CTE: repensarse o desaparecer

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Pienso que es momento de pensar en reconfigurar no solo el CTE sino el Sistema tan central y vertical que ha caracterizado el desarrollo de estos Consejos desde la década de los noventa.


Una de las contradicciones más evidentes que pueden visualizarse en nuestros días en el Sistema Educativo Nacional (SEN), y que tendría que llevarnos a repensar su pertinencia en cada uno de los planteles escolares, es la referida a los Consejos Técnicos Escolares (CTE) porque, si bien es cierto que en la norma se dice que este es un órgano colegiado de mayor decisión técnico pedagógica de cada escuela de educación básica que se encarga de adoptar e implementar las decisiones que contribuyan al máximo logro de aprendizajes de los educandos, el desarrollo de sus capacidades, el desarrollo de su pensamiento crítico y el fortalecimiento de los lazos entre la escuela y la comunidad bajo una perspectiva de enfoque territorial, la verdad de las cosas es que no es así y a continuación explico el por qué.

Una decisión técnico pedagógica es tomada por un profesional de la educación que cuenta con saberes y conocimientos especializados en pedagogía y didáctica. Dichos saberes y conocimientos, que emanan de su trayectoria profesional y laboral le permiten desarrollar su quehacer dentro de las aulas y escuelas donde se encuentra asignado. Entonces, cuando este profesional de la educación interactúa con otros tantos más para abordar algunos temas que son propios de su contexto de enseñanza y de aprendizaje, le da forma a eso que en el papel le llaman “órgano colegiado”, porque se supone que en este se toman decisiones, se proponen acciones, se evalúan proyectos o se toman acuerdos por un grupo, repito, de profesionales de la educación. ¿Cómo puede tomar decisiones técnico pedagógicas un docente si desde el centro se determina qué temas abordar y hasta cómo abordarlos en las sesiones de los CTE? Es una pregunta tan, pero tan simple, que hasta por ser simple raya en lo absurdo.

Sí, entiendo que las orientaciones que desde la Secretaría de Educación Pública (SEP) se emiten para el desarrollo de los CTE son eso, unas orientaciones que pueden facilitar el trabajo de las y los maestros, sin embargo, lejos del papel la realidad es muy distinta de aquello que se piensa en esta dependencia. El centralismo y verticalismo que ha caracterizado al SEN se pone de manifiesto en este tipo, digamos de políticas, cuya intención es que los colectivos docentes dialoguen para compartir esos saberes y conocimientos. En esto último, como sabemos, radica el meollo del asunto; es evidente que la SEP quiere que se converse sobre los temas que a esta dependencia le interesa. ¿A poco no muchas y muchos supervisores y directivos imponen a rajatabla las orientaciones del CTE y fijan una agenda con relación a estas?

La lógica indicaría que las y los maestros tendrían que contar con el tiempo y espacio suficiente para que dialoguen los temas que les ocupan y preocupan, sobre todo, entendiendo que cada escuela vive procesos educativos y no educativos diferentes y, por tanto, tendría que haber diálogos diferentes. ¿Por qué hablar sobre la planeación didáctica, el programa analítico, el trabajo por proyectos, el programa de mejora continua, la integración curricular, entre otros, cuando por ejemplo en la escuela el fenómeno de la desintegración o violencia intrafamiliar es un asunto de sumo interés dadas las repercusiones que tiene en el proceso de enseñanza y de aprendizaje y, principalmente, en las y los alumnos?, ¿cómo podría ser autónomo un profesional de la educación o trabajar de manera colegiada si las decisiones emanan desde el centro y son ejecutadas implacablemente por buena parte de las autoridades educativas? Sobre este último punto, obsérvese los resultados del estudio que realizaron Adriana Carro, Norma Angélica Hernández y Andrea Flores intitulado: “Seguimiento y evaluación a los CTE en la educación básica de Tlaxcala” (https://cie.uatx.mx/debates-en-evaluacion-y-curriculum/pdf2016/F020.pdf). Estudio que permite confirmar que, mayormente, los directivos son los que coordinan y dirigen el CTE y, desde luego, fijan la agenda.

Al respecto, se entiende que deban ser los supervisores y directores aquellas figuras que puedan y deban de propiciar el desarrollo de los CTE; de hecho, así se considera en el Acuerdo secretarial 05/04/24 por el que se emiten los lineamientos para la integración, operación y funcionamiento de los CTE de educación básica; pero una cosa es instalar y propiciar las condiciones para que se lleve a cabo el CTE (Art. 10) y otra muy distinta a ser el principal protagonista de una actividad donde el diálogo horizontal debería ser una prioridad.

Tengo claro que muchas y muchos supervisores y directores asumen un liderazgo muy importante al interior de sus centros educativos; afortunadamente, en estos casos, ese liderazgo se acompaña con el conocimiento sobre diversas disciplinas o áreas conocimiento y, por tanto, algunos de los temas propuestos, u otros, pueden ser abordados sin ningún problema; sin embargo, hay que reconocer el otro lado de la moneda, porque muchas de estas figuras no tienen ese conocimiento y gozan de un supuesto liderazgo logrado a través de la imposición, arbitrariedad o autoritarismo. En cualesquiera de los casos, con esto que acabo de comentar, es claro que se reafirma lo que desde el inicio argumentaba, sobre la distancia que existe entre un documento normativo y lo que en realidad acontece.

Pienso que es momento de pensar en reconfigurar no solo el CTE sino el Sistema tan central y vertical que ha caracterizado el desarrollo de estos Consejos desde la década de los noventa. Si la SEP levantara una encuesta dirigida hacia maestras y maestros preguntando si debían permanecer o desaparecer estos espacios de diálogo, estoy seguro que buena parte de los docentes optarían por la segunda opción, simple y sencillamente porque no encuentran sentido a lo que se hace o debería hacerse cada viernes de fin de mes. Por mi parte, considero necesario conservar estas posibilidades de diálogo, porque precisamente ese diálogo es lo que favorece el que se enriquezcan los conocimientos capacidades y habilidades de los involucrados.

Creo también, que a los colectivos docentes les corresponde aportar para que las conversaciones sean fructíferas y en un marco de respeto, colaboración y apoyo mutuo. Quienes nos dedicamos a la docencia sabemos que no hay grupos y clases perfectas, pero también sabemos que hay quienes no planeamos, elaboramos material didáctico o solo trabajamos con puras hojas de ejercicio. En fin.

Ojalá el secretario de educación, en lugar de andar filosofando por aquello de que los niños que no nacen no van a la escuela, debería poner a trabajar a las distintas áreas de la SEP para que, mediante una investigación, se vislumbre qué tipo de CTE se requiere en estos momentos. De hecho, mi propuesta por ahí iniciaría, con una seria indagación sobre los retos y dificultades en el desarrollo de los CTE.

Cierro estas ideas con algo que me pareció irrisorio; se trata de un material de MEJOREDU que se incluyó para la 3ª sesión del CTE, ¿pues no que los organismos autónomos no aportaban nada y por ello habría que desaparecerlos? En serio, es para morirse de risa.

Al tiempo.