Un elemento importante en la revisión del proyecto de marco curricular de educación básica que actualmente se discute tiene que ver con la dosificación del tiempo escolar. En algunos casos es difícil equiparar los campos formativos en los que se organiza la propuesta curricular, con las asignaturas en la que se estructura el horario del plan vigente (pues algunas de ellas podrían tener cabida en dos campos), pero se observan elementos de continuidad y de cambio en el manejo del tiempo en educación secundaria y los últimos tres grados de educación primaria.
Destaca en primaria y secundaria la desaparición del componente autonomía curricular, liberando 100 y 160 horas, respectivamente, en la carga horaria. En realidad, aunque oficialmente el plan vigente conservaba la cuota de horas, desde inicios de la presente administración federal fueron realizados ajustes que borraban a tal espacio curricular de la boleta de los alumnos, para, posteriormente, repartir el tiempo que se le otorgaban. De este modo, la disponibilidad de esos periodos lectivos representa la oportunidad para otorgar formalmente a asignaturas como Tecnología, en secundaria, un espacio en el horario escolar o el crecimiento de otras áreas del currículo.
Un aspecto de la organización del tiempo tiene que ver con su flexibilidad. En educación primaria, se establecen cuotas mínimas y máximas a considerar en los horarios para cada campo formativo. La propuesta parece equilibrada: los cuatro campos contarán con un mínimo de cinco horas semanales y un máximo de 6.5, es decir, se podrá fortalecer hasta en 30% el tiempo destinado a cada uno. Aparentemente, quedará en la autonomía de cada centro escolar la posibilidad de enfatizar en alguno, de acuerdo a sus necesidades propias.
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En primaria, el campo “Ética, naturaleza y sociedad” tendría un aumento sustancial en la carga horaria: crecería más del doble, al pasar de recibir 120 horas anuales (entre Geografía, Historia y Formación Cívica, en el plan 2018) a 250 en el nuevo marco curricular, si se le otorga la cuota máxima permitida de cuarto a sexto grados. Mientras tanto, el campo formativo “De lo humano y lo comunitario”, podría crecer, si en esos mismos grados recibe la carga horaria máxima, a más del doble: de 100 horas anuales (40 de Educación Física, 20 de Socioemocional y probablemente 40 de Ciencias Naturales) en el plan anterior, podría llegar a recibir 250 en el próximo. Evidentemente, los campos formativos no podrán gozar, de manera simultánea, de las máximas cargas horarias.
En educación secundaria la situación es semejante: los campos formativos que más crecerían son “Ética, naturaleza y sociedad” y “De lo humano y lo comunitario”, cuyo incremento en relación al total de horas anuales a lo largo de los tres grados del nivel representa 20% y 33%, respectivamente, en comparación al plan de estudios anterior.
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A diferencia de la distribución horaria en secundaria del plan anterior en el área de ciencias, las asignaturas Biología, Física y Química tienen presencia a lo largo de los tres grados escolares, cuando anteriormente estaban presentes sólo en uno cada una. En este ajuste resultó favorecida Biología, al pasar de abordarse cuatro horas semanales en primer grado, a abordarse dos horas semanales, pero en los tres grados del nivel, en dos campos formativos diferentes. Quizá el abordaje interdisciplinar que sugiere el marco curricular sea motivo para que las tres asignaturas se aborden simultáneamente.
Contrario a lo que podría pensarse, el crecimiento del área ética, social y humana del horario escolar no fue en detrimento de asignaturas que pudieran asociarse con una de las críticas más marcadas de la fundamentación curricular: su énfasis, en el pasado, en los propósitos laborales y económicos. Asignaturas como Matemáticas e Inglés conservan su carga horaria en el tablero de educación secundaria: 600 y 360 horas anuales, respectivamente, en total en todo el nivel.
Aún no queda claro cómo se acoplará el horario, ya en la realidad escolar, a la organización por campos formativos o a las situaciones generales de aprendizaje mediante abordajes interdisciplinares. Lo que se sugieren en el proyecto curricular requiere no sólo configurar de cierta manera el tablero de horarios, sino que implica un proceso de reajuste de la práctica pedagógica misma, situación vinculada a la metodología docente pero, más profundamente, a la cultura escolar. Superar el hecho de que, al sonido del timbre a cierta hora del día se guarde el cuaderno de una asignatura y se saque el de otra, va más allá de la presentación de un horario escolar diferente. ¿Qué se requiere para hacerlo realidad?
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