Desde que estaba en la “prepa” (COBACH), he escuchado “aprender a aprender”, si, en unas copias algo borrosas, ¡y hasta muñequitos tenían! Tenía que saber qué era eso… ¿ósea cómo? Si, finalmente debía entender que estaba solo, que el maestro solo era un medio, todo dependía de mí, aprender por mí mismo, nadie más lo haría, solo yo; era mi responsabilidad, era mi propósito.
En el CONAFE también, arrastrando una mochila como de 40 kilos (tal como lo hiciera mi amigo, el Director de Profelandia.com), estuve escuchando que debía “aprender a aprender”, que de eso debía convencer a los pobres niños que comían las sobras que dejaba el “Instructor Comunitario” (ósea Yo). Y sin mal propósito fui parte de la comunidad, más si cada mañana recibía admiración y respeto; así aprendí que mi propio camino estaba en cada decisión que tomaba, en ser más de lo que los demás esperaban de mí…que la vida es la prueba más difícil de cursar.
Después, en medio de un cielo borrascoso atravesando por la ENUB (Escuela Normal Urbana de Balancán) seguía “aprendiendo a aprender”, no me quedaba de otra…no es nada nuevo.
El reciente slogan del “Nuevo Modelo Educativo” sigue siendo el mismo de la década de los 80, y quizá desde mucho más atrás.
El plan es muy ambicioso, pero son solo sueños, anhelos, hace falta aterrizarlos…y esa, no es para nada tarea fácil.
Ya soy maestro evaluado y, nada veo distinto…y eso que en mi aula soy un actor que disfraza su decepción con efímera alegría, porque parte de mi vida son mis alumnos y ellos no necesitan ser contagiados de esta desgracia llamado “país”.