Estimados y queridos profesores (a):
Arrancaron las campañas presidenciales y el magisterio no estará ausente.
Como ciudadanos y formadores de mexicanos tenemos que participar. Tienen frente a Ustedes cuatro opciones que nos guste o no, es lo que nos ofertan los partidos políticos junto con la autoridad electoral.
Me dirijo a Ustedes maestros para que desde ya ajustemos el valor que tiene nuestro voto.
Nos compromete éste México que se dice “democrático” y que se debate y aqueja entre tantos problemas. Entre ellos los que sufre nuestro sector: el educativo.
Igual entiendo que muchos de Ustedes –como tantos ciudadanos- están hartos del espasmo político que nos agrede y «encabrita» por el despilfarro innecesario, pero hasta el momento, es lo que nos toca vivir mientras no pongamos a la clase «soberana» en su lugar.
Te invito a que participes y hagas de tu voto el mejor de los ejercicios de razonamiento.
Sé parte de la sacudida social que merece la venerable figura del maestro que es considerado algo así como un valioso botín para el mejor postor. Gracias al «trabajo punzante» de unos cuantos (sabemos quienes) la sociedad nos perciben como una garantía de voto corporativo, como zombies obedientes que hacen el trabajo de pequeña gran pesa.
Eso es denigrante a todas luces si decimos representar parte de la formación cívica de éste País, entre ella: la democracia.
Necesitamos mirar a la educación pública como la herencia que guardarán celosamente las futuras generaciones, de la cual –estoy seguro- serán parte nuestros hijos.
No te humilles maestro obedeciendo la consigna de lo «alto» y no al valioso e inmaculado poder de tu conciencia.
Amén les aseguro que, «ser genuino, no tiene precio».
Sin más, me despido por el momento deseando a todos (a) buena travesía electoral.
¡Que la «disfruten»!