Jacques Chirac solía decir: “El problema no es de quien miente, sino de quien se la cree.”
Recordé al presidente de la República Francesa el pasado jueves, cuando a través del colectivo Diez por la Educación recibimos las respuestas de Andrés Manuel López Obrador al ejercicio de diálogo público al cual se negó asistir.
En su lugar nos lo envió por escrito. Mentiría si negara que me sorprendió gratamente. Las 13 cuartillas de su texto dejaban ver una visión que hasta entonces se le desconocía. Dibujaba con claridad lo que quería: profundizar la transformación educativa.
Es una lástima que el sábado pasado, sólo dos días después de haber entregado este documento, se decidió en Oaxaca por la arenga en la plaza pública y no por los argumentos, sin descontar que nos mintió.
Optamos por recibir sus respuestas a los 10 temas como un mensaje de apertura desde sociedad civil. No nos corresponde a nosotros cerrarnos al diálogo. Preferimos publicarlas para informar a la opinión en un tema de trascendencia nacional, como es el derecho a una educación de calidad.
¿Nos equivocamos? NO lo creo. Actuamos de buena fe y en política están prohibidas las ingenuidades. Aun así, lo volveríamos a hacer; este país merece más de lo que ofrece su clase política, a la que Andrés Manuel pertenece.
Aún no logro entender lo que quiso lograr. Primero, ¿por qué darle el mismo peso a un escrito que a la posibilidad del diálogo? Supongo que le pesa no controlar a la audiencia; ¿así piensa gobernar, controlando a quien le escucha?
Segundo, ¿por qué descalificar de esa forma a sus interlocutores? Hoy le tocó a Esteban Moctezuma, pero mañana cualquiera ocupará su lugar. Lo que destacó el sábado fue su ausencia, el silencio. Así los quiere, ¿calladitos?
Tercero, en lugar de resguardar la autonomía a la que cualquier gobernante aspira, se lanzó a los brazos de los más radicales en la historia de este país en materia educativa: la sección 22 de Oaxaca y la maestra Elba Esther.
Hoy sabemos que no es un tema de matices, sino de rumbo de la transformación educativa. La implementación deja mucho que desear y excesos de Aurelio Nuño en el gasto público de la SEP no ayudan.
Pero, pretender entregar a los maestros a las cúpulas sindicales nuevamente al cancelar el concurso de ingreso, promoción y la evaluación de desempeño; acabar con la autonomía del INE; ignorar los avances que se han logrado en lo local; así como, regresar el destino de la educación al SNTE y la CNTE no sólo es un error, es atentar en contra del derecho a aprender de las y los niños en México.
A estas alturas ¿quién puede creer que los pactos de López Obrador buscan beneficiar el derecho humano de los niños y no la canonjía con los adultos, “haiga sido como haiga sido”? Quien le crea está en su derecho, como yo en el mío de no hacerlo.
Artículo publicado en El Heraldo de México.