¿Será posible la mejora continua sin cambiar nuestra mentalidad?

Actualmente el camino para la mejora continua de la educación está pavimentado, ¿qué necesitamos para transitarlo?
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Tenemos una reforma educativa que coloca a la mejora continua como un eje de la transformación. Contamos con una sólida Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) y con un Sistema Nacional de Mejora Continua. Las orientaciones, bases conceptuales y los ejes de acción están claramente definidos.

Quisiera reflexionar sobre la tarea que nos toca como ciudadanas, ciudadanos y actores educativos. Podemos sentarnos a observar pasivamente qué hacen las autoridades para después opinar si sirve o no. O bien, podemos revisar y cuestionar las ideas que venimos cargando sobre la evaluación y la rapidez de los resultados que esperamos de las reformas.

Sostengo que la propuesta de la mejora continua nos desafía a cambiar nuestra mentalidad en múltiples aspectos. Me detendré en dos de éstos: uno es la concepción de la evaluación; el otro, la impaciencia por ver resultados en el corto plazo. Mejoredu sostiene que el cambio educativo debe hacerse a partir de las escuelas, lo cual es un acierto. Sin embargo, también necesitamos cambiar en el plano individual ideas muy arraigadas: cambiar nuestra mentalidad.

La concepción de evaluación que ha predominado por más de treinta años es un obstáculo para avanzar hacia una visión ampliada de la mejora continua. Muchos tenemos tatuada en la frente la idea de que la evaluación define el éxito, clasifica y separa a los aprobados de los reprobados, es una calificación numérica, un estándar. Es frecuente que estudiemos para aprobar, destacar o mantener una beca; para tener buenas notas, antes que para aprender.

La escuela, como toda institución social, entiende de números, de rankings, de certificaciones, de competencia, donde todo se mide. Los países son clasificados de acuerdo con los puntajes de las pruebas estandarizadas. Los medios de comunicación han contri- buido a difundir la idea de que somos un país reprobado y a instalar en nuestra mente que la evaluación sumativa es la única válida. La naturaleza cualitativa del aprendizaje y de la vida misma no ha tenido cabida. Esta centralidad de la evaluación pervierte el aprendizaje porque es objeto de regateo, súplica o reclamo.

Sin duda la evaluación es necesaria e importante, más aún en un mundo competitivo donde todo se basa en estándares. El cambio de mentalidad consiste en entenderla como un medio para mejorar y no como un fin en sí misma. Si la evaluación es diagnóstica, formativa e integral retroalimenta al aprendizaje y a todos los componentes del sistema educativo; en consecuencia, los resultados evaluables serán satisfactorios. También es importante entender que hay diversas formas de evaluar, como la autoevaluación o la coevaluación.

Las reformas profundas no ocurren de la noche a la mañana. Tenemos que desterrar la postura que exige resultados inmediatos. Mejoredu ha destacado que la mejora es “un proceso progresivo, gradual, sistemático, diferenciado, contextualizado y participativo, que se orienta a garantizar el ejercicio pleno del derecho a la educación” (2020: 8).1

El Consejo Ciudadano trata de contribuir a este cambio de mentalidad en sus espacios de acción, para lograr un proceso de apropiación de la mejora continua como paradigma.


Editorial publicado en el Boletín ‘Educación en Movimiento’ del mes de febrero de 2023.

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