8M. Misteriosos fuegos en las miradas de mujeres y maestras

En la actualidad persiste la tradición de organizar ceremonias, discursos, reportajes, presentaciones artísticas, eventos culturales, festejos ...
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Nuevamente es 8 de marzo y misteriosos fuegos encienden las miradas, las mentes y los corazones de miles de millones de mujeres que coexistimos en este siglo y que diariamente enfrentamos los embates -en mayor o menor medida-, de un sistema patriarcal histórico y hegemónico, todavía arraigado en las sociedades contemporáneas. Y escribo “misteriosos fuegos” porque hay pasión e intensidad en las diversas expresiones, pensamientos y sentimientos que despierta esta fecha; no obstante, suelen ser ininteligibles para aquellas y aquellos que no empatizan del todo con este día del calendario y, por tanto, no atinan, no precisan y no aclaran culturalmente qué acciones debieran acompañar a esta conmemoración tan sensible y compleja, a la vez.

¿Qué es realmente un 8 de marzo (8M)? En retrospectiva, un tiempo de calendario que, a partir de 1975, fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 3010, como “Año Internacional de la Mujer”, a través del cual se buscó eliminar la discriminación sexual contra la mujer e iniciar un programa de integración a partir de diversos mecanismos normativos, sociales, culturales entre todos los países miembros, buscando disminuir esos constructos asimétricos que, actualmente conocemos como brechas de género.

A 48 años transcurridos de la oficialización de esta conmemoración internacional y, prácticamente, a cinco décadas de intentar visibilizar, cada vez más, un ignominioso pretérito colmado de inequidades por cuestión de género a lo largo y ancho de todo el orbe. En la actualidad persiste la tradición de organizar ceremonias, discursos, reportajes, presentaciones artísticas, eventos culturales, festejos otorgando regalos, flores, tiñendo publicaciones y carteles con matices rosáceos y morados, felicitando hombres a mujeres y mujeres a mujeres,  así como participando en conferencias, foros, debates, seminarios o siendo parte de marchas, pintas y manifestaciones ostensibles del activismo más ferviente que abanderan diversos feminismos y sus respectivos colectivos.

Ninguna de estas acciones se descalifica -aunque ciertamente algunas veces adquieren un cariz político, superfluo y falaz- y en un análisis meramente interpretativo de la realidad diré que, más allá de todo: el 8M es un día que moviliza a las personas, especialmente a las mujeres, que llama a la reflexión y, en el mejor de los casos, despierta conciencias que pueden transformar realidades. Pero aún, el inescrutable fuego en el alma de las mujeres aparece vivo, decrece y crece y no se mitiga… ¿por qué será?

Intentaré explicarlo desde mi piel que es la piel de cualquier mujer mexicana y también de cualquier maestra, porque ciertamente asumo mi profesión como parte determinante de una identidad social y cultural que me ha empoderado y me empodera, al paso de tiempo, pese a los machismos, micromachismos; las ligeras o profundas discriminaciones por causa de género; así como por las sutiles o abiertas formas de violencia que todavía flotan y se respiran en mi más contigua atmósfera laboral, familiar, política y económica.

Ese fuego en el mirar, sentir y pensar que he experimentado en repetidos 8M, tal como miles de mujeres, ha sido semejante al anhelo ferviente de ser y trascender más allá de los límites socioculturales de mi género, de mi época y contexto. Es innegable que el derrotero de oportunidades es mucho amplio que antaño, pero hay algo que pesa y falta… Marcela Lagarde lo describe perfectamente a través de una frase breve, profunda y honesta: “las mujeres quieren poder” (2021, p. 32); así es, poder genuino, duradero, no tan fugaz como las escasas 24 horas de un octavo día del tercer mes del año; queremos poder y liderazgo frente a nosotras mismas, a nuestras familias, a nuestros trabajos y frente a la sociedad entera. Poder laboral, político, económico y social. El poder de expresarnos en absoluta y plena libertad, sin prejuicios, sin limitantes absurdos, con autonomía, sin miedo, sin represión, sin coacción, sin manipulación, sin violencia, con respeto y con dignidad… El poder de ser nosotras mismas, solamente.

Es innegable también que ese fuego se traduce también como tristeza autocompasiva si se es sobreviviente de violencia contraponiendo vivencias a los discursos oficiales que ensalzan una liberación y equidad cuasi inexistentes; fuego de impotencia, ira o dolor ante crímenes o delitos de género; fuego de sororidad  por ser testigos de hechos desequilibrantes en la balanza de la  igualdad sustantiva, a causa de dolorosas experiencias de congéneres: feminicidios, círculos de violencia, invisibilidad histórica u otras severas formas de discriminación con interseccionalidad. Hechos que pregunto, ¿cómo no van a generar llamas incandescentes en nuestros espíritus?

Y, ahora bien, para las maestras, mi gremio, las mujeres a quienes nos identifica el ejercicio de una profesión socialmente reconocida como educadora de las infancias, adolescencias y juventudes, ¿qué llamaradas espirituales avivará el 8M?

Primeramente, los datos duros. De acuerdo con los Indicadores nacionales de la mejora continua de la educación en México, durante el ciclo escolar 2021-2022 la estadística docente se describe así:

  • En el país, al igual que en ciclos escolares anteriores, la EB mantiene una plantilla feminizada. Sin embargo, el número de mujeres se va reduciendo conforme se escala el nivel educativo: en preescolar son 9 de cada 10 docentes; en primaria, 7 de cada 10; y en secundaria, 5 de cada 10. El comportamiento antes descrito, para el caso de docentes de EMS, es parecido al de secundaria: aproximadamente 5 de cada 10 son mujeres.
  • El personal directivo de EB y EMS representa un caso distinto al de los docentes, en esta función, con excepción de preescolar, todos los niveles y tipos educativos reportaron una ligera mayoría de hombres que ocuparon puestos de dirección: en primaria 50.9%; en secundaria 56.9%; y en EMS 53.5% (MEJOREDU, 2022, p.24).

En este sentido, la docencia femenina es predominante en EB, con excepción de secundaria y en EMS, que la proporción es 50 a 50 en relación con la docencia masculina; pero lo que más llama la atención es el ligero predominio de directivos varones. Se lee entonces: más puestos de docencia y menos directivos para las maestras. ¿Qué se necesita entonces? Sencillo: ampliar las vías de empoderamiento profesional para que haya un mayor número de directoras escolares en México, en todos los niveles.

Por otra parte, lo histórico.  De acuerdo con González (2007) desde la antigüedad prehispánica con la cuacuacuiltin -sacerdotisa maestra en la cultura mexica- y en los albores del normalismo (1890-1924) ha prevalecido la tríada maestras-docencia-feminismo, porque la profesión en sí, viste el traje del empoderamiento, que, a lo largo del tiempo hemos podido portar dignamente miles de maestras mexicanas, a partir de un cuasi natural liderazgo social, que, si lo sabemos reconocer y asumir, nos permite romper los famosos techos de cristal de cualquier época (término atribuido a la consultora laboral Marilyn Loden, pronunciado por primera vez en 1978 a través de una discusión transmitida a través de la BBC, que alude a las barreras de ascenso laboral y profesional de las mujeres).

Sin concluir ni cerrar el tema, sino más bien invitando al debate y a la reflexión. Hoy quiero develar un poco, el misterio del fuego del 8M en mujeres y maestras, decir que la temperatura aumenta como magma y lumbre en esa búsqueda de equilibrio de poder, llámesele también justicia histórica o comienzo de una nueva era para el feminismo magisterial mexicano… en el cual, las mujeres maestras somos potencialmente portadoras de una antorcha guía tanto de nosotras mismas como de nuestras pares, para buscar sendas y forjar cambios más contundentes en las condiciones de género y posiciones de poder, menos efímeros y más significativos que los tradicionales y coloridos eventos que acompañan al Día Internacional de la Mujer, muchas gracias a los promotores de los mismos, pero necesitamos mucho más  estar presentes en posiciones de poder y con ayuda de nuestro saber crítico magisterial, coronar nuestro liderazgo histórico que nos representa y acompaña y que urgentemente necesita consolidarse.

Mientras tanto, el misterio del fuego en las miradas de las mujeres y maestras durante este 8M no se apaga, no se extingue, más bien, continúa en expansión…

Referencias:

González, R. (2007). Las maestras en México. Re-cuento de una historia. UPN.

Lagarde, M. (2021). Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia. Siglo veintiuno editores.

MEJOREDU (2022). Indicadores nacionales de la mejora continua de la educación en México. Cifras del ciclo escolar 2021-2022. Edición 2022. Gobierno de México/ Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación.

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