No nos estamos comunicando bien al interior de la sociedad, y entre sociedad y gobierno, sobre el regreso a clases. Los mensajes del presidente, la SEP y otras autoridades se contradicen entre sí. Necesitamos dar y pedir razones, no hundirnos en temores, ni atacarnos por prejuicio. Necesitamos datos, procedimientos y realidades, más que exhortos y expresiones extremistas. Decir que “todos” o “ninguno” pueden volver, o bien que “no se puede abrir las escuelas en esta oleada” o “todos van a volver a clase” son expresiones maximalistas e insostenibles en la realidad.
El regreso a actividades presenciales en las escuelas, programado para el lunes 30 de agosto, no debe pensarse como un regreso a 2019. No es posible ni deseable tener a todos los alumnos, en todas las aulas, como estaban antes de marzo de 2020. Así que todos, no. Dicho eso, quienes tienen objeciones a la apertura deben hacerlas concretas, no vagas y genéricas. ¿Cuáles escuelas no están listas para abrir? Bien, entonces ésas, no deben abrir. ¿Cuáles sí? Una buena parte, a lo largo de todo el territorio nacional. Bien, entonces ésas no deben ya permanecer cerradas.
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La SEP debe escuchar a los sistemas estatales, y especialmente aprender de quienes tuvieron, en los meses y semanas pasadas, experiencias exitosas en mantener las escuelas abiertas. Las autoridades estatales tienen, a su vez, que escuchar a cada comunidad, a las familias y a los maestros de cada escuela. Y los adultos tenemos que escuchar a niñas y niños.
En realidad, ya no es el tema el regreso a clase, sino qué clase de regreso. En la discusión parece que todo ocurrirá simultáneamente el 30 de agosto. Pero el regreso es un proceso, no un evento. Si no se abriera una buena parte de las escuelas en ese día, entonces ¿cuándo proponen, y con qué criterio? ¿En noviembre? ¿En enero? ¿En 2023? No hay que tomar sólo la coordenada del tiempo; hay que tener la del espacio: ¿en dónde sí se puede abrir? El ejemplo reciente de Nuevo León, como antes fue la discusión en Coahuila o Guanajuato o San Luis Potosí, nos hace ver que las escuelas no pueden abrir de tajo, ni ser forzadas a cerrar porque otras no pueden abrir… la respuesta está en lo local, en cada escuela.
Las comunidades que puedan abrir, que lo hagan con el acompañamiento que necesitan, y que todos aprendamos de esa experiencia. No se debe negar oportunidades a quienes están listos, lo que es una gran violencia, y menos evitar que tengan opciones quienes más lo necesitan. Que la comunidad decida, y que la autoridad apoye.
Ningún niño debe ir a una escuela insegura, pero no debemos seguir permitiendo que se vaya a extender su encierro por incompetencia de las autoridades, cuando no buscan opciones ni escuchan alternativas. Debe ya iniciarse el estudio sólido de la opción de vacunar a los mayores de 12 años, como ya se está haciendo en otras partes del mundo. Exigimos que, además del acento en lo socioemocional, haya una evaluación diagnóstica de aprendizajes y se usen las fichas que prepararon los maestros del ciclo anterior. La comunicación entre cada hogar y la escuela debe ser más intenso que nunca; el gobierno debe aplicarse para asegurar conectividad para cada familia, y que sus tratos con las grandes compañías y los subsidios hagan que el costo de voz y datos que se usen para el contacto y el aprendizaje en casa no sea una barrera que de nuevo excluya a los más pobres.
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Regresar a la escuela no significa que regresen todos y al mismo tiempo, y menos que lo hagan en escuelas sin condiciones. Es un proceso, no un evento, volver sí, pero sólo así: con acuerdo, con protocolos, con las condiciones mínimas verificadas, con un plan de diagnóstico y recuperación, tanto en lo socioemocional como en los aprendizajes fundamentales, que no puede durar unas semanas, sino que debe abarcar todo el curso. En el micrositio https://www.mexicanosprimero.org/regreso proponemos un protocolo de seguridad sanitaria tipo para descargar y usar en cada escuela que quiera, el acceso a materiales sobre lo socioemocional que se pueden descargar en forma gratuita, y una nota técnica para los pendientes del regreso.
Ya todo cambió, y lo importante es adaptarse en forma creativa y proactiva para que les vaya bien a nuestros niños. ¿Para qué volvemos? Para reencontrarnos, para detener el deterioro, para volver a tomar rutinas, para probar los ajustes. Estas semanas van a ser en realidad el piloto que no tuvimos, el verano que faltó para regresar escalonados y adaptar la escuela a la realidad de los niños, y no al revés.