una clase de matemáticas o de español, quizá menos, porque los corridos tumbados hablan de lo de todos los días, de la mujer-objeto, de los comportamientos machistas, de la propiedad; y los corridos bélicos de lo que ven y escuchan todos los días, de lo que sufren dentro y fuera de la escuela a diario.
Y ese es el punto: en estas condiciones, no hay que esperar que las cosas vayan a la escuela; sino la escuela vaya a donde se le necesita, con los más vulnerables, con las más agredidas, con los más desesperanzados.
Natanael tiene razón, no se trata de producir empleados que se agachen y sufran las injusticias, mucho menos delincuentes, se trata de formar individuos libres, con capacidades y saberes que desmonten los poderes del lenguaje, de la música, de los procesos sociales, para que en el ejercicio de su libertad, empiecen a perfilar futuros distintos. Si el mundo es otro, la escuela tiene que ser otra. De la escuela encerrada, a la escuela abierta; no la escuela que transmite los valores de los poderosos, sino la escuela que también enfrente los poderes, desde su ámbito, con sus instrumentos. Por eso no hay que dejar pasar a Peso Pluma, menos aún prohibirlo; al contrario, hay que estudiarlo, hay que mostrar lo que significan y promueven sus canciones y sus valores en un momento como el de hoy.
[1][1] https://sinsacarle.com/maestros-del-snte-piden-prohibir-canciones-de-peso-pluma-en-las-escuelas/
[2] https://www.infobae.com/mexico/2023/05/11/peso-pluma-tendra-que-pagarle-a-eslabon-armado-si-quiere-cantar-ella-baila-sola/#:~:text=Pedro%20Tovar%2C%20el%20cantante%20y,el%20programa%20de%20Jimmy%20Fallon.
[3] Idem.
[4] https://www.elsoldepuebla.com.mx/gossip/omg/dejen-de-educar-a-sus-hijos-para-ser-empleados-natanael-cano-9131993.html
[5] Como en sus primeros éxitos El de los lentes Gucci , El F1 y Sour Diesel .
[6] https://www.razon.com.mx/entretenimiento/natanael-cano-dice-humildem-le-gusta-demostrar-contrario-498468
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Publicado en Insurgencia Magisterial