Por donde se le vea, el 3.5 % de aumento al salario obtenido en éste 2014 es un retroceso.
Lejos aquellos años en donde la otrora poderosa Elba Esther Gordillo Morales se sentaba en las mesas de negociación y obtenía todo tipo de prebendas para sus leales y familiares, pero también, aumentos al salario superiores a los que el actual líder del SNTE Juan Díaz del Torre ha obtenido.
Y mientras en la falsa celebración porque se obtuvo en éste 2014 la ya famosa “Compensación Nacional Única”, se nos olvida que más allá de bonos y estímulos, los trabajadores al servicio de la educación necesitan un salario digno, justo y equitativo.
Tengo la impresión de quisieran nublarte la memoria para que olvides, maestro, que tienes un salario de espanto si se considera que según los muy abundantes discursos del todavía fresco 15 de mayo, ejerces la profesión más importante por sobre todas las demás profesiones.
Míralo así de sencillo: dos mil pesos para los maestros de educación básica y mil setecientos para personal de apoyo es un igual a un espejismo cualquiera.
Aquí vale la pena reflexionar sobre el debate constipado respecto al despilfarro del presupuesto educativo.
No se puede negar ante la evidencia revelada por el INEGI que, las condiciones del sistema educativo fueran mejores si por el contrario no se hubieran robado (y siguen robando) sexenio tras sexenio, los recursos destinados a garantizar el artículo tercero de nuestra Constitución.
Pienso en lo que hoy seríamos en materia de infraestructura, digitalización y conectividad en nuestras “escuelas”.
Pienso en las generaciones lastimadas por la vulgar avaricia de los (mismos) que han gobernado nuestros País, indolentes a la miseria de sus congéneres que además de hambre, les fue negado el elemental derecho educativo.
Y si, también pienso en los maestros que se fueron del servicio sin conocer un salario digno que les reconociera su ejemplar labor más allá de vomitivos discursos.
Creo que nos toca levantar la voz para exigir transparencia en el ejercicio del presupuesto educativo.
Si se cree que la traída y llevada reforma educativa será exitosa sin transparentar recursos y aplicarlos donde se necesita, cada quien tome su maleta y vaya a su casa.
La prueba del ácido será si la autoridad educativa está dispuesta a poner orden en su propia casa.
El INEGI ya dijo mucho. Faltan tamaños y honestidad (es mucho pedir) para proceder y sacar del atolladero al sistema educativo nacional.
Del presupuesto educativo se debe garantizar a los padres de familia que sus hijos son educados con calidad, pero también, que los maestros más allá de compensaciones, recibirán insisto; un salario digno, justo y equitativo.