Tras las intensas lluvias registradas días atrás a lo largo y ancho de la República Mexicana se evidenció la tragedia. Cifras oficiales que, recientemente actualizó el Gobierno de México, confirmaron 39 personas no localizadas y 76 decesos. Lamentablemente Veracruz fue el estado más afectado con 34 de estos y 14 personas desaparecidas, seguido de Hidalgo con 22 fallecimientos y 20 desaparecidos; le siguió Puebla con 19 muertes y 5 desaparecidos; Querétaro con una defunción y sin personas desaparecidas, y San Luis Potosí sin registro de víctimas, pero sí afectaciones por el aumento de niveles en ríos y arroyos, situación que no fue exclusiva de esta entidad sino de todas las señaladas.
Por lo respecta al ámbito educativo, la Secretaría de Educación Pública (SEP) hasta el 16 de octubre, había contabilizado poco más de 800 escuelas con severas afectaciones por las lluvias, siendo los estados de Hidalgo y Veracruz los más afectados por el crecimiento y desbordamiento de ríos y, como decía hace unos momentos, también de arroyos. Caída de bardas o techumbres, salones inundados o con una cantidad impresionante de lodo, material didáctico inservible o libros de texto visiblemente dañados, baños o sanitarios sin las mínimas condiciones para su funcionamiento, falta de agua potable o energía eléctrica, entre otras tantas cosas más, son algunas de las consecuencias que dejaron días intensos de lluvia en esas entidades de la República, pero también en esas escuelas.
Como estrategia para que las y los estudiantes de estas entidades continúen su proceso formativo, la SEP (desde su limitada visión) contempló la idea de implementar una educación a distancia, es decir, en línea, específicamente para los niveles de educación preescolar, primaria y secundaria; estrategia que me pareció bastante interesante y peculiar, sobre todo si nos preguntamos si en las casas de esas comunidades, municipios, ciudades, estados o regiones, las lluvias no causaron los mismos estragos que en las escuelas. Peor aún, ¿no habría la posibilidad de considerar que, por ejemplo, poco más de 35 comunidades del norte de Veracruz aún siguen incomunicadas?; de hecho, sobre este asunto, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transporte, recientemente confirmó que la mayor parte de las localidades afectadas se encuentran en la sierra límite con Hidalgo, específicamente con Huayacocotla, Zontecomatlán e Ilamatlán, donde hay caminos que aún no se reabren y, por tal motivo, siguen incomunicados los pobladores.
Ahora bien, derivado de estas lluvias y de todas las afectaciones que he señalado, recientemente diversos medios de comunicación dieron a conocer el fallecimiento de una profesora y su hija, ambas originarias del municipio de Naranjos, Ver., docente que se desempeñaba en una escuela primaria en la comunidad de Chahuatlán, Ilamatlán, Ver. y que, presuntamente en compañía de su hija, fueron arrastradas por la corriente del río Huistipan. Ella, la maestra Guadalupe N., era una profesora foránea.
Historia tan desafortunadas y tristes como la de esta profesora hay varias, tal vez no con un final trágico, pero sí con las complejidades que las encierran, por ejemplo, la de algunos maestros y maestras originarias de Tantoyuca, quienes también se quedaron atrapados en Ilamatlán por las inundaciones. Sus relatos, algunos vistos por las redes sociales, dan cuenta de la tragedia. Sin agua, sin comida, sin energía eléctrica, sin saber de sus familias y familiares, con la imagen en sus mentes de personas arrastradas por la corriente del río, incluyendo a algunos de sus compañeros, hablan precisamente de la tragedia y de los riesgos que tiene la docencia, en este caso, de las y los maestros foráneos.
Hasta donde tengo conocimiento, una instancia que es fundamental ante este tipo de fenómenos naturales es la de Protección Civil, tanto a nivel Federal como Local; me resulta increíble que, por esos días, no se haya alertado a la población y/o a los diferentes actores que concurren, por ejemplo, a las escuelas. Esto lo comento porque hace un par de años, por el mes de julio precisamente, me encontraba haciendo una investigación de las escuelas multigrado en una de las comunidades de la Sierra Negra del estado de Puebla y, derivado de las lluvias, la Coordinación de Protección de esa entidad, por la tarde-noche, envío comunicado advirtiendo a la comunidad en la que me encontraba, y a las escuelas de todos los niveles educativos, de las lluvias torrenciales que se aproximaban, lo cual significó una suspensión de las clases en los planteles escolares y un aviso a la población en general. En el caso de los estados afectados recientemente, si el Servicio Meteorológico Nacional había advertido de las intensas lluvias que se aproximaban, ¿por qué no se actuó en consecuencia?, ¿por qué decir o señalar que el río Cazones en Poza Rica, Ver. se había desbordado ligeramente?, peor aún, ¿por qué no se suspendieron clases con la finalidad de salvaguardar la vida de todos los habitantes de esas comunas y, por ejemplo, de las y los maestros foráneos y no foráneos? Habría que pensar si no sería factible demandar una exhaustiva investigación al respecto. Los fallecimientos no pueden quedar solo en tragedia y estadísticas.
Pasadas las inundaciones, tanto la presidenta Claudia Sheinbaum, el Secretario de Educación, Mario Delgado, y alguno que otro Gobernador, como la de Veracruz, se han dado a la tarea de visitar las zonas más afectadas para constatar lo que ya era conocido por los medios de comunicación, así como también, para brindar el apoyo a los pobladores. Como parece obvio, dichos medios de comunicación han difundido sendas imágenes donde se muestra a una presidenta sensible ante los daños y la tragedia, a un secretario cercano a las y los maestros, y una gobernadora que, para ser honestos, no sé qué hace en ese puesto, pero bueno; pienso que en estos momentos lo que menos requieren los habitantes de las zonas afectadas es eso, alguien que solo acuda a tomarse una fotografía o a prometer que pronto llegaran los recursos mediante un censo que, muchas veces, censa lo que se le venga en gana. Ante estos desafortunados acontecimientos, hoy día, ensuciarse los zapatos como “lo hacen” muchos funcionarios no es suficiente, porque se requieren acciones concretas y puntuales que traigan beneficios y apoyos inmediatos.
Y no, no se trata de ser paternalistas o que el pueblo o la sociedad solo estire la mano esperando recibir todo de “papá gobierno” como coloquialmente se dice. Créanme que las comunidades se organizan para salir adelante, pero esto es una cosa y otra es que ese gobierno, muchas veces indolente como el de Veracruz, no cumpla con su función principal que le demanda el estado como lo es el salvaguardar la vida de las y los mexicanos, migrantes y, en su caso, extranjeros.
Sobre el tema educativo mucho podría decir, por ejemplo, me consta como diversos colegas o instituciones, como la escuela normal Veracruzana, han estado apoyando a la gente de esas comunas. Repito, el pueblo mexicano se caracteriza por ser solidario, y más en los momentos en los que más se necesita.
Ojalá pasáramos de la fotografía y de la imagen pública, a verdaderas acciones que apoyen y beneficien a quienes en estos momentos en verdad lo requieren.
Al tiempo.