El sancocho es un platillo casero que se guisa desde Venezuela hasta Cuba y en algunas partes de México. Se prepara con diversos ingredientes, pero destacan tres, porque sin ellos lógicamente no es sancocho, además de su tipo de cocimiento particular. Estos ingredientes son: los tubérculos, las verduras y la carne en trozo con hueso. Así quién prepara el platillo se asegurará primero tener la carne debidamente cortada en cubos, las calabacitas, elote, lechuga, camote, papa, especias y hasta yuca le puede poner.
El modo de cocimiento es variado, pero por lo regular el sabor característico de la carne es a término medio y el comensal quedará satisfecho degustando un platillo que si bien tiene un nombre interesante no deja de ser una sopa universal, y nada más.
Así se me figura en estos momentos, ya con los ingredientes listos, el proceso final de promulgación de las leyes secundarias. Esta etapa ha sido un verdadero concierto de instancias para definir lo que será por fin la columna vertebral de la legislación regulatoria en materia de educación en nuestro país. Desde el principio, se definen tres objetivos principales: Las disposiciones para el sistema de la carrera de las maestras y los maestros, los procesos de selección en admisión, promoción y reconocimiento, y la revalorización del magisterio, con pleno respeto a sus derechos.
Así tenemos que las disposiciones son el conjunto de normativas que regulan el quehacer de los docentes, técnicos docentes, los asesores técnico pedagógicos y el personal con funciones de dirección y de supervisión, en la educación básica y media superior. Esto se asemeja al montón de tubérculos y verdura que lleva el sancocho. Y es que son muy variados, por ejemplo; se menciona a los que si deberán sujetarse a dicha ley y deja fuera de ella a las universidades, al CONAFE, al INEA y sus homólogos estatales, al IPN.
Si bien esta ley ya no es punitiva sobre los docentes en cuestiones de permanencia en el empleo, me parece que conlleva en si misma una serie de restricciones que obedecen o preparan la distribución presupuestal para el tiempo venidero, que por más optimistas que sean algunos, se ve muy raquítica, a comparación de su antecesora; la extinta LGSPD, que si bien venia “picada de avispa” por la permanencia, era ambiciosa y estaba obligando al sistema a incrementar la asignación presupuestal para el ramo educativo.
Revisen cual debería ser la asignación presupuestal para cubrir la idoneidad y continuidad de los programas para estas fechas y el próximo año y luego contrasten con lo que se prevé después de la pasada abrogación. Se las dejo de tarea, amables lectores.
Continuemos encontrando similitudes entre dos productos, uno legislativo y el otro culinario. Así es que después de descubrir los tubérculos, pasamos a lo sustancioso del asunto: los procesos de selección en admisión, promoción y reconocimiento; señoras y señores, la carne, el hueso y el tuétano que le va a dar consistencia al caldo. Para empezar, la admisión es un proceso que se percibe envuelto en una serie de controversias por los ajustes que ha recibido durante el camino de su conformación. El modelo a seguir en este proceso contempla de acuerdo al dictamen con proyecto de decreto aún, que serán los directores de las escuelas quienes informarán las vacantes al sistema con plazos de 5 días en el medio urbano y 10 en el rural. ¿Y quién no lo haga qué? ¿Empezara lo punitivo? ¿Acaso las condiciones de trabajo especifican que un director contrata personal? Y como seguramente ya se enteraron, hay un paréntesis en el caso de admisión para los estudiantes de escuelas normales. Tendrán prioridad en este aspecto.
La nueva ley en proyecto, contempla una planeación presupuestal que tome en cuenta la demanda de plazas de los egresados de normales públicas y tenerlas así previstas para su asignación. Las convocatorias tendrán al menos 30 días de anticipación a la celebración del proceso de selección y contemplará este último para efectos de ponderación en la selección aspectos del aspirante
como los siguientes: conocimientos y aptitudes necesarios para lograr el aprendizaje, la formación docente pedagógica, licenciatura concluida, el promedio general obtenido al final de su carrera, cursos, movilidad académica, bilingüismo, o por todo o por algo, la experiencia docente.
Contempla también amplias facultades discrecionales para la autoridad en la contratación de las plazas una vez agotado el orden de participantes. Viene al final también un espacio que permite el concurso por la doble plaza para quien cuente con compatibilidad de horarios entre niveles. En cuanto a la promoción a cargos directivos y de supervisión tomara gran relevancia la antigüedad en el servicio, la experiencia de trabajo en zonas marginales y el reconocimiento social hacia el docente aspirante. Estos dos procesos son la parte medular del proyecto. A mi parecer, es la definición de la nueva cultura de admisión al servicio docente y promoción vertical en el que se estará formando para las futuras generaciones de docentes. Es pues la carne jugosa del platillo, con algo de deshebrada que ya parece “ropa vieja” por tanto articulado, pero muy importante al fin y polémica por demás en la delgada línea de equidad e igualdad sobre la que se sostendrá.
Ahora viene lo que le da buen aroma y sabor a lo que próximamente estaremos degustando los docentes como parte de nuestra cotidianidad profesional en el servicio. Me refiero a la promoción horizontal por incentivos. Se observa en estos apartados las reminiscencias del programa de carrera magisterial por los tiempos de requisito y algunas otras particularidades. Destaca la forma de transparentar que funcionará mediante la fusión de los presupuestos que ya estaban asignados a carrera magisterial y el programa de promoción en la función por incentivos comúnmente conocido como “el K1”, porque debido a la abrogación ya a nadie le dio tiempo de llegar al nivel K2, así como recursos extra que se le asignen, menciona el citado proyecto de decreto. Esperemos que efectivamente sea por fin un programa motivante para la función docente donde se vea materializada una mejor calidad de vida para los trabajadores de la educación a la par de la mejora de su práctica docente y que esto conlleve a la excelencia en el aprendizaje de los NNA (niños, niñas y adolescentes). Este apartado va de la mano con la revalorización del magisterio a la par del respeto a los derechos adquiridos.
En el caso de los ATP, seré breve. A los nuevos que vengan después del decreto podrán estar tres años y luego regresar a sus funciones docentes. A los que tienen categoría; la conservan y a los que estaban en proceso les dejaran el incentivo correspondiente de manera PERMANENTE. Compañeros ATP, digo yo, los Heracles del proceso educativo, ojalá y sobre el pleno de la cámara de senadores decidieran asignarles la categoría a los que están en proceso de inducción, pero si no, amigas y amigos, al menos es un “vive hoy y pelea mañana”.
Y ya para terminar, el último articulo menciona que todo será de forma gradual y de acuerdo al presupuesto aplicable a las instancias, o sea a fuego lento. Esperemos sea producido por leña y no de gas, para que así este sancocho, cual delicioso platillo quede “al dente”. Y cuando los docentes tomemos parte en degustarlo para la admisión, promoción e incentivos, podamos decir muy mexicanísimos:
“Ahora es cuando chile verde le has de dar sabor al caldo”.