¿Quién, en su sano juicio, acude al doctor para después ignorar la receta que dispensa según el diagnóstico? Es de locos ¿no? Pues eso mismo pasa con los profesionales de la educación y el acuerdo 23/08/21.
En cualquier área de conocimiento, se asume que los profesionales de la misma son capaces de establecer diagnósticos, imaginar escenarios, construir estrategias, aplicarlas, ponderar los datos utilizando los números como argumentos, recular, regular, acompañar, establecer acuerdos, rutas críticas y dar seguimiento a las mismas.
Sin embargo, el acuerdo 23/08/21 prefiere considerar a los maestros mexicanos como trabajadores de la educación, con un horario que cumplir de manera presencial en medio del pico de la tercera ola de pandemia por coronavirus. El problema no es que se presenten los docentes a cubrir su horario, el problema es que este acuerdo complica aún más el escenario de regreso a clases presenciales, dejando de lado a los alumnos y padres de familia que optaron por clases en línea, que son la gran mayoría.
La autonomía de gestión, la clave
Este acuerdo, aleja todavía más a las escuelas de los niños que estaban en situación vulnerable desde antes de la pandemia y para quienes las escuelas, sobre todo las de tiempo completo, son los únicos lugares seguros con crisis sanitaria o sin ella. Por eso, por ellos, la escuela debe ser presencial o no es tal.
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En ese sentido, es un error con un costo social altísimo, despojar a las escuelas de la autonomía de gestión consagrada en la ley desde 2013 y establecida desde el acuerdo 717 como “La capacidad de la escuela de educación básica para tomar decisiones orientadas a mejorar la calidad del servicio que ofrece. Esto es, que la escuela centra su actividad en el logro de aprendizajes de todos y cada uno de los estudiantes que atiende”.
No está de más subrayar que la primera condición para que opere la autonomía de gestión es la confianza en los profesionales de la educación que la integran, sin que esto signifique dejar toda la responsabilidad en manos del colectivo. Al contrario. Estas son algunas de las condiciones necesarias que requiere la escuela para fortalecer su autonomía de gestión1:
1.- La atención permanente de las autoridades educativas locales y municipales
2.- El liderazgo del director
3.- El trabajo colegiado del colectivo docente
4.- La supervisión permanente de los procesos de enseñanza y del aprendizaje que se producen en las aulas
5.- La asesoría y apoyo para el desarrollo escolar y del involucramiento de los padres de familia y de la comunidad en general para que de manera colaborativa participen en la toma de decisiones y se corresponsabilicen de los logros educativos.
Por tanto, la autonomía de gestión abarca todo el radio de acción de la escuela: administrativo, técnico-pedagógico, inter institucional. Permite sobre todo a los profesionales de la educación decidir, con base en el diagnóstico del grupo, los temas, aprendizajes y estrategias de acuerdo a su criterio y a las necesidades del contexto.
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No es casual que desde 2013, con base en la autonomía de gestión de los centros educativos, los directivos y supervisores escolares estamos considerados como personal de confianza, en parte porque aunque no manejamos recursos públicos, sí somos responsables de la aplicación de los mismos.
La razón, la emoción y el trato humano
Leí el artículo “Presencialidad: AMLO tiene razón”2, escrito por Eduardo Andere que explica clarito la función de cada actor político-educativo en el marco de la pandemia para que las escuelas abran sus puertas cuanto antes de manera segura para todos. No, en ningún lado dice que la maestra Delfina tiene que barrer escuelas, tuitear selectivamente o contradecir sus mismas indicaciones un día sí y otro también, pero sirva el ejemplo para resaltar el papel de los supervisores, los directivos, maestros y padres de familia:
Los supervisores: Reconvertirse en ejecutivos de la educación para apoyar a las escuelas; en lugar de inspeccionar y exigir, apoyar: “Dígame director(a) ¿en qué puedo ayudarle para realizar mejor su trabajo?”
Los directores: Prepararse para todo tipo de escenarios; apertura, cierre, distancia, esquema combinado, re-apertura, etc., de acuerdo con los capitales digitales, económicos y socioemocionales de escuelas y hogares.
Maestros: Ellos saben mejor que nadie la importancia de la presencialidad y de concentrarse en el bienestar de los niños. Capacitarse en teorías del aprendizaje, digitalización y comunicación con padres de familia y estudiantes.
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Padres de familia: crear las condiciones de hogar (crianza) para que se conviertan en ricos ambientes de aprendizaje y creatividad para los hijos. Si los padres de familia no desean enviar a sus hijos a la escuela deben estar preparados para ofrecer un plan alternativo de aprendizaje de los niños sin esperar que los programas a distancia funcionen sean suficientes. De hechos en varios países como las potencias educativas y el distrito escolar más grande de Estados Unidos, el de la ciudad de Nueva York, iniciará clases presenciales sin que las escuelas estén obligadas a ofrecer educación a distancia, ni híbrida, ni parcial, ni total.
Estudiantes: Ir a la escuela, jugar, esforzarse, estudiar, divertirse.
Imaginemos un Supervisor Escolar o Jefe de Sector que en lugar de tronar “así dice la ley”, “para eso nos pagan”, “iré a revisar las escuelas”, se posiciona frente al director con la pregunta que plantea Andere: “Dígame director(a) ¿en qué puedo ayudarle para realizar mejor su trabajo?”. Esa es una corresponsabilidad a favor de la escuela, de los niños y del mismo quehacer docente. El problema está en que a algunas autoridades educativas se les olvida (convenientemente) que todos somos maestros, aunque tengamos diferente función.
Ejercer la autonomía de gestión, que no es igual al transitorio quinto del acuerdo 23/08/21 no es más difícil para las escuelas, pero sí es más comprometedor para los colectivos escolares, pero así trabajan los profesionales de la educación del siglo XXI: con la SEP, a pesar de la SEP y hasta de sus mismos sindicatos.
Una ruta posible
No se puede planear a largo y mediano plazo. Las Jefaturas de Sector, de la mano de los Supervisores Escolares y Directores de las escuelas deben hacer cortes semanales para ponderar qué escuelas abrieron, en qué condiciones, cuáles están próximas a abrir, qué necesitan y cómo podemos gestionar apoyos para lograrlo.
Nadie puede solo. Ni los maestros, ni las escuelas, ni las zonas o sectores. La clave está en que todos los colectivos docentes se sientan protegidos, en lugar de amenazados, con un acuerdo hecho sobre las rodillas, para que puedan trabajar a favor de sus escuelas. Al final del día, parte de la mejoría del paciente radica en la confianza que brinda a su médico. Sin eso, es muy difícil que el enfermo se recupere
¿Usted qué opina, estimado lector?
1 https://www.excelduc.org.mx/sys-uploads/documentos/sintesis_acuerdo_717.pdf
2 https://www.educacionfutura.org/presencialidad-amlo-tiene-razon/