Con un modelo de evaluación centralista, que privilegia la aplicación de exámenes estandarizados para determinar quiénes pueden o no ejercer la docencia
, el nuevo Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) se convertirá en otro organismo público condenado al fracaso
, advirtió Hugo Aboites, experto en temas educativos.
Aseguró que con la ampliación de atribuciones para coordinar el Sistema Nacional de Evaluación Educativa, el instituto será un nuevo Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (Ceneval), pero sin haber aprendido de los errores, lo que generará más controversias y críticas
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El gobierno federal, apuntó, tiene la intención de convertir al INEE en el capataz de los maestros. En un gran evaluador, una especie de inspector de 15 millones de niños que cursan su educación básica, a los que someterá a pruebas estandarizadas, pero también a maestros y cuerpo directivo, pese a que especialistas e investigadores han advertido de su fracaso como herramienta para mejorar la calidad educativa
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Frente a las competencias otorgadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto a este organismo autónomo, con personalidad jurídica y patrimonio propio –el cual será responsable de evaluar la calidad, el desempeño y resultados de la educación prescolar, primaria, secundaria y media superior–, Aboites enfatizó que quienes integren su junta de gobierno, deben ser expertos con mucha sensibilidad social y política
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Sin embargo, consideró que quienes integran la lista de 15 expertos enviada por el Ejecutivo federal al Senado de la República para elegir a los que dirigirán el organismo, son, en su mayoría, personajes que pueden ser muy buenos en medir determinadas características del sistema educativo, pero al mismo tiempo, algunos de ellos se han vinculado con organismos empresariales y multinacionales, como Mexicanos Primero y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
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Estas características, enfatizó, sólo generarán más desconfianza. Se tendrá una junta de gobierno con poca sensibilidad política y con serios problemas de legitimidad
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Se trata de investigadores que parecen haber sido elegidos porque son totalmente inofensivos en cuanto a la generación de una verdadera polémica sobre qué, cómo y para qué queremos evaluar al sistema educativo. No representan una posición crítica frente a un sistema de valoración condenado al fracaso
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