A la Secretaría de Educación Pública (SEP) se le hizo fácil aventar a las entidades federativas la papa caliente que supone la nómina magisterial.
Según el Oficial Mayor de la SEP, Marco Antonio Abaid Kado (SEP, enero 19/2015), el Gobierno Federal no paga a los aviadores ni a “vivos” fallecidos. Y si se pagan, son en todo caso, responsabilidad de los Estados.
En una especie de “yo no fui, fue Teté, péguele, péguele a aquel, y no a Chuayffet”, el caso es que el Gobierno Federal no está dispuesto a asumir los costos de tan compleja trapacería como la nómina magisterial que al amparo de la corrupción, el tráfico de influencias, compadrazgos y demás pillerías, se fue configurando en torno al presupuesto educativo.
De hecho, el propio Secretario de Educación, Emilio Chuayffet Chemor ha dicho que él tiene que pagar la nómina según se la envíen desde las entidades federativas.
Y de paso culpó al acuerdo de 1992, en donde las entidades federativas son los patrones de los maestros, para de manera por demás elegante, se erija como el agente de cambio al proponer un nuevo acuerdo desde las entrañas de la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), para empoderar al Gobierno Federal respecto a la nómina magisterial.
Es decir, mientras que no exista acuerdo con los Gobernadores, habrá carta abierta para ‘joderse’ el presupuesto.
¡Vaya leyes!