Hace unos meses, específicamente en el mes de mayo, cuando el Día del Maestro hizo que la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, emitiera algunas ideas dirigidas hacia las y los maestros, sin rubor alguno expresó que el profesorado mexicano casi no tenía vacaciones, debido a que el calendario escolar había cambiado y esto los había obligado a quedarse unos días más a trabajar; por ello propuso a Mario Delgado, secretario de Educación Pública, que se les otorgará una semana más de vacaciones en lo sucesivo, favoreciendo con esto también, que las y los niños tuvieran más tiempo de compartir con sus familias.
Semanas más tarde, la propuesta de la presidenta se cumplió, la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció el calendario para el ciclo escolar 2025-2026. La novedad fue lo que ya se ha dicho, en lugar de que dicho ciclo comenzara, por ejemplo, para educación básica el 25 de agosto tal y como hubiera ocurrido bajo la lógica de los años anteriores, el inicio de clases quedó establecido para el 1 de septiembre. Claro, sin olvidar que las y los profesores tendrían que acudir a las escuelas del 25 al 29 de agosto para lo que se le ha denominado Consejo Técnico Escolar Fase Intensiva.
Como era de esperarse, propios y extraños reaccionaron ante tal acontecimiento. Algunos vieron este gesto más como un asunto meramente político y generador de aplausos; otros, desde su propio entendimiento, no se cansaron de llamar “flojos u holgazanes” a las y los profesores; unos más mesurados, tal vez entendieron que la idea no era tan descabellada, sobre todo si consideramos la vorágine de sucesos que se viven en las escuelas y en las aulas en estos días, donde los padres de familia se han empoderado, gracias a la incapacidad de algunas autoridades educativas y gubernamentales. En fin. Así se puso la cosa.
Por lo que toca al magisterio, pienso que la propuesta presidencial fue tomada con cierta reticencia, porque por más que alguno que otro ignorante quiera llamarle vacaciones de verano al periodo que ocurre entre el fin de un ciclo escolar y el inicio de otro, se sabe que dicho periodo es conocido como “receso escolar”. De hecho, en el mismo calendario de la SEP así se refiere, como receso y no como vacaciones. La explicación, sin meterme en tantos rollos técnicos y/o administrativos y legales, pasa porque al ser receso escolar se puede requerir la presencia de los trabajadores de la educación en las escuelas previa emisión de un oficio por parte de las autoridades educativas respectivas, mientras que en el periodo de vacaciones no sería así. Esto, insisto, conjuntamente con otro tipo de cuestiones de carácter técnico, administrativo y legal, explicaría la diferencia entre tales conceptos.
Con esta idea, la de que el magisterio puede ser citado en cualquier momento del receso escolar, en lo que va de esta semana, es decir, del 18 al 21 de agosto (y no hasta la del 25 al 29 tal y como se observa en el calendario), algunos trabajadores de la educación ya fueron citados en sus escuelas para realizar una actividad que, con cierto sarcasmo lo digo, para muchas autoridades educativas resulta extraordinaria: ¡nada! Por ejemplo, el miércoles 19 y jueves 20 de agosto, tuve la oportunidad de charlar con algunos profesores que ya han sido citados en sus planteles escolares y, a pregunta expresa de mi parte hacia ellos: ¿qué es lo que están haciendo en sus escuelas?, su repuesta fue idéntica: ¡nada! Con dicha respuesta volví a inquirir: ¿entonces para que los citaron? Casi la misma respuesta obtuve de su parte: ¡quién sabe o solo ellos lo saben!
De sobra se sabe que, si algo caracteriza a buena parte de las autoridades que dirigen el sistema educativo o alguna parte de él, como lo es el de la educación básica, es que están alejadísimos de lo que verdaderamente ocurre en los planteles escolares. Esa ignorancia, sumado a una falta de capacidad y planeación que favorezca, por ejemplo, procesos de gestión y formación continua del profesorado mexicano propicia la improvisación, desorganización y falta de entendimiento de los propósitos educativos. ¿No es absurdo citar a un trabajador para que literalmente esté sentado sin hacer nada porque la misma escuela que le pide mejorar el salón de clases no le dote de los insumos para ello?, ¿no es absurdo citar a los trabajadores de la educación nada más porque al supervisor se le antojó asistir a las escuelas a realizar un pase de lista?, ¿no es absurdo que, mientras los políticos se jactan de dar una semana más de vacaciones, en niveles inferiores de mando cada quien hace lo que venga en gana? Caray, bendito sistema, está tan lejos de Dios y tan cerca de sus autoridades educativas y de sus políticos.
Hace varios años, el receso escolar era una parte fundamental para generar espacios de formación continua para las y los profesores; la llegada y siempre anhelada calidad educativa tiró al traste muchos esquemas y/o políticas de formación del profesorado mexicano, sustituyéndolos por un esquema meritocrático que poco ha abonado a este propósito. Hay que decirlo con todas sus letras, el estado, a través de sus gobiernos priistas, panistas y morenistas, ha dejado de invertir en sus maestras y maestros. Pienso que se les ha considerado como unos simples empleados que tienen que hacer todo, pero sin que se les otorgue nada. ¿A esto como se le llama? En fin.
Invitaría a que el secretario de educación de nuestro país se ensucie un poco más los zapatos, que acuda a las escuelas (donde por cierto no le caerían nada mal unas clases de matemáticas, por aquello del error en su declaración ante Hacienda) con la finalidad de que pudiera darse cuenta que el sistema que él dirige es una tierra de nadie, que muchos intentan gobernar sin conocimiento de causa, pero bueno, qué podría pedírsele a quien solo vive en su palacio, sabedor de que en un rato más lo enviarán a otro lado.
Y a todo esto: ¿dónde andará el líder del SNTE?