Día a día, cada mañana, desde hace 100 años. Antes de que salga el sol, una gran águila de hermoso plumaje despliega sus enormes alas y levanta el vuelo, para cumplir con una misión muy especial en cada rincón de la patria.
Vuela hasta el más apartado rincón del país, para consolidar una utopía; llevar la educación a todos los hijos de nuestro pueblo y esa utopía alada son los cientos de miles de maestras y maestros de México.
El 3 de octubre la Secretaría de Educación Pública cumple 100 años de su fundación y nuestra finalidad de inscribir con letras doradas sobre los muros de honor del Senado de la República el texto: “2021, año del Centenario de la Creación de la Secretaría de Educación Pública”. Esto, tiene el propósito de rendir un homenaje a los cerca de 2 millones de maestras y maestros que se movilizan en carretera, en transporte público, en bicicleta, a caballo, en burro o a pie para llevar la educación, ideas, valores, el amor a la patria, y la posibilidad de un futuro mejor a cerca de 26 millones de estudiantes mexicanos.
Siempre he pensado que, los maestros de México están llamados a ser el eterno despertar de la patria.
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El maestro mexicano es el eterno Prometeo que ha quitado el fuego del conocimiento a los dioses de la naturaleza para llevarlo a todos los mexicanos, y compartirlo con los más humildes, con los más pobres de esta tierra sin discriminación alguna para nadie, independientemente de su condición económica, social y étnica.
En el pasado, nuestro Prometeo mexicano, no fue castigado por los dioses, por haberse atrevido a llevar la ciencia, el despertar de la conciencia, el ejercicio de los derechos a toda la nación, pero si fue castigado, golpeado, burlado y reprimido por caciques, y hacendados sobrevivientes del porfiriato.
Muchos años después nuestros prometeos mexicanos serían golpeados, reprimidos, burlados por herederos del porfiriato.
Estos caciques se sentían amos y señores de la vida de los trabajadores y campesinos y eran conscientes que un trabajador, que un indígena, que un campesino educado no permitiría más azotes, maltratos, explotación, despojo de sus tierras, ni discriminación.
Siempre he pensado y lo reafirmo: “la educación es la primera piedra de la justicia social”. Y es esa, la titánica labor de nuestro Prometeo Mexicano, no sólo llevar educación, sino llevar la justicia social a todo el pueblo de México.
La constitución de 1917 tenía la finalidad de cumplir con la justicia social al proponer a la educación como un derecho, universal, gratuito y laico. Y esa utopía de la revolución mexicana se haría realidad hasta el 3 de octubre de 1921, al crearse la Secretaría de Educación Pública, encabezada por un extraordinario intelectual, hombre comprometido con el futuro del país, sensible a las necesidades de su estado Oaxaca y su país: José Vasconcelos Calderón, nuestro Ulises criollo, quien concibió a nuestro pueblo como la raza cósmica.
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Una de las primeras tareas de nuestro histórico secretario de educación fue crear el Departamento Escolar para integrar a todos los niveles educativos, la creación del Departamento de bibliotecas, con el propósito fomentar el conocimiento, la lectura y la cultura a todos los niveles, puso al alance de todos los mexicanos en su tiempo, lo más selecto de la literatura clásica.
Carlos Fuentes, en su libro “Por un Progreso Incluyente” recrea una posible respuesta de José Vasconcelos ante los cuestionamientos del por qué Homero y Dante para un país de Analfabetas.
La respuesta que imaginó Carlos Fuentes ante tal cuestionamiento fue muy ingeniosa y contundente. Como la siguiente, y ¿Qué quieren ustedes que lean esos analfabetos cuando dejen de serlo? ¿Don Quijote o Superman?
Esa vocación por darle a nuestro pueblo una nueva visión, nuevos aportes culturales a nuestras comunidades indígenas con literatura y libros de la cultura grecolatina debe seguir viva en nuestro tiempo.
También se creó el departamento de las Bellas Artes para impulsar una formación integral, entre la educación formal y la educación artística.
Nuestra propuesta tiene el objetivo de rendir un homenaje a las heroicas misiones culturales que llevaron educación a los lugares más apartados del país, para un pueblo emancipado que exigía derechos sociales, y que con tanta entrega la SEP supo cumplir con ese reclamo social, con la fundación de escuelas, con la formación de maestros, con la edición de libros clásicos, el impulso a las artes y los oficios para jóvenes y adultos.
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La tarea era un gran desafío, el reto era enorme, alfabetizar al 80 % de los mexicanos, con este compromiso tan firme con el futuro de México nace la SEP. Con el impulso de ampliar la cobertura educativa, mediante la fundación de cientos de escuelas, la formación de maestros, la edición de literatura clásica. El impulso de las artes y los oficios para jóvenes y adultos.
También reconocer a la grandiosa Escuela Rural Mexicana de Rafael Ramírez y Moisés Sáenz, símbolo de una época dorada y ejemplo para el mundo de la vanguardia de la educación pública de nuestra patria. La geografía no se aprendía en libros, sino que los alumnos recorrían su comarca para conocer su topografía, flora y fauna. Así como las necesidades y circunstancias de sus habitantes.
La historia se refería al desarrollo de la ciencia, de la civilización, la tecnología y los inventos, la búsqueda del ser humano de la libertad y las efemérides nacionales.
Alumnos y padres de familia unían su esfuerzo para modificar las condiciones de vida de la comunidad. Así surgieron huertos de árboles frutales, plantaciones de flores y verduras, gallineros y establos. A partir de esto, se establecieron pequeñas industrias locales, para la fabricación de quesos, jabones, aceites, recolección de miel, despepite de algodón, cantería, tejidos, carpintería, alfarería, manejo y reparación de tractores, trilladores, automóviles, máquinas de coser, relojes, aparatos de radio.
Si de todo esto fue capaz la escuela rural mexicana. No entiendo. ¿En dónde? ¿En qué momento se extravió la escuela mexicana? ¿Quiénes fueron los responsables de quitar esta pasión para transformar el contexto de la escuela mexicana? Para sólo enclaustrarla en cuatro paredes.
Reconocer también al gran maestro, al intelectual, socialista, extraordinario ser humano, hombre de izquierda y leal a sus convicciones Narciso Bassols, quien en los años 30 ya proponía una educación sexual en la escuela pública, que hizo encender las antorchas inquisidoras de los conservadores, que con esa propuesta ya estaban desesperados por quemar en leña verde al maestro Bassols.
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La educación socialista de Lázaro Cárdenas fue en la historia de la SEP, otro acto por consolidar la justicia social en las clases más desprotegidas, como llevar la educación a comunidades indígenas, urbanas y rurales en cada rincón de la patria, que apremiara de la presencia de un maestro para enseñar a los campesinos sus derechos, a los trabajadores a la organización y a las comunidades rurales el reparto de tierras y, plantarle cara a caciques y hacendados. Reduciendo a un 50% el analfabetismo en nuestro país.
La Escuela Socialista no estaba dirigida a que el educando adquiriera un oficio o prepararlo para trabajar en la industria solamente, sino que aprendiera para la vida, a partir de la identificación de sus necesidades, experiencias e intereses, y de esta manera prepararlo para la investigación, información y coordinación prevocacional.
Se trataba de despertar su iniciativa y sus energías, su sentido del trabajo y el orden, de otorgarle confianza en él mismo, enseñarle a observar para que encontrara el aprovechamiento en todo lo que le ofrecía el medio circundante, todo en un encuadre de amplio servicio social.
La iglesia católica intentaba por todos los medios evitar la expansión de la escuela socialista. Lázaro Cárdenas aumentó el número de escuelas en zonas urbanas, en el campo y en comunidades indígenas. Con la educación socialista, se buscaba el contacto de los estudiantes con las organizaciones obreras y las fábricas.
En 1936 crea el Instituto Politécnico Nacional, para la formación de profesionistas en carreras vinculadas a la tecnología y la ciencia, este hecho dio un gran impulso a la educación media y superior. Con la creación del IPN, le daba paso a la modernización tecnológica del país.
Después de la expropiación petrolera, los profesionales técnicos del IPN entraron a sustituir a los ingenieros de las compañías extranjeras. Se incrementaron las actividades de exploración y perforación. Pemex nacía como una de las compañías más fuertes a nivel mundial.
En 1943 vendría la consolidación de uno de los sindicatos más grandes de América Latina, la fundación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), acompañado del impuso de Don Jaime Torres Bodet desde la SEP. Torres Bodet, otro gran humanista, solidario y un gran pensador que dirigió a tan noble institución.
En 1958, se fortalece el Movimiento Revolucionario Magisterial, encabezado por el maestro Othón Salazar, que luchaban ya desde entonces por la democratización del SNTE y el aumento salarial. El movimiento fue aplastado y sus dirigentes encarcelados.
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Después vendría “El plan de 11 años” que encabezó también como secretario de Educación Jaime Torres Bodet, quien junto con miles de maestros encabezó el reto de alfabetizar a más del 35% de los mexicanos, además de ampliar la cobertura escolar, pero sobre todo se hizo necesario resaltar una de las grandes aportaciones a la educación de nuestro país en esta época histórica. En 1959 el presidente Adolfo López Mateos nombra a Martín Luis Guzmán, periodista, escritor y político como presidente de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos quien encabeza por primera vez, el reparto de 100 millones de libros de texto gratuitos, que fueron llevados a todo el pueblo en ferrocarril, en avión, a caballo, a pie, en lancha. Libros de texto ilustrados en su portada con la hermosa imagen de una mujer con rasgos indígenas representando a la patria.
Al grito de ¡Comunismo no! ¡Cristianismo si!, la iniciativa privada, el PAN, y el clero se oponían rotundamente a la entrega de libros de texto gratuito. ¡La intención era llevar a México al comunismo!, decían.
En 1970, la explosión demográfica que vivió el país significó un enorme desafío para el Estado mexicano de garantizar la cobertura educativa nacional. Con el presidente Luis Echeverría Álvarez, se vuelve a poner a debate el tema de la educación sexual en los planes de estudio. Desde los años 70´s, se reconocía un rezago educativo y por primera vez se planteaban términos como “educación de calidad” en la escuela mexicana.
El 17 de diciembre de 1979, nace la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), en el Estado de Chiapas.
Para 1980, un nuevo modelo económico se imponía como forma de gobierno en la mayoría de los países. La inversión social era vista como un gasto, un derroche de recursos, porque el gobierno tendría que garantizar el bienestar ciudadano. Por ello comienza el desmantelamiento de los derechos sociales, para convertirlos en privilegios de clase. El Estado comienza a reorientar el presupuesto, aplica recortes económicos a la salud, a la infraestructura social y en consecuencia a la educación pública, la escuela era abandonada a su suerte por el Estado mexicano.
La SEP, precarizada por los neoliberales y odiada por los conservadores –por ser gratuita, universal y laica–. José Vasconcelos, padre de mi querido amigo y compañero Héctor Vasconcelos, supo estar a la altura de las circunstancias, tanto que, a 100 años de encendida la llama del conocimiento para el pueblo, esa llama sigue ardiendo de manera cálida, luminosa y humana para aquellos que quieren construir una patria nueva, con justicia social, con una sociedad de pleno empleo y un estado de bienestar para todos.
En la Cuarta Transformación los maestros de México tenemos otro nuevo desafío, engrandecer a la patria con la Nueva Escuela Mexicana, que atraiga cada vez a más alumnos y por el contrario no los rechace. ¡Que sea solidaria, no individualista, que sea emancipadora y no sumisa!
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En los 100 años que está por cumplir la SEP no hemos llegado a meta final alguna, todavía hay retos que superar por el bien de los estudiantes, de los padres de familia y de los maestros de México. Entre ellos, despojar a la escuela pública de todo pensamiento neoliberal, quitar los dogmas del sistema educativo –como pensar que nuestros hijos deben ir a la escuela por que el futuro debe ser rentable, mercantil y capitalizadora–.
Los alumnos deben ir a la escuela para construir conocimientos, para tener una concepción científica y filosófica del mundo y de la vida. La obsesión por demostrar la rentabilidad del conocimiento sólo ha ocasionado el empobrecimiento de nuestro sistema educativo.
En nombre de la innovación educativa han arrasado con la historia, la literatura, el arte, las humanidades, la filosofía, las lenguas indígenas y clásicas. Nos han hecho pensar que los consejos prácticos para hacer negocios valen más que los saberes clásicos y humanísticos sobre los que descansa la civilización.
Estudiar al mundo y la vida no siempre tiene que ver con rendimientos económicos. Pensar, conocer, aprender sin prisas el conocimiento tiene valor por sí mismo. El saber por el saber ya es un valor, pensando que educar, es humanizar.
Entre otros retos, ampliar la cobertura de educación superior en comunidades indígenas, rurales y afro mexicanas, dotar de internet gratuito a todas las escuelas de todos los niveles del país.
Es impostergable consolidar el proyecto de la Nueva Escuela Mexicana para educar a ciudadanos libres, que muchas veces toman distancia de esta sociedad y la pueden ver de lejos, incluso criticarla. Ya la escuela no está para formar ciudadanos dóciles a la explotación, ni individuos adaptados a las políticas inhumanas de su tiempo.
Cuando una sociedad con todos sus individuos adaptados a la indiferencia, a lo inhumano, al egoísmo y al autoritarismo, pierden la cabeza por carecer de un conocimiento histórico. Es entonces cuando la educación rinde sus frutos, y las mujeres y hombres libres eviten que la sociedad caiga en la tentación del fascismo y en consecuencia en el despeñadero.
Es importante formar a los alumnos del país, en mostrarles cómo funciona la tecnología y las nuevas herramientas digitales, en lugar de convertirlos en simples operarios de ellas.
Dentro de los desafíos de la Nueva Escuela Mexicana esta reformar por completo los libros de texto gratuito, los planes y programas, y los métodos de enseñanza. Crear la Subsecretaria de Educación Intercultural, como un reconocimiento a comunidades indígenas y afro mexicanas.
Es necesario que en lo inmediato se revisen las fallas y vicios en la operación que presento la USICAMM, para garantizar la revalorización magisterial y la educación de excelencia de los alumnos.
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Volver a integrar en sus planes de estudio el arte, los oficios, la filosofía, una educación nutricional, la astronomía, la ciencia, la oratoria. Que el salario de los maestros jubilados sea modificado con base al salario mínimo vigente y no a unidades de medida y actualización (UMA).
Ampliar el presupuesto para programas de infraestructura escolar, como el programa: “La Escuela es nuestra”. Reorientar al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), para que vuelva a tener incidencia en todas las escuelas del país.
Garantizar las prestaciones para los trabajadores jubilados con claves estatales y evitar que, en la edad de su retiro, queden en el desamparo. Aumentar el salario para los maestros de México.
La recontratación de todos los maestros cesados y despedidos durante la mal llamada reforma educativa neoliberal. Garantizar que ningún gobernador de forma inexplicable, deje de cumplir con su obligación salarial, con maestros en pleno servicio docente. Favorecer el desarrollo profesional de los docentes al ofrecer una profesionalización con maestrías y doctorados a bajo costo. Fortalecer el vínculo entre la educación y el trabajo.
El desafío para los maestros de México en este Centenario de la SEP es Democratizar al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, si el país está experimentando un cambio, el magisterio nacional debe ser también ser parte de ese cambio y no debe quedar al margen de él.
En este Centenario de la creación de la Secretaría de Educación Pública, es necesario seguir los pasos de José Vasconcelos, Moisés Sáenz, Rafael Ramírez, Narciso Bassols y Jaime Torres Bodet, no es un imperativo pedagógico solamente, sino es una obligación ética de todos los maestros de México.