En días pasados, el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presentó el informe Education in the time of COVID-19 and beyond (La educación en tiempos de Covid-19 y más allá) estudio en el que la organización brinda un panorama por demás complejo de lo que ha significado y, más que todo, puede significar para millones de estudiantes esta contingencia sanitaria para nuestros países.
El informe centra sus recomendaciones en cuatro aspectos principales: Eliminar la propagación del virus y formular planes integrales para la reapertura de los centros escolares, el proteger la financiación de la educación y colaborar para atenuar las repercusiones negativas, el incrementar la resiliencia de los sistemas educativos con miras al desarrollo justo y sostenible y el replantear la educación y dinamizar el cambio positivo en materia de enseñanza y aprendizaje.
Dentro de los grandes problemas que se avizoran, se encuentra el abandono de estudiantes en los diferentes niveles educativos, fundamentalmente aquellos que se encuentran dentro de las clases más desprotegidas, situación que provoca, tanto la lejanía geográfica, como la falta de acceso a medios tecnológicos para poder seguir la propuesta oficial en cuanto a la señal de internet o televisión, en cuyo caso el mayor riesgo es que se amplíen las ya de por sí fuertes brechas que separan a quienes tienen y no posibilidad de llevar a cabo con éxito sus estudios.
Específicamente, para el caso nacional, existen retos específicos que se plantean para el personal docente a lo largo y ancho del territorio nacional, puesto que, a la par de la propuesta oficial en los diferentes niveles que utiliza el internet y la televisión como marco para el resto de las actividades académicas, en donde con sus propios recursos y sin apoyo evidente -al menos en el corto o mediano plazos- en cuanto a servicios de internet o equipos tecnológicos, se ha montado todo un sistema educativo que ha incrementado la presión que ya de por sí existía por el confinamiento, debiendo ahora sumar la falta de conectividad y la pobreza de sus estudiantes como un ingrediente adicional para resolver en tiempos estos tiempos de contingencia ambiental.
Nadie duda que la respuesta no ha sido la deseable sino la posible en el marco de la emergencia sanitaria y que, en el marco de lo que se esperaba, sin duda existe un avance significativo -aunque insuficiente-, porque el tema de la emergencia educacional no inicia con el aislamiento forzado, pero si hace más evidente las inequidades sociales en todos los niveles educativos.
Sin duda alguna como lo ha expresado la comisionada presidenta de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación Etelvina Sandoval Flores, es el momento de repensar el sistema educativa, sobre todo para quienes más riesgo presentan en este periodo. Un ejemplo claro de ello, son los estudios a nivel internacional que han explicado el impacto que cierres escolares prolongados -producidos por guerras u otras pandemias anteriores- tienen en la interrupción de las trayectorias educativas en otros países, sobre todo de niñas y mujeres jóvenes que, en nuestro país siguen representando un punto de inflexión cuando se trata de hablar de los grandes retos de nuestro Sistema Educativo Nacional.