Peñalandia y Nuñolandia: las segundas partes son peores.

Peña y Nuño, desde el inicio de este sexenio, vivieron en un mundo irreal, fantasioso, imaginario. Sus declaraciones y diversos posicionamientos ante ...
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Peña y Nuño, desde el inicio de este sexenio, vivieron en un mundo irreal, fantasioso, imaginario. Sus declaraciones y diversos posicionamientos ante la opinión pública en todos estos años así confirmaron y, muestra de ello, son las famosas “reformas estructurales”, incluyendo la mal llamada reforma educativa que, a lo largo de estos cinco años, se han manejado como “extraordinarios logros de gobierno” pero que, en los hechos, solo han traído desolación y desasosiego a millones de mexicanos, incluyendo, los que en su momento creyeron en su proyecto.

Incrementos a los productos de la canasta básica; un salario mínimo paupérrimo; los combustibles al alza; las tarifas de luz y agua sin control; una inflación que no acaba de aminorar muchos de los males económicos que hoy padecemos; una inseguridad pública que, de manera particular, ha permitido que el feminicidio vaya en aumento; exgobernadores y funcionarios públicos acusados de corrupción y desvío de recursos del erario público; cientos de escuelas dañadas aún por los sismos y que no ven para cuando haya posibilidad de ser atendidas porque se gastó cifras exorbitantes en difusión de un “nuevo” modelo educativo que en estos lamentables acontecimientos; una evaluación docente al desempeño que no ha arrojado los niveles de mejora educativa porque sencillamente la evaluación no es la solución a todos los males; una deficiente capacitación, actualización y profesionalización del magisterio mexicano aunque en los discursos oficiales se diga lo contrario; un ingreso al servicio profesional docente que en varias entidades – si no es que en todas – sigue adoleciendo de la burocracia y los malos manejos de ciertos funcionarios públicos; un supuesto reconocimiento al mérito de los maestros por su desempeño pero que en los hechos, cientos de profesores siguen esperando que se les otorgue el “mérito” prometido; millones de niños y jóvenes que padecen los estragos de la aplicación de las políticas educativas que han emanado del centro; en fin, estos son pues, algunos de los grandes problemas que enfrentan, insisto, millones y millones de mexicanos y, para acabarla de amolar, a diario vemos la necedad del ex secretario de educación, hoy “flamante” coordinador de campaña del precandidato priista, de “creer” que goza de una simpatía exorbitante en todos los sectores sociales, misma que le habrá de arrojar buenos resultados al finalizar esta contienda electoral pero que, según varias casas encuestadoras de reconocido prestigio, no ha logrado avanzar de un bien merecido tercer lugar.

Sí, estas y otras cuestiones son la que a diario padecemos millones de mexicanos, producto, insisto, de los malos resultados de gobierno. Y es que mire usted, para nadie es desconocido que, derivado de ese fatídico Pacto por México, las cosas no marcharon como en su momento se pensaron. Los partidos políticos, fieles a sus intereses y posicionamientos, sumaron “voluntades” para mejorar lo que, desde un inicio, sabíamos que no podría mejorarse de la noche a la mañana. ¿Acaso los niveles de bienestar se han acrecentado en un país que cada día se torna más violento?, ¿acaso se pensó que con el encarcelamiento de una ex dirigente sindical los problemas que por décadas han prevalecido en el sector educativo se acabarían por completo?, ¿acaso se consideró que con dejar de hablar de inseguridad pública los niveles de justicia, igualdad y equidad social irían al alza?

Sí, desde Peñalandia y Nuñolandia, es probable que se todo esto se haya pensado; sin embargo, las circunstancias que cotidianamente observamos en nuestra querida República Mexicana, nos confirman lo contrario. ¿Cuántos millones de mexicanos somos en estos momentos?, ¿cuántos de éstos viven en pobreza y pobreza extrema?, ¿cuántos niños, adolescentes y jóvenes no cuentan con los elementos mínimos necesarios para lograr un desarrollo armónico en sus respectivos hogares y escuelas?, ¿cuántos docentes siguen padeciendo las desavenencias de la puesta en marcha de una Ley General del Servicio Profesional Docente? En fin, ¿cuántos hoy vemos y padecemos la aplicación de una inadecuada e incorrecta política pública en México?

Cuestionamientos importantes que, tal vez, encuentren una sola respuesta: ineficiencia, ineficacia y corrupción en los más altos niveles de gobierno pero, si por un momento usted llegó a pensar que esta sería lo más grave, déjeme compartirle la idea que planteó recientemente el Secretario de Educación, Otto Granados, sobre la reforma educativa en su texto publicado en Educación Futura (21/01/2018) y otros medios: “Si, como decía Bismarck, nunca se miente tanto como en las elecciones, entonces la reforma educativa que de todas las que ha realizado la administración de Peña Nieto es la mejor evaluada, estará en grave riesgo si su continuidad se ve amenazada como parte del mercadeo electoral que sucederá en los próximos meses. Dicho con claridad: frenarla, o peor aún, revertirla, sería un abuso inmoral y grosero en contra de los niños de México”. ¿Qué le parece?

Desde mi perspectiva, bien podríamos entrarle al debate sobre moralidad que plantea este funcionario público, desde una perspectiva Kantiana o de otra, la que usted prefiera, para analizar la “moralidad” en la actuar de los individuos y/o de las instituciones. De entrada, parece ser, que otro posicionamiento diferente al que éste ha planteado en absoluto sería considerado. ¿Y la opinión de un Ángel Díaz Barriga, Hugo Casanova, Graciela Cordero, Pedro Flores Crespo, Silvia Schmelkes, Etelvina Sandoval, entre otros destacados investigadores mexicanos no cuenta?, ¿no cuenta la voz de los más de un millón de profesores que son parte del Sistema Educativo Mexicano (SME)?, ¿acaso no el mismo plan de estudios o el famoso nuevo modelo educativo no considera el análisis, la crítica, el argumento fundamentado sobre diversos hechos?

Sí, se le apuesta a la continuidad, pero sin que haya una reforma a la reforma emprendida, aún y cuando en materia de investigación se hayan aportado otros datos que son dignos de reconocer y tomar en cuenta en este terreno. Sí, se le apuesta al futuro de los niños, pero sin reconocer los grandes problemas que son parte de un presente y que fueron generados por pésimas decisiones de gobierno. Sí, se habla de que en antaño todo era simulación y maquillaje dentro del SEM por las prácticas que existían en ese tiempo, pero no se habla de la misma simulación y maquillaje que se empleó para la conformación del nuevo modelo educativo.

Sí, se habla de las bondades del gobierno peñista, pero no se reconocen los males que trajo consigo. Bien se dice que las segundas partes son malas e indudablemente, estamos ante la puesta en escena de la segunda parte de una trama que ya conocemos: Peñalandia y Nuñolandia; no obstante, confío que el electorado mexicano, tiene la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, lo correcto o incorrecto, vaya entre lo moral e inmoral de los hechos.

Tiempo al tiempo.

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