El paro de 24 horas convocado por la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) el pasado 12 de octubre no tuvo respuesta contundente del magisterio.
Según la SEP, en Chiapas operaron las escuelas en un 95 por ciento; en Guerrero, el 93 por ciento; en Michoacán, el 70 por ciento, y en Oaxaca, el 35 por ciento.
Las cifras reveladas por la SEP dan cuenta del estado de debilidad de la Coordinadora desde que el gobierno Federal y el Gobierno de Oaxaca le arrebataron el IEEPO, centro neurálgico de la sección más visible e imponente de la disidencia magisterial: la 22.
Da cuenta además del efecto del discurso amenazador del titular de la SEP, Aurelio Nuño Mayer, quien no ha vacilado en advertir la aplicación de la ley, es decir, descuentos salariales e incluso; el cese del empleo.
Advierte también que la CNTE está herida, y que de no tener capacidad de respuesta estaría incluso al borde de la extinción, lo cual sería motivo de celebración para muchos que ven en la Coordinadora como la principal piedra de tropiezo para la reforma educativa.
Tal momento de la Coordinadora se debe a que Aurelio Nuño empieza a marcar rumbo y agenda para implementar la reforma, que en la gestión de Emilio Chuayffet, se había quedado en promesa.
Cabe preguntarse si será acaso el principio del fin de la Coordinadora, una poderosa disidencia que nació para contrarrestar las prácticas antidemocraticas, impositivas y simuladoras que hasta el día de hoy predominan al interior del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación.
En ese adverso escenario solamente los maestros simpatizantes y adheridos a la CNTE tienen la última palabra.