Al Señor Licenciado Enrique Peña Nieto materialmente se le está “chispoteando” el País.
Pese al rimbombante decálogo presentado a la vieja usanza priísta, con el absoluto mediatismo disponible y flanqueado por la élite política País, el Presidente Peña Nieto se dijo listo para enfrentar al crimen que permea en las policías municipales, a la impunidad, fortalecer el estado de derecho, pero sobre todo; abatir a la corrupción.
Es que al Señor Presidente se le esfumó de un plumazo la vorágine de reconocimientos y pleitesías de los aplaudidores nacionales e incluso internacionales por haberse convertido, en los albores de su Gobierno; en el “gran reformador” que México esperaba.
Al Señor Presidente le explotó en su cara el caso Iguala, precedido éste por el caso Tlatlaya y aderezada por la escandaloza corrupción y tráfico de influencias en torno a la casa blanca, que como ya explicó la primera dama del País a su regreso de la gira con su esposo por asiáticos países, dicha casa valuada en 7 millones de dolares; es el fruto de su trabajo en Televisa, empresa que como bien dimos cuenta, sabe reconocer el verdadero talento actoral. ¡Claro que si!
Y mientras el decálogo Peñista aún tendrá que pasar el riguroso Vo. Bo. de los Diputados y Senadores, el cansado Procurador General de la República aún no oficializa qué realmente pasó con los 43 normalistas de Ayotzinapa.
En las calles las movilizaciones, contrarias al “Ya me casé” de Murillo Karam, no cesan. Advierten de cuatro años difíciles para el Presidente Peña que no tiene margen ni resquicios para más fracasos porque, si de algo ha de estar cansado el País es precisamente; de políticas fallidas.