Llegó ya la maestra Delfina Gómez a la Secretaría de Educación Pública, y lo que corresponde es que le deseemos éxito y tino, justamente porque asume en un momento inédito del Sistema Educativo Nacional.
La interrupción del servicio educativo en las aulas, en el arreglo de clases presenciales para la inmensa mayoría de los 30 millones de estudiantes de básica y media superior matriculados a inicio de 2020, fue veloz y universal. Medida necesaria para rescatar la salud pública, y por eso oportuna y justificada, sin embargo conlleva un altísimo costo: extenderla, como coinciden el Dalai Lama y el Papa, la directora de UNICEF y el director de la OMS, significa un daño a los derechos de los niños: incrementa exponencialmente su riesgo de desnutrición y maltrato, de abuso sexual y depresión anímica, altera la socialidad, distorsiona la activación física, les aleja de los aprendizajes significativos, tanto los cognitivos como las habilidades operativas, la capacidad de trabajo en equipo, la empatía. Aquí y en China, donde empezó el contagio.
No es error ‘haberlas cerrado’ sino mantener indefinidamente cerradas las escuelas. La falta de alternativas, no tener un calendario claro, así como carecer de un proceso público de discusión se traduce en la más extendida y devastadora desarticulación de las comunidades de aprendizaje que el país haya experimentado en los casi cien años de la SEP.
Debemos reconocer el ingente esfuerzo del equipo de la SEP para las tres versiones sucesivas de Aprende en Casa. Debemos todos también señalar el enorme abismo de preparación que se puede verificar entre México y otras naciones, en el tema de avanzar hacia formas de presencia que salgan de la falsa dicotomía ‘todas las aulas cerradas vs. todas la aulas abiertas’.
No se puede abrir sin cuidado y sin preparación, pero la solución no es posponer largamente para luego apresurar todo en el último momento, como debe cuidarse que no ocurra con Campeche. La secretaria deberá revisar el marco que pone las reglas para manejarse en esta etapa (los acuerdos 12/06/20 y 14/07/20) y convertirse en vocera de los derechos de niñas, niños ante el Consejo de Salubridad General para que se señale la educación como ‘actividad esencial’. Le tocará insistir en que la medida que son los semáforos estatales resulta un brochazo demasiado grueso para saber qué planteles pueden tener alguna actividad presencial y volverse ‘Centros Comunitarios de Aprendizaje’ y, sobre todo, empujar a que el equipo de funcionarios federales deje de llamar ‘protocolo’ a unas someras indicaciones y de verdad se tenga un manual operativo sólido y la lista de recursos, direcciones y teléfonos que serán requeridos para tener un inicio de labores acotado pero sin contratiempos ni reveses.
Esa discusión no puede darse en el arcano de los pasillos oficiales, no de espaldas sino de frente a la sociedad: un verdadero proyecto nacional. Así como se convocó al apoyo y responsabilidad de todas y todos para mantenerse a resguardo y sumarse a las tareas del aprendizaje a distancia, no se puede ahora –en lo que sería autoritarismo, incongruencia y falsa suficiencia– diseñar el regreso sin convocar de nuevo a todos: familias, gobiernos estatales y municipales, las y los docentes, organizaciones comunitarias y de sociedad civil, los sindicatos, el sector privado, las y los académicos, desde salud pública hasta los expertos en educación socioemocional.
La ahora secretaria Gómez, en su discurso de agradecimiento por la designación, hizo mención de las prioridades del presidente y los males neoliberales, pero no se quedó ahí. Es de destacar que fue muy clara: reconoció que el primer gran reto que tiene es “hacer posible el regreso” (SEP, Boletín 31, 15 de febrero). Hacer posible el regreso es la auténtica prioridad del sistema, y quien lo lidera debe mantener el rumbo y la relevancia de esa visión.
Mencionó la necesidad de atender los temas de limpieza, recursos y protocolos para las escuelas, y sobre todo que el proceso se dé con la participación de cada comunidad. Habló de activar un “diagnóstico continuo, que permita identificar el rezago educativo y el abandono escolar por la pandemia, así como definir estrategias de atención a la población vulnerable”. ¡Vaya! Un saludable sentido de realismo que ya urgía… reconocer que la respuesta presente está conectada, no intencionalmente pero innegablemente, a una pérdida generalizada de aprendizajes y a una oleada de ausencias de cientos de miles de vidas jóvenes, que corre el riesgo de volverse no alejamiento sino abandono.
Así que hay que darle la bienvenida a la maestra Gómez. Hay que invitarla a tomar la oportunidad histórica, y a no ceder al continuismo, el autoelogio, la justificación, y ser un conductor creíble, que sabe escuchar. Bienvenida a que sea la secretaria del centenario de la SEP, ejemplar por su servicio a los niños, a sus familias y sus maestros. A los demás nos corresponde apoyar y exigir, que en la verdadera democracia nunca son realidades separadas.