Si la ley se aplica de manera selectiva, el estado de derecho simplemente no existe.
Sin embargo al Gobierno que encabeza el Presidente Enrique Peña Nieto le importa un pimiento hacer de la ley el medio para eliminar los liderazgos que encabezan descontentos en contra de políticas públicas, como la ya muy cuestionada reforma educativa.
Y es que el fin de semana la PGR cumplimentó órdenes de aprehensión contra Rubén Núñez Gines y Francisco Villalobos, Secretario General y Secretario de Organización de la Sección XXII del SNTE en Oaxaca, respectivamente.
Los delitos: operaciones con recursos de procedencia ilícita por parte de Núñez y Robo Agravado de Villalobos.
Hay quienes festinan la caída de los líderes del magisterio disidente, principalmente porque se trata de una de las facciones más representativas de la Coordinadora. Celebran tal cual lo hicieron cuando cayó en desgracia la Maestra Elba Esther. Y adulan el temple del Gobierno por hacer valer el imperio de la ley en un País como México asediado por el crimen organizado.
Hay quienes contrario a esas celebraciones lamentamos que sea así, con la aplicación de la ley de manera selectiva, para eliminar adversarios en el terreno de lo político.
Esa ley no es ley, y tiene como agravante que se ha institucionalizado con el Presidente Peña Nieto, lo cual desde mi perspectiva muestra el verdadero rostro de un sexenio perverso con la legalidad
Pregunto: ¿quién podría escatimar el mérito a un Gobierno que aplica la ley con apego al estado de derecho, cuando se debe y no cuando se quiere?
Sin duda nadie. El problema (o desgracia) es que vivimos en México, un País de pomposa corrupción y encomiable delincuencia.
Sólo así alcanzo a entender las razones del Presidente Peña para retratarse sin repulsa con dirigentes de la talla del líder petrolero Carlos Romero Deschamps, o el sustituto de la Maestra Elba Esther, Juan Díaz de la Torre.
Cuestionados sujetos son ejemplos de que el corrupto y delincuente mientras sea útil, tendrá la mano franca del sistema.
En fin. Me quedo con la impresión de que la ley en México protege al que delinque, al que tiene la suerte de ser compadre del político influyente, al que está alineado con la narrativa oficial…al que trafica a sus anchas con poder.
