¿Hasta cuándo llegará a su fin la tragedia de los sueños truncados?
La injusticia nacional (algunos la llaman fenómeno) que margina a muchos aspirantes a la educación superior tiene que ser agenda nacional urgente.
Ya no se puede seguir condenando a las generaciones al caño de la inmundicia social.
Es una aberración -por decir lo menos- que la gran mayoría de los jóvenes sean rechazados de las universidades públicas.
El Estado mexicano, principal culpable del fracaso juvenil se mantiene desde hace tantos ayeres a la fecha con los brazos cruzados y sin talento para sacar del precipio el futuro de sus generaciones.
¿Es que existe otro camino para el progreso sino es con una sociedad educada? No. Es la única manera razonable que existe para presentarnos como País en competencia. Sin embargo, éste sistema caduco que degolla sueños jueveniles no sólo rechaza, sino que produce bajos perfiles. Desde el joven que tiene que conformarse con la carrera que no cubría sus aspiraciones, hasta aquel que aseguró su ingreso a una facultad en saturación gracias a la naturaleza corrupta mexicana ($).
¿La solución? invertir porsupuesto. Pero un País como el nuestro que despilfarra en “democracia” no tiene posibilidades para salvaguardar las aspiraciones de sus jóvenes.
Destinar recursos no significa en automático inversión. Se necesita asegurar que cada peso asignado a la cobertura universitaria se empleado para lo que es.
Mientras tanto, seguiremos viviendo en el México donde sus congéneres no hacen lo que en verdad quieren… sino lo que a duras penas pueden.